Tal vez había interrumpido algo, pero no le importó, ella quería estar con Farit a toda costa y nadie, ni siquiera Luna, se lo impediría.—¿Me vas a llevar a comer como me prometiste, conejo? —Luna entornó los ojos ante el sobre nombre ridículo que tenía para el y la voz chillona que usaba para hablar.No podía creer que Farit le comprará su actuación barata, era tan insoportable como su cabello de zanahoria, toda ella solo desprendía desprecio. Eliza se moría por él, únicamente tenía que ver cómo le hablaba, lo miraba o incluso lo tocaba, pero a Montalvo no parecía importarle y tampoco debía importarle a ella. El azabache asintió sin verla, seguía con la mirada clavada en Luna, preguntándose hasta cuando dejaría de sentirse así, tan poca cosa para su ella. Debido a que, a pesar de hacer todo lo posible para conquistarla, ella lo rechazaba de una forma tan despiadada, no tenía idea de cuánto tiempo más podría soportar su desdén. Tal vez se lo había ganado a pulso, pero también creía
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