Catalina se inclinó a un lado de la cama y vomitó sangre, se estaba ahogando, le ayudé a sentarse sin importar que la sangre empapara mi camisa, comencé a gritar al tiempo que presioné el botón de llamada a los enfermeros, el tiempo en acudir fue el más rápido, pero a mí me pareció una eternidad, además no era normal vomitar sangre, no quería pensar que se estuviese muriendo. —¡AYUDAAAAA! Cata seguía expulsando sangre con cada bocanada, la sostenía, no sé nada de primeros auxilios, pero sí sé que puedes broncoaspirar con un vómito. Toda mi camisa, brazo y una de mis piernas estaba llena de sangre, la veía muy mal, se estaba poniendo blanca. » ¡CATALINA! —nuestras miradas se cruzaron—. ¡Ni se te ocurra dejarme! Los enfermeros me alejaron y el doctor Robinson ingresó apresurado, empezaron a estabilizarla, la señora Samanta seguía dormida, mientras Bodoque y yo seguíamos mirándonos, luego se escuchó un sonido constante, intentaron sacarme, me resistí, era consciente de que debía salir
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