Cuando ves el ataúd bajar la sensación de vacío en el alma era indescriptible. Porque esa imagen era la confirmación de que ya no lo volverás a ver. En ese instante la señora Samanta gritó y se desmayó. El abuelo la sostuvo, el doctor corrió para darle los primeros auxilios. Miré a Catalina, quien seguía sentada sin apartar la mirada del lugar donde hace unos minutos se encontraba el cuerpo de su padre, no sé si su comportamiento sea bueno o malo. No había llorado como debería, solo se le escurrían las lágrimas de manera silenciosa por momentos. Seguía reprimiendo los gritos, solo se aferra a mi mano. Vi al doctor cargar a la mamá de Bodoque, los abuelos lo seguían. La gente se fue retirando, mi abuela llegó a mi lado, Lucas estaba de la mano de Cecilia quien viajó con los abuelos para acompañar a Cata en este momento. Ricky y Lucían se encontraban en la banca de atrás. —Llevaron a Samanta a la enfermería, menos mal había un doctor. Todos los miembros de la familia sabíamos la razó
Seguía igual, y en verdad era desesperante y admirarle su resistencia ante una decisión tomada. La entendía era su héroe quien nos dejó por decisión del Creador. Pero nuestra vida continua, el deseo del señor Luis era verla sobresalir siempre.La razón por la cual Catalina no era una niña reprimida, triste, acomplejada o depresiva era por esa seguridad que su padre le inculcó. La llenó de valores y le enseñó a ver la vida diferente, de manera inteligente. Le enseñó educación emocional, sus padres le dieron bases solidad para enfrentar a la sociedad. Le dedicaron el tiempo, ejemplo y palabras necesaria para que hiciera de oídos sordos a los comentarios. Ella sabía ver la vida de manera inteligente. Puede que yo no sea tan extraordinario como lo fue mi ejemplo a seguir. Pero intentaré ser el soporte de mi Bodoque. Los favores se devuelven. En ocasiones de la misma manera, y debía cumplir mi palabra, siempre me pedía que la cuidara, ahora era el momento de empezar. No podía permit
Los días habían pasado, volví a la escuela, aunque Dylan era quién pasaba pendiente de los trabajos, porque en verdad no apuntaba nada, casi todos los días era alguno de mis amigos quien me seguía hasta el baño donde me encerraba a llorar por algún recuerdo que me venía de mi padre. Aún no lo aceptaba, no comprendía como de un momento a otro perdí a mi papá. No era justo, no era un hombre malo, era lo más correcto que podía existir en la vida. Salí de la clase de ciencia, en estos quince días hasta el tiempo me lo habían controlado, no demorará en llamar, era bonita sentirme cuidada por ellos. Por otro lado, y a lo que no le quería dar tanto pensamiento era a lo que pasaba entre Dylan y yo, se nos había vuelto costumbre besarnos siempre al quedarnos solos, eso me hacía dudar, para él sus relaciones son amigos con derechos, yo no quería eso, pero tampoco dejaba de recibir sus besos. —¡Bodoque! —estaba demorando—. Si no sales ingreso sin importarme que son los baños de mujeres. —¡Si
Había vomitado de nuevo sangre, eso era bueno para mi vida, pero desagradable para mi garganta. —Estoy bien. Algo me cayó mal. Tomé papel, me limpié, bajé el escusado y no dejé rastro de sangre, debo lavarme la boca. Cuando salí Dylan se veía asustado, Betty con la cabeza gacha. Fui al lavado. —No me dejaste hablar. Asumiste que era de Dylan. —¿De qué m****a hablan? —tocó la frente—. Te ves pálida. —Por un momento me emocioné con tener un ahijado. —De mi parte no tendrás ninguno, del resto de los Absurdos no sé cuántos te darán. —Es de verdad la amistad entre ustedes. —miramos a Betty—. Perdóname por haber sido tan perra contigo. —¿Ahora qué mosca le picó? Ella se disculpaba. —Me estoy perdiendo. —habló Dylan—. ¿Tú disculpándote? —Estoy embarazada. —Lo miré a él y se veía tan tranquilo—. Catalina pensó que era tuyo, salió corriendo a buscarte. —No sé cómo interpretar la mirada de mi amigo. —¿Quién es el padre? —Betty bajó la mirada. —Ese es mi problema, gracias por preocupar
Estaba de regreso en casa con todo el cuerpo adolorido, mañana no podré ni caminar, Dylan se quedó en su casa y yo aquí, bañándome con agua caliente comprobando si era verdad que el calor relaja los músculos, no voy a poder aguantar dicho ritmo, quería comer. Tocaron la puerta del baño. —Hija. —suspiré. Mamá, desde la muerte de papá no se quita el negro—. Rafael te espera en la sala, Dylan me dijo que habías vomitado, pero no sabe si fue sangre. —suspiré. Salí del agua, rodeé la toalla en mi cuerpo. —Dylan se ha puesto muy chismoso. —dije apenas abrí la puerta del baño, mi madre sonrió. —Hija, a él le tocó vivir la experiencia más fea de tu enfermedad. Anda y arréglate, el doctor te espera y tu abuelo se encuentra encantado hablando con el médico. —Ya bajo. Me arreglé lo más rápido, me puse bonita, Dylan quedó de venir en unas horas para vernos una película, apliqué perfume y bajé. El doctor estaba en el comedor degustando unas deliciosas empanadas. Mi mamá en la sala con la mirad
No le respondí, di dos zancadas y con mis manos acuné su rostro, su aliento y su aroma a rosas desarmaron cualquier barrera, volví a besarla, todo el día había deseado hacerlo, ahora teníamos un par de horas, quiero saciarme de ella, no tenía idea que me hacía sentir Cata, pero me agradaba. —No has respondido. Se separó un poco. ¡Qué terca! Acaso ¿no era evidente la demostración? —No quiero que nadie sepa, tampoco quiero privarme de besarte. —Le dije. —¿Te doy vergüenza? —¡¿Catalina de dónde carajos sacas esas tonterías?! Siempre he estado a tu lado, no me das vergüenza. Es solo… todos saben que tomo a una chica y la desecho al día siguiente, no quiero eso para ti. —No comprendo. —Quiero que me vean solo por un tiempo, demostrar con hechos mi cambio y luego miramos a ver qué pasa entre nosotros. —Me quieres decir; nos esconderemos y podrás tener la libertad de besarme cuando se te antoje. Y si tú te enamoras de otra, chao pescado. ¿Esa sería la relación? —Tú lo has dicho, dij
La situación de Betty no será nada fácil. Esperemos todo le salga bien. —Llegaron mis papás. El timbre sonó y la señora Rosalba abrió, invitó a pasar a una señora de cabellos rubios como su hija. —Mucho gusto. Soy la señora Brown, vine por mi hija. —Catalina salió con Betty. —Mami te presento a una compañera. La señora se quedó mirando a Cata, luego le sonrió de la manera más genuina. —Esta compañera si me gusta hija. —Betty no dijo nada, se lanzó a los brazos de su madre y se puso a llorar, Cata se encogió de hombros—. Cariño ¿qué tienes? —Nada mamá. Confieso que fui muy mala con Cata hasta el día de hoy. —La señora se puso roja. —Betty… —Lo siento, mamá. —Hablemos en la casa. —Se despidió y cuando tomó la mano de Cata—. Lamento y te pido disculpa si mi hija en algún momento te hirió. —Tranquila señora, Betty solo me fortaleció, eso se lo agradezco. —esa era mi Bodoque. Terminamos de vernos la película, ahora estábamos sentados en el mismo mueble, pero con varios centímetr
E El bar se encontraba a reventar, tocamos varias canciones de rock all roll, ya se había vuelto costumbre hasta el punto de inventar un concurso para el próximo mes, tocaba el piano. Y algo que siempre sentía era a mi madre a mi lado cuando lo hacía, pero aún no me atrevía a tocar el que me regaló, aún cuesta hacerlo, han pasado los años y sigo sin superar eso. La abuela dice que poco a poco, terminamos nuestro repertorio con el bar más lleno de lo normal. Nos ofrecieron tragos y ya era una costumbre negarnos. Si llego tomado a la casa la abuela de manera literal me da escobazos. Guardamos los instrumentos, pasamos por nuestra paga, el administrador lucía feliz, con nuestro éxito los bares en los que tocábamos nos ganábamos una reputación y ellos obtenían ganancias, por eso querían contratarnos cada ocho días y eso era imposible. Al salir del despacho en dirección a la salida nos topamos con el padre de Vicky y ella también lo acompañaba, se veía algo tomada, con una pinta de mujer