Betty se quedó en un extremo del closet, le dejé en claro cuando se abalanzó a besarme que no quería por nada del mundo volver a besarla. Si no quería pasar pena tocara para que abrieran las puertas. Por mi parte no podía sacar de mi cabeza lo sucedido con Bodoque. Por cinco minutos la besé, su aliento era… ¡Bendito aliento!, Aun sigo con el corazón acelerado y se intensificaba si revivo lo sucedido.¿Esto en situación nos dejaba? Porque confieso, por miedo le contesté de ese modo, no quería que a ella la mirasen como una más en mi lista. Catalina nunca será una más. No debí encerrarme, la mirada de Cata era… ¡Dios! Ella debía de estar pensando que me valió mierda besarla, además le salí con groserías y fue mi manera de salir del susto por todo lo que sentí con ese beso. —sonreí—. ¡Fui el primero en besarla!—¿Qué te causa tanta risa?—¡Nada, no seas metida!—¿En serio nos vamos a quedar aquí siete minutos perdiendo el tiempo?—Lo acabo de hacer con mi amiga.—Si no fuera porque te co
No decía nada, y dejé que llorara la señora Samanta. En Estas situaciones no hay nada más que hacer. Si no permitir que el corazón descanse un poco por medio del llanto.—¡Ay, Dylan! —Se alejó un poco, nos sentamos—. Parece mentira, me pidieron que fuera a la morgue a ver…Volvió a llorar, el doctor le entregó un paquete de pañuelos higiénicos.» Gracias, doctor.—No debes ir tú, un amigo de la familia puede ir.Comentó mirándome a mí y suplicándome que lo hiciera. Miré a la señora Samanta. Rayos, pero ella no se veía en condiciones de verificar. Afirmé.—Yo puedo hacerlo, es lo mejor, a si usted se queda con un buen recuerdo. ¿Y Catalina?—Se encuentra estable, sigue sedada, en unas horas despertará.El doctor volvió a mirar con un poco de pesar a la mamá de Cata. ¿Qué tan grave estará Cata para que exista una relación tan confiable entre un médico y unos padres?—¿Puedo estar ahí cuando despierte?—Claro que sí, acompáñame.Ingresamos a unos pasillos, la señora se desvió para ir a d
Catalina se inclinó a un lado de la cama y vomitó sangre, se estaba ahogando, le ayudé a sentarse sin importar que la sangre empapara mi camisa, comencé a gritar al tiempo que presioné el botón de llamada a los enfermeros, el tiempo en acudir fue el más rápido, pero a mí me pareció una eternidad, además no era normal vomitar sangre, no quería pensar que se estuviese muriendo. —¡AYUDAAAAA! Cata seguía expulsando sangre con cada bocanada, la sostenía, no sé nada de primeros auxilios, pero sí sé que puedes broncoaspirar con un vómito. Toda mi camisa, brazo y una de mis piernas estaba llena de sangre, la veía muy mal, se estaba poniendo blanca. » ¡CATALINA! —nuestras miradas se cruzaron—. ¡Ni se te ocurra dejarme! Los enfermeros me alejaron y el doctor Robinson ingresó apresurado, empezaron a estabilizarla, la señora Samanta seguía dormida, mientras Bodoque y yo seguíamos mirándonos, luego se escuchó un sonido constante, intentaron sacarme, me resistí, era consciente de que debía salir
Cuando ves el ataúd bajar la sensación de vacío en el alma era indescriptible. Porque esa imagen era la confirmación de que ya no lo volverás a ver. En ese instante la señora Samanta gritó y se desmayó. El abuelo la sostuvo, el doctor corrió para darle los primeros auxilios. Miré a Catalina, quien seguía sentada sin apartar la mirada del lugar donde hace unos minutos se encontraba el cuerpo de su padre, no sé si su comportamiento sea bueno o malo. No había llorado como debería, solo se le escurrían las lágrimas de manera silenciosa por momentos. Seguía reprimiendo los gritos, solo se aferra a mi mano. Vi al doctor cargar a la mamá de Bodoque, los abuelos lo seguían. La gente se fue retirando, mi abuela llegó a mi lado, Lucas estaba de la mano de Cecilia quien viajó con los abuelos para acompañar a Cata en este momento. Ricky y Lucían se encontraban en la banca de atrás. —Llevaron a Samanta a la enfermería, menos mal había un doctor. Todos los miembros de la familia sabíamos la razó
Seguía igual, y en verdad era desesperante y admirarle su resistencia ante una decisión tomada. La entendía era su héroe quien nos dejó por decisión del Creador. Pero nuestra vida continua, el deseo del señor Luis era verla sobresalir siempre.La razón por la cual Catalina no era una niña reprimida, triste, acomplejada o depresiva era por esa seguridad que su padre le inculcó. La llenó de valores y le enseñó a ver la vida diferente, de manera inteligente. Le enseñó educación emocional, sus padres le dieron bases solidad para enfrentar a la sociedad. Le dedicaron el tiempo, ejemplo y palabras necesaria para que hiciera de oídos sordos a los comentarios. Ella sabía ver la vida de manera inteligente. Puede que yo no sea tan extraordinario como lo fue mi ejemplo a seguir. Pero intentaré ser el soporte de mi Bodoque. Los favores se devuelven. En ocasiones de la misma manera, y debía cumplir mi palabra, siempre me pedía que la cuidara, ahora era el momento de empezar. No podía permit
Los días habían pasado, volví a la escuela, aunque Dylan era quién pasaba pendiente de los trabajos, porque en verdad no apuntaba nada, casi todos los días era alguno de mis amigos quien me seguía hasta el baño donde me encerraba a llorar por algún recuerdo que me venía de mi padre. Aún no lo aceptaba, no comprendía como de un momento a otro perdí a mi papá. No era justo, no era un hombre malo, era lo más correcto que podía existir en la vida. Salí de la clase de ciencia, en estos quince días hasta el tiempo me lo habían controlado, no demorará en llamar, era bonita sentirme cuidada por ellos. Por otro lado, y a lo que no le quería dar tanto pensamiento era a lo que pasaba entre Dylan y yo, se nos había vuelto costumbre besarnos siempre al quedarnos solos, eso me hacía dudar, para él sus relaciones son amigos con derechos, yo no quería eso, pero tampoco dejaba de recibir sus besos. —¡Bodoque! —estaba demorando—. Si no sales ingreso sin importarme que son los baños de mujeres. —¡Si
Había vomitado de nuevo sangre, eso era bueno para mi vida, pero desagradable para mi garganta. —Estoy bien. Algo me cayó mal. Tomé papel, me limpié, bajé el escusado y no dejé rastro de sangre, debo lavarme la boca. Cuando salí Dylan se veía asustado, Betty con la cabeza gacha. Fui al lavado. —No me dejaste hablar. Asumiste que era de Dylan. —¿De qué m****a hablan? —tocó la frente—. Te ves pálida. —Por un momento me emocioné con tener un ahijado. —De mi parte no tendrás ninguno, del resto de los Absurdos no sé cuántos te darán. —Es de verdad la amistad entre ustedes. —miramos a Betty—. Perdóname por haber sido tan perra contigo. —¿Ahora qué mosca le picó? Ella se disculpaba. —Me estoy perdiendo. —habló Dylan—. ¿Tú disculpándote? —Estoy embarazada. —Lo miré a él y se veía tan tranquilo—. Catalina pensó que era tuyo, salió corriendo a buscarte. —No sé cómo interpretar la mirada de mi amigo. —¿Quién es el padre? —Betty bajó la mirada. —Ese es mi problema, gracias por preocupar
Estaba de regreso en casa con todo el cuerpo adolorido, mañana no podré ni caminar, Dylan se quedó en su casa y yo aquí, bañándome con agua caliente comprobando si era verdad que el calor relaja los músculos, no voy a poder aguantar dicho ritmo, quería comer. Tocaron la puerta del baño. —Hija. —suspiré. Mamá, desde la muerte de papá no se quita el negro—. Rafael te espera en la sala, Dylan me dijo que habías vomitado, pero no sabe si fue sangre. —suspiré. Salí del agua, rodeé la toalla en mi cuerpo. —Dylan se ha puesto muy chismoso. —dije apenas abrí la puerta del baño, mi madre sonrió. —Hija, a él le tocó vivir la experiencia más fea de tu enfermedad. Anda y arréglate, el doctor te espera y tu abuelo se encuentra encantado hablando con el médico. —Ya bajo. Me arreglé lo más rápido, me puse bonita, Dylan quedó de venir en unas horas para vernos una película, apliqué perfume y bajé. El doctor estaba en el comedor degustando unas deliciosas empanadas. Mi mamá en la sala con la mirad