Ada:—¿Estás segura de lo que dices? —Miro la cara de Zara, mucho más delgada y con pronunciadas ojeras bajo sus bonitos ojos.—Sí amiga, no sería capaz de mentir en algo así, lo sabes a la perfección. —Mueve un poco el tapabocas y luego, escucho como suspira.—Bueno, esto es... Cómo decirlo de una forma sútil, eh, ¿Predecible? —Levanta una mano y chasquea los dedos. —A menos qué tuvieras planeado quedar a mitad de la nada con tú jefe, el cual en un principio detestabas y ahora, te tienes que esconder para poder confesar que te atrae y es tanta la desgracia, que sabes que nunca vas a llegar a llamar su atención por el tipo de chicas que le gusta. —Respira con dificultad, hablo tanto que se quedó sin aire. —En fin —respira hondo, —lo que te estoy tratando de dejar claro, es que era de esperarse que uno de los dos terminaría loco por el otro debido al encierro. Y debo admitir, que es agradable saber que fuiste tú, ya que, es de manera romántica. Porque de haber sido él, estoy segura que
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