—¿Por qué llora doña Dolores? —Escucho la voz pausada y grave de Zetth, de inmediato empujo a Daniel quien cae sobre la cama y me ve con cara de pocos amigos por lo que acabo de hacer.—¡Zety! —chillo, mi amigo aparece en pantalla. Tiene el rostro más delgado de lo normal, unas enormes ojeras y cabello largo que lleva amarrado en una cola de caballo. Luego de que se aleja un poco, puedo ver a la perfección como su cuerpo está muchísimo más delgado, perdió la musculatura y se hacen notar los huesos del pecho.—No me digas así, no soy un niño Ada. —Habla muy lento, pareciera que no pudiera respirar bien y los párpados le pesan.—Déjame por una vez tranquila, ¿no ves que estoy feliz por volver a escuchar tú voz? —Escucho carraspear a Daniel pero lo ignoro de una manera olímpica que hasta yo, me sentiría mal si lo hicieran conmigo.—Si, gracias por preocuparte por mí, por cierto. —Toma asiento creo que en el suelo, justo a un lado de Zara, se enfocan los dos después de tanto tiempo.—¿Cuá
Zara:—¿Qué carajos fue eso? —indago, mi hermano gemelo se levanta de donde está a duras penas, tambaleándose para buscar una escoba y quitar el sucio que había señalado antes. —¡No me ignores Zeth! Mira que yo sé cosas que si se las cuento a Ada tú... —Se gira y con el dedo frente a sus labios pide que haga silencio.—Entiende esto, —dice casi sin aliento, espera unos minutos a calmarse y volver a hablar. —Ada está encerrada con su jefe, por lo visto lo tolera mucho más que antes ¿Cierto? —asiento y Zeth medio sonríe. —¿Qué piensas acerca de él? ¿Es un mal partido? —Me encojo de hombros, restándole importancia a lo que dice porque la verdad que nunca me he detenido a pensarlo. —Yo no lo veo de esa forma, sabes... —No sé de qué forma habla pero ajá, lo dejo expresarse por que es libre de decir lo que él desee. —Tiene dinero, casa, carro y ropa de marca. —Hace un puchero y se tira sobre la cama. —Debe ser genial tenerlo todo tal cual él lo tiene. Porque, hasta el cuerpo y el rostro son
Eh... Eso fue incomodo.Trato en lo posible de alejarme lo más que puedo de Daniel, aunque claro, estando en una habitación encerrados es casi que imposible hacer eso. Doy vueltas por todo el lugar en busca de lo que sea que pueda hacer para mantener mi mente confundida, en calma.Mi jefe solo mira por la ventana como baja el sol y hace un bonito atardecer.—Vas a abrir un hueco de tanto estar de allá para acá. —Dice, después de un rato largo.—Es que, quiero estar en movimiento —hago una mueca, la verdad es que ni sé porque trato de alejarme de él, debería de estár feliz por lo que sea que insinuó mi amigo desde el otro lado de la pantalla. —Porque, ya sabes, estoy subiendo mucho de peso con este encierro. Puro comer y dormir no es bueno para la salud, —digo.Daniel suelta un fuerte suspiro antes de echarse sobre la cama. Se le nota cansado como si hubiera corrido una maratón pero la realidad es que no ha movido ni un dedo desde que terminó la videollamada. Él solo tomo asiento al bo
Daniel.Escucho un grito fuerte, abro los ojos y caigo de la cama por el movimiento brusco que hago.Abro los ojos tratando de lograr saber de donde proviene. Ada está frente a la televisión, brincando completamente feliz.—Daniel, Daniel. —Salta sobre mí y me abraza con fuerza— No lo puedo creer. —Dice, —Ya podemos salir de aquí.La agarro de los hombros y la alejo un poco para escuchar mucho mejor lo que me está diciendo.—¿De qué hablas? —Lame su labio inferior y sonríe.—Acaban de dar la mejor de las noticias... ¡Daniel ya podemos salir de aquí! Bueno, —agrega. —tomando las medidas de seguridad necesaria. Han comenzado a limpiar todo desde las calles hasta las plazas, se tomará la temperatura con un aparato para saber si tenemos o no el virus. —Respira con dificultad tratando de calmar toda la emoción. —Pero ya seremos capaces de volver a caminar fuera de estas cuatro paredes.Nada más escuchar eso la empujó y corro al baño, debo tomar una buena ducha y prepararme para lo que se a
Ada:Trato en lo posible de no tirar del carro solo porque ya hice el pago desde la casa, porque de no ser así, me habría arrojado sin importarme nada. ¿Cómo se atreve este mocoso a decir que pediría otro Uber para mí, porque no cabía? Si vine en uno me voy en uno. Nada de otro carro cuando no estoy tan gordo como lo quiere hacer parecer.—¿Por aquí? —Indaga, mira por el retrovisor asustado. Lo fulmino con la mía.—Sí, por aquí, ¿Es que acaso eres nuevo o que? —El chico baja la cabeza, y cuando habla siento que el mundo se me viene abajo.—Disculpe señorita... Es que, mi papá era quien por lo general hacía estas rutas, pero falleció a meses de iniciar la pandemia. —Aush, me encojo tanto el asiento trasero que desearía desaparecer por completo. No mido bien mis palabras y creo que mi cerebro aún no procesa todo lo que ha sucedido durante todo el tiempo que pasé encerrada junto a Daniel.Respiro lo mejor que puedo con el tapabocas y con el dedo le indicó la casa en la que debe detenerse
Daniel:—¿Estás seguro de que no quieres galletas? —Es la quinta vez que mamá pregunta y ya está comenzando a molestar en serio.—No mamá ¿Puedes por favor salir de aquí? —Estoy a penas sacando mis cosas de la maleta, hace como 30 minutos que llegué y tuve que pasar por todo lo de la limpieza y depuración del aire, de mi cuerpo, de mis cosas y creo que hasta de mi alma. Estoy irritado, cansado y lo menos que tengo justo ahora es hambre.—Pero cariño, necesitas comer algo para tener energías. —Dice, —vienen días difíciles para la empresa y tú sueles meterte tan de lleno en eso que olvidas por completo mantener la salud en buen estado. —Resoplo, no entiendo porque vine para acá si lo que necesitaba era tranquilidad. Pero claro, para eso usaba la casa de verano y justo cuando Ada se fue parecía más una casa fantasma que un lugar en el cual mantenerse en calma.—Eso lo sé, entiendo a la perfección que te preocupes por mí... Pero necesito estar solo en estos momentos para pensar con clarid
Ada.—Mamá, dile a Ezkar que me deje en paz. —Que despreciable, me siento como una niña pequeña cuando se trata de estar en familia. Pero mas despreciable es, tener que soportar a mi hermano mayor comportandose como un completo estúpido, no entiendo si ya casi que va para los 30 años y aún así no deja de molestarme.—¡Ezkar deja a tú hermana! —Escucho que grita desde la cocina, mientras prepara la comida. Papá está tomando una siesta, mis tíos se fueron a sus respectivas casas y lamentable, llegamos horas después para poderlos encontrar en nuestro hogar y pasar por lo menos unos minutos de calidad con ellos.—Ay sí, la bebita pidiendo que la rescaten. —Dice mi hermano soltando la tijera y dejándola caer sobre la cama. —Solo te iba a cortar las puntas, llorona. —Farfulla.—¿Las puntas? —Le muestro que me había agarrado más de la mitad del cabello y estaba a nada de cortarlo de no ser porque grito por ayuda. —Eres un enfermo, ya entiendo porque no tienes novia.Los ojos de Ezkar brillan
—Me da igual si estas en la cama con alguna mujer —hace una pausa y escucho el chillido de tía Beatrice diciendo que Mía (mamá) lo va a castrar si no lo hace ella. —Solo quiero saber si leiste las formas y... —¿Es enserio? —Mamá respira agitada, papá sale al rescate. —Calmate Mia, ya Ezkar va colgar y comeremos tranquilos. —Tú ni hables, —grita mamá, tío Allek se ríe de que su hermana menor traté así a su para nada favorito cuñado. —Desde que supe que estaba embarazada por tercera vez, todo se ha vuelto un caos. ¡Estoy que exploto! —Y con eso se echa a llorar en el suelo. Silencio. —Ezkar, sobrino, voltea el teléfono a donde está tú papá— mi hermano hace lo que le pide. —Que bueno que estás en una jodida silla de ruedas, porque no me imagino la guardería que habrían hecho de no estarlo. ¿Aprovechando la cuarentena para traer más hijos al mundo? —Suena enojado y mucho. No entiendo porque, mamá ya está mayor para que la cuiden como a una niña. —Ezkar, —llama a mi hermano y él volte