Capítulo 27. Hoy por ti, mañana por mí.
- ¡Oh, qué desgracia!Adelaida estaba en la calle, con la barriga bien hinchada, lamentando su destino. Estaba a punto de dar a luz y no tenía a quien recurrir ni dónde tener a la criatura, por falta de dinero.Y mientras caminaba, se encontró con Sonia quien, justo en ese momento, estaba dirigiéndose al orfanato.- ¡Sonia! – gritó Adelaida, agitando los brazos - ¡Ayúdame!Sonia, por suerte, la escuchó y corrió rápidamente hacia ella.- ¿Qué sucede, amiga? – le preguntó Sonia, sosteniéndola con sus brazos.- ¡Ya va a venir! – gritó Adelaida, mostrándole su panza.- ¡Oh, por Dios!Sonia corrió hacia un taxi que andaba por la calle, vacío. El conductor se detuvo y ambas mujeres subieron.- ¡Al hospital, por favor! ¡Urgente!- ¡Sí, señora! – gritó el taxista, entrando en pánico al ver a Adelaida en mal estado.Gracias a su rápida reacción, llegaron al hospital en cuestión de segundos. Cuando bajaron del vehículo, el taxista les dijo:- ¡Felicidades por el bebé!Adelaida estuvo a punto de
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