Todos los capítulos de Los cuatro hijos secretos del rey: Capítulo 1 - Capítulo 10
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1. Cállate mujer.
Maryam sabía que tras acabar de limpiar los pasillos del área de invitados de palacio, su faena habría terminado una hora antes por ese día y ya estaría hecho todo el trabajo que le tocaba.No era que deseara marcharse una hora antes de tiempo, su única motivación era ayudar a Sahira con su trabajo y es que su hermana mayor siempre tenía faena atrasada y Maryam no tenía corazón para acabar y dejarla sola con todo, era mejor poder terminar a la hora y marcharse las dos juntas a casa, además, de noche ninguna joven debería tener que caminar sola por ahí, o eso les decía su madre.— Vayan siempre juntas niñas y no confíen en los hombres, solo buscan una cosa de las mujeres y si pueden arrebatársela con facilidad, luego perderán su valor y no podrán tener un buen marido, tal y como les corresponde — luego le sonreía y se dirigía especialmente a ella — sobre todo a ti mi hermosa Maryam, tú conseguirás un marido rico que nos saque de esta pobreza.Pero a Maryam eso no le interesaba, ella no
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2. Hermana ¿Qué ha pasado?
Sahira estaba molesta, se notaba en la forma de caminar, lo que le provocaba enfado era tener que ir por su hermana. No había podido salir, por su culpa y tuvo que trabajar la noche entera, ella siempre se distraía en su trabajo pensando que luego llegaría Maryam y lo haría, pero aquel día su hermana no apareció.«¿Dónde se encuentra la idiota de mi hermana?»Ninguno de sus compañeros la había visto, pero como ya la conocían, lo más seguro era que estuviera en el ala que le correspondía en el palacio haciendo faena de más o ayudando a alguna compañera en lugar de ir a echarle una mano a ella como siempre, no pensaba perdonarle si ese era el caso.—¡Maryam!— la llamó sin obtener respuesta, abriendo habitación tras habitación hasta encontrarla.—Hermana ¿Qué ha pasado?— le preguntó al entrar a una de las habitaciones y verla llorando, abrazada a sus piernas, malhumorada, creyendo que se quedó dormida.Maryam se sentía mal, le dolía todo el cuerpo y lo peor de todo era que había manchado
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3. Deberías buscar un buen marido.
Cinco años después.— ¿Entonces te dieron el trabajo?—preguntó Ana, la madre de Maryam observando como su hija se acababa de arreglar.Maryam era tan hermosa que ella siempre había tenido esperanzas de que encontrara un marido rico y las sacara de la pobreza, en lugar de eso se acostó con a saber quién y tuvo cuatro hijos sin padre, aquello desmontó los planes que siempre había tenido para su hija.No sabía cómo podía haberla decepcionado tanto. ¿Pero qué iba a hacer, echarla a la calle como hacían muchas familias en esos casos? No, ella no podía hacerle eso a su niña y mucho menos tras perder a su otra hija, la cual llevaba cinco años desaparecida.¿Qué hombre en su sano juicio aceptaría una esposa con cuatro hijos de otro? Sus esperanzas se rompieron cinco años atrás cuando supo que estaba embarazada y no de uno ni de dos bebes, cuatro.La naturaleza a veces era peligrosa, o tal vez solo castigaba a Maryam por no haberse guardado como debía. Aun así, su hija cada día estaba más herm
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4. No me vestí así para usted.
— No cariño, yo no te pagaré para que pienses nada, sino para que hagas lo que yo te diga y los clientes prefieren este tipo de ropa.— le mostró un bonito antifaz dorado que dejó sobre la mesa —te pondrás esto en el rostro, les encanta que las chicas conserven cierto misterio.Maryam pudo ver cómo aquel hombre la observaba con lujuria y sintió un intenso escalofrío recorrerla, casi quiso marcharse de ahí, pero la imagen de sus cuatro pequeños la contuvo, ellos necesitaban que Maryam trabajara, que trajera dinero a casa para mantenerlos y si debía ponerse un vestido tan revelador, lo haría, era solo ropa.— Está bien aceptaré ¿Dónde me cambió?El hombre señaló el biombo que había a un extremo de su despacho y Maryam no podía creerlo, tenía que cambiarse ahí frente a él con la única separación de aquel biombo.¿Qué le aseguraba que cuando estuviera desnuda él no la miraría o le haría daño? ¿Cómo podía estar segura de que ese hombre no se aprovecharía de su vulnerabilidad?Ella negó, deb
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5. ¿Otra vez intenta seducirme?
Mientras tanto el negocio prosperaba y las minas de diamantes estaban casi en su poder, obviamente no hablaban de diamantes, sino que hablaban en clave, el rey sabía que no podía confiar en nadie, ni siquiera en esa hermosa chica que estaba allí con ellos, cualquiera podía ser un espía, la gente era fácil de comprar y, en su experiencia, había logrado comprender que todo el mundo tenía un precio.Pero durante toda la reunión él estuvo pensando en aquel aroma que pudo identificar en la mujer cuando la tuvo cerca y sobre todo aquel lunar que había en el cuello de ella, era seductor y peculiar.Cuando les llenaba las copas y se acercaba él, Darius intentaba recordar dónde había visto antes el lunar y de repente algo hizo clic en su mente, algo lo transportó aquella noche cinco años atrás, donde sus recuerdos estaban perdidos y nublados, pero era como si su cercanía los hubiera desbloqueado.¿Podía ser esa mujer del antifaz la misma chica que él había tomado aquella noche? Sí, a pesar de
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6. No mi señor, no osaría mentirle.
Poco tardó el rey en llegar al palacio y caminar a paso apresurado hasta las habitaciones que habían sido asignadas a aquella mujer, estaba de muy mal humor, con ganas de ponerla en el lugar que le tocaba, que era a sus pies, como el de todos sus súbditos, pero en especial a su maldita concubina, eso era su concubina y se lo haría saber, empezaría por recordarle las obligaciones que tenía con él.— ¿Dónde estás?— gritó dando un portazo y haciendo que las doncellas que atendían a Sahira se asustaran primero y luego se arrodillaran al ver que era su Rey quién había entrado.Él las hizo levantarse con un despreocupado movimiento de su mano y caminó hasta la que estaba más cerca.— ¿Dónde está ella?— preguntó intentando controlar su temperamento para no asustar más a la chica.El rey estaba seguro de que no la encontraría allí, pues la había visto hacía solo un rato en la casa de juegos, aunque tal vez le había dado tiempo a volver, de un modo u otro la castigaría por su desfachatez.— La
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7. No sé atreva a tocarme.
Maryam, como cada mañana, despertó temprano, tenía a cuatro niños a los que arreglar para llevar a la escuela. Aún recordaba como la noche anterior su madre se había burlado de ella diciendo que no llegaría a nada, que con esos cuatro niños nadie la iba a querer y que había desperdiciado su belleza por una noche de placer, a saber con qué muerto de hambre cuando ella podía haber sido la esposa de un noble.Ya estaba acostumbrada a los desplantes de su madre, pero no le importaba, tenía a sus cuatro niños, sus cuatro tesoros, lo único bueno que sacó de esa experiencia y a quienes amaba más que a su propia vida.Llenó la mesa con Pancakes en forma de corazón y caminó hasta la habitación de los cuatrillizos, dos niños y dos niñas, las chicas eran gemelas idénticas, era muy difícil diferenciarlas, aunque ella, como su madre, sabía exactamente cuál de las dos era en todo momento, incluso de espaldas estaba segura de que podría diferenciarlas y no es que hubiera algún tipo de señal físico q
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8. ¿Te gusta mi cuerpo desnudo?
Darius caminó hasta el cuartillo y entreabrió la puerta viéndola observando uno de los documentos que Alí y él estuvieron cotejando, por un momento se tensó al suponer que podía ser una espía de sus enemigos, pero luego recordó que estaban escritos en un idioma que era imposible que esa mujer supiera, uno muy antiguo que solo ciertas castas de nobles conocían todavía y que jamás habían sido enseñados a las clases obreras, aquello lo relajó.Por otro lado, si no estaba ahí espiando sus informes, estaba ahí buscándolo a él. El rey negó sonriendo por esa mujer tan descarada y evidente que pretendía meterse en su cama de nuevo fuera como fuera ¿Tal vez debería darle el gusto? Al fin y al cabo estaba gastando mucho dinero en ella manteniéndola, quizá debería cobrárselo.El Rey negó sin saber realmente bien si estaba halagado o molesto por el comportamiento de aquella mujer y cerró la puerta, dejaría que sus hombres siguieran con la inspección del lugar mientras él buscaba con que relajarse
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9. Por favor, Suéltame
Maryam estaba impresionada, por un instante le costó reaccionar. ¿Era esa su hermana? Había desaparecido cinco años atrás. Cuando se quedó limpiando la habitación en la que había sido abusada para que ella pudiera marcharse a casa.Maryam siempre se preocupó por lo que podía haberle pasado a su hermana, tanto que ni siquiera llegó a contarle a su madre la verdad. ¿Cómo se le dice a una madre que su hija ha desaparecido por su culpa?El corazón de Maryam palpitaba con fuerza mientras empezaba a correr tras esa mujer para ver si realmente ella era quien creía o solo se le parecía, pero con lo que no contaba es que su jefe todavía la estaba buscando para terminar lo que había empezado en el despacho.— Maryam, por fin te encuentro — el jefe la miró de arriba a abajo, en ese instante sentía que estaba todavía más deseable, toda húmeda y mojada. Joder qué sexy era esa mujer.— Yo…— ella intentó ver por encima de los hombros de ese hombre y pasar a través de él, pero eso solo hizo que el vi
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10. Sí quieres que pare, este es el momento.
Un gemido salió de los labios de Maryam en el momento en que él la alzó y ella se vio obligada a sujetarse con las piernas de sus caderas para no caer, estaba excitada y demasiado mojada en su feminidad como para no dejarse llevar por lo que el cuerpo le pedía.Tal vez esa no era su primera vez, tal vez ya le habían forzado a hacer eso mucho antes, pero en ese instante era la primera vez que ella lo deseaba y aunque estuvo muy tentada a parar a aquel hombre, quería saber lo que era el sexo deseado, tal vez así sería capaz de borrar de su piel lo sucedido años atrás, tal vez el horror de lo que vivió sería suplantado por ese nuevo recuerdo que encendía su cuerpo, porque era innegable lo que ese hombre le provocaba cuando lo tenía cerca.— Si quieres que pare, este es el momento — dijo Darius con la respiración alterada, ayudándose con la pared para sostenerla y llevando una mano entre las ropas de la mujer para ayudarse a levantar todo su vestido hasta llegar a la ropa interior de la c
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