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Todos los capítulos de Cariño, vuelve a amarme.: Capítulo 101 - Capítulo 110
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101. No puedo parar.
Maldita sea, Enzo se estremecía con el toque de Christian.Estaba seguro de que Eros jamás hubiera permitido que Enzo lo ayudara si hubiera mencionado su nombre, la única razón por la cual el viejo D’Alturi lo había permitido, había sido por qué ese hombre sabía que él tenía un hijo, más no una hija, así que perfectamente creyó que estaba ayudando a alguien más.Enzo jamás había cedido el control, quizá no era el típico activo cliché que se veía superdominante, hasta era tierno y cariñoso, sensible con sus parejas e incluso con puntos infantiles, pero en la intimidad jamás se había sentido cómodo con la idea de ser penetrado, lo intentó una vez y aquello se sintió doloroso sin llegar siquiera a ser penetrado del todo a penas unos dedos por lo que estuvo todavía más seguro de que ser el pasivo no era lo suyo.— Espera… espera Christian, yo no quiero … No me gusta ser el que…— pero no pudo seguir hablando porque Christian se apoderó de su boca en un beso demandante.Sus manos llegaron h
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102.Es momento de la verdad.
Justo en el momento que el joven ruso le regresaba, el teléfono de Jareth sonó-—Es el secuestrador, por lo que podrás saber el lugar y la hora. Si te quedas a escucharNo podía ya dudar de si le iban a ayudar o no. Tenía claro que había sido un ingenuo al creer que no necesitaba ayuda, era el momento de la verdad y de una vez por todas regresar a Claire a donde pertenecía—¿Ya tiene listo el dinero Mars?— le preguntó el secuestrador, nada más respondió su celular—Lo tengo— respondió Jareth al hombre sin dudarlo.—Entonces preste atención, le daré las coordenadas.El hombre le dio las coordenadas a Jareth era en una parte del desierto, en una zona de bodegas que estaba abandonada y que algunas veces usaba la mafia para hacer sus entregas y sus intercambios.—Debe estar ahí justo en dos horas, no debo de recordarle que debe de venir solo.—Estaré solo así que descuide, solo no dañes a Claire. —No se preocupé, su esposa se encuentra aquí, ¿quiere escucharla?Raphael Bastille le pasó e
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103. ¿Dónde diablos estaba ese hombre?
Vladímir estaba completamente emocionado, tampoco se presentaba jamás como Vladímir, para todos era Vladik. El hombre de confianza de la reina negra, era tan apropiado y ocurrente, así se aseguraba que solo su círculo más estrecho conocía su verdadera identidad, ni siquiera sus hombres la conocían.— Cuando el dinero sea entregado entramos a por el secuestrador, no se les olvide disparar exclusivamente a los brazos y piernas. Solo en caso extremo entre ceja y ceja, no se les olvide que queremos a ese bastardo vivo por los jefes y al matrimonio a salvo — Aclaró Vladik a sus hombres.Todos sus hombres asintieron, ahora lo que le faltaba ver era si funcionaba el pequeño audífono en forma de chícharo que llevaba Jareth consigo.— ¿Me escuchas? — le preguntó Vladímir al audífono casi invisible que le había puesto al hombre, para probar la conexión, mientras observaba en su teléfono móvil si este se había encendido. Vladímir sonrió al ver que su móvil captaba la señal, antes se tenían que u
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104. Haremos lo que digas
Jareth quería gritarle que él sabía eso, que era consciente del peligro que corría en ese momento. Pero eso no implicaba que odiara la situación en la que ese hombre lo ponía.Joder qué difícil era. Estar tan cerca y al mismo tiempo estar tan lejos.Raphael empujó levemente a la mujer hacia él enfrente al ver que ella parecía no entender lo que le había dicho.—No es tan difícil de entender mujer. Vas a ir y a volver trayendo contigo esos maletines, al menos dos, el tercero me lo va a traer tu esposo. Para que tú puedas irte y alejarte de aquí.Jareth no podía permanecer más tiempo al margen, por lo que se movió al ver a ese hombre empujar a Claire y hablarle a la espalda mientras la sostenía de la cintura.—¿Qué pasa? ¿Aquí tengo el dinero?Vladímir maldijo, porque por más que se hicieran planes, jamás se podía controlar el factor humano.Ese siempre era el que venía a joder todo, y comprendía la impaciencia de Jareth, porque también estaría igual o tal vez peor, si se tratara de Eth
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105.¿Dónde está mi marido?
Jareth Mars no paraba de golpear el rostro del sujeto que había secuestrado a su esposa tomándolo de sorpresa tras la entrega del dinero por la furgoneta negra.—¡Deténganlo, no dejen que lo mate!— escucho a lo lejos Jareth, que alguien gritó.Pero castigar a ese hombre era en lo único que pensaba.Raphael no esperaba el ataque por parte del marido de la mujer, quien lo sometio tras golpear su cabeza contra la puerta de su auto.Para cuándo lo quitaron de arriba del hombre su rostro se encontraba desfigurado y ni qué decir de los nudillos de Jarerh Mars, quien todavía peleaba y soltaba patadas a los hombres que se encargaron de quitarlo a la fuerza del hombre que se había llevado a su esposa.—¡Déjenme, no puedo dejarlo vivir!— gritaba mientras un par de hombres lo sujetaban por los brazos, arrastrándolo un par de metros lejos del hombre.Fue la intervención de Vladímir quien lo trajo de nuevo al presente al tomarlo del mentón y hacer que le prestará atención—Debes concentrarte, tu
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106. ¿Habrá pasado algo?
—Señores Mars, pónganse cómodos, es momento de llevarlos de nuevo a la civilización.Jareth se acomodó sentándose cerca de donde se encontraba Claire, sin dejar de abrazarla, es más, la acomodó aún más en sus brazos. Bajo ningún motivo, él se apartará de su lado. No otra vez—Es momento de dejar atrás esta pesadilla, mi amor— susurro Jareth sintiendo como la furgoneta empezaba a andar. Pronto llegarían al hotel de los MartinelliChristian se daba vueltas por la habitación muerto de los nervios, sin saber qué más decirle a sus nietos, quienes ahora ya no paraban de preguntarle ¿Qué pasaba con sus padres?Él también quería saber qué pasaba, Lo último que había sabido de Jareth era que se dirige al punto de encuentro donde el intercambio se llevaría a cabo.¿Habrá pasado algo?Se preguntaba, la presencia de Enzo que siempre lograba tranquilizarlo en ese momento parecía insuficiente.Pero es que no podía estar en paz sin saber qué había pasado, sin temer que sus nietos llegaran y le hicie
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107. Recordé nuestra primera vez
Jareth tomó a Claire en sus brazos, nada más llegaron al hotel, y no pensaba parar hasta llegar a la habitación que ambos tenían en el hotel de los Martinelli. Sin embargo, fueron abordados en la recepción por Laura, la esposa del ítalo americano, nada más lo vio entrar.—Mi esposo y yo deseamos que esta última noche en las vegas les hagan disfrutar de haber venido y logren olvidar un poco el trago amargo, hemos hecho arreglos para que ambos sean cambiados a una suite mejor, disfruten de nuestro regalo— les había dicho Laura antes de dejarlos continuar con su camino Lo primero que notaron era que efectivamente esa habitación era mucho mejor, además que había algo en el ambiente que los relajaba y parecía transportarlos a otro lugar, y les hacía solo pensar en ellos dos, como si el mundo no existiera más allá de la puerta que ambos habían cruzado— Primero de todo necesito una ducha, huele realmente mal — dijo Claire una vez estuvieron en la habitación, quitándose rápidamente esa ropa
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108. ¿Qué te parece si no lo sabemos…?
Sus uñas se clavaban en los hombros de él al aferrarse a su cuerpo, de su voz salían gemidos, nada comedidos que inundaban toda la habitación, podía sentir como el placer se iba engrosando cada vez más bajo su bajo vientre.Había extrañado tanto sentirlo, reclamarla así, entregarse así a él va la vez que tomaba todo lo que él tenía para darle.Sus manos recorrieron su vientre plano hacia arriba, aferrándose a uno de sus senos, jugando con su pezón, endureciéndolo un poco más antes de poder llevárselo a la boca y tirar suavemente en pequeñas succiones, algo debía de estar mal con él, porque de solo saber que su una pequeña boca estaría ocupando el lugar de la suya hizo que su polla palpitara aún más en el interior de Claire, sobre todo al saber que esa nueva vida la mitad de ella, era una parte de él y de ella.Claire rebotaba sobre su pelvis y él no hacía más que ir en su búsqueda cada vez con mayor insistencia.Paso de un seno al otro, dándole es el mismo, trató, aferrándose a sus na
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109. ¡Hazlo Jareth …!
— Joder… te necesitaba tanto — murmuró contra la boca de él, tirando de su labio inferior con los dientes antes de profundizar ese beso y convertirlo en uno lleno de necesidad y posesividad.—Y yo… Eres mi todo Claire.Jareth entró más en el interior de Claire la llevó hasta una de las orillas, sin salir de su interior, el agua del jacuzzi lo ayudaba a que eso fuera posible.Ella se dejó llevar por él hasta la orilla, completamente aferrada a sus hombros, gimiendo por la forma que lo sentía dentro mientras la acomodaba sobre el jacuzzi Jareth necesitaba moverse, hacerle sentir toda esa excitación que había estado acumulando todos esos días lejos.Una vez encontró la manera de ser él quien se moviera, no dudó en mover sus caderas hacia afuera, casi saliendo de su interior, volviendo a entrar con fuerza, una y otra vez, en estocadas largas y profundas, que lo llevaban a buscar sus labios y callar los gemidos que le provocaba la fricción de las paredes de Claire sobre su miembro.Sobre
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110.¿Tienes idea de lo rápido que corren tus nietos?
Danielle y Henry se encontraban con los brazos cruzados y una expresión sería.Habían pasado varios días en los que ellos habían hablado con su madre, con su padre solo un momento, un par de días antes que les había dicho que no llegarían ese día, porque mami había pillado un dolor en el estómago que la mantenía en el baño y por eso no podía hablar con ellos.Pero ese día ambos niños tenían decidido que lo que querían era hablar con sus padres.—No, no iremos a la escuela, ni comeremos verduras, si mamá y papá no hablan con nosotros.La mayor incitadora era Danielle.Christian sonrió al ver a su nieta en la típica pose de su padre cuando se decía que se haría lo que él quería.Pobre de los que no se enteraban o no creían que se saldría con la suya.—Dada, ¿papá se ha robado a mamá?— preguntó de pronto Henry a su abuelo, quien en ese momento buscaba ayuda de alguien.Gracias a dios, en ese momento llegaba Enzo.—¿Por qué no dejan que hable con Enzo y después de una hora hablamos con su
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