Ese día entendí las razones por las que Esmeralda ya era, en solo tres días, la estrella del concurso. y lo seguiría siendo. Estaba metida de lleno en la competencia, disfrutaba cada momento, incluso una cena con los jueces, la salida a pescar, el paseo de vuelta en el autobús, en el que, después me dijeron, se durmió sobre el hombro de la chef Daniela Soto. Se hacía sentir y querer por todos, hasta los jueces. Creo incluso que ninguno de los participantes se atrevería, en este momento, a elegirla para ser eliminada. Claro, a medida que la competencia avanzara y hubiera menos opciones, ese momento llegaría, lo mismo que las rondas en las que tendría que enfrentarse a alguno de los chef master, pruebas en las que la habilidad se sobrepondría al carisma, pero, incluso en eso, parecía destacar y, aunque contó con la ayuda de Daniela en la preparación,
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