Un día antes de la cena, Kiara llegó a casa del trabajo sintiéndose un poco inquieta. Martiniano aún no le había contado su plan para la cena de Cristina, porque no había encontrado el momento, y bueno, dudaba un poco en preguntarle.En cuanto Kiara llegó a su habitación, se dejó caer en la cama, deseosa de deshacerse de la sensación de hambre en el estómago. Se quejó cuando unos golpes en la puerta se lo impidieron.Se levantó y se aclaró la garganta.—Está abierto—, gritó y la puerta se abrió de repente, dando la bienvenida a Martiniano.—¿Puedo hablar contigo?—, preguntó él, acercándose a ella.—Sí, siéntate—, le indicó ella con una palmada en la cama.Martiniano sonrió débilmente y se sentó a su lado en la mullida cama. Se aclaró la garganta y empezó.—Me preguntaba si podrías ser mi cita para una cena mañana—, dijo.Kiara tardó un rato en darse cuenta de lo que estaba diciendo. Sólo quería dormir.—¿Mañana?—, preguntó ella, sorprendida de que se lo preguntara de repente. ¿No podí
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