24. TE JURO.
Mi estómago parecía envenenado por miles y miles de mariposas color rosa, mi mente no estaba racionando, mi cuerpo mucho menos. El impacto de sus palabras en mí fue brutal, Valeska me deseaba tanto como yo a ella. El beso hizo que mi temperatura corporal subió precipitadamente, mis manos apretaban y amasaban sus nalgas con deseo, su mirada me llevó a un atardecer mágico, sus manos recorriendo mi piel eran como un rosal lleno de espinas de algodón, rasgaba pero no dolía, era encantador. —Eres deliciosa, me encantas—susurre en su oído y ella empujó su pelvis para pegarse más a mi, quería más. Quería ser brusco, el instinto me lo dictaba, quería apretar con más fuerza, presionar, morder, lamer, pero enredados como estábamos y haciendo uso del poco autocontrol que me quedaba, deje con delicadeza su espalda sobre la cama, allí mis labios rodaron por su cuello y deje un camino de besos por las montañas de sus senos, mordí sus pezones por encima de ese hermoso encaje que era el sostén
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