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Todos los capítulos de MENTIROSO AMOR: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. LA ABUELA.
Me fijé en el rostro de Valeska, quería ver su expresión cuando comenzó a ver las dimensiones y opulencia del lugar al que estábamos por entrar, sus pasos se hicieron menos rápidos y estaba mermando la velocidad. —¿Ivar, esto qué… significa? —Vamos —le dije más en una orden, aunque no me gustaba usar ese tono con ella. —Ivar, espera esto… yo no puedo. —Valeska, mi padre tiene mucho dinero, yo también tengo mucho dinero, se que no lo uso y que no lo muestro, ese no es mi estilo, pero tu no mereces menos que esto —le di un beso en la frente—. Acostumbrate a que una mujer como tu, no merece menos que esto que te puedo ofrecer y aún con esto en mis manos, no es suficiente para ti. Sus rubios cabellos estaban desordenados sobre mi pecho, sus ligeros brazos estaban anudados a mi cintura y el calor de su cuerpo estaba encendiendo el mío. Habíamos llegado a la madrugada al hotel y luego de hacer el amor, sin quitarle ese lindo vestido y habiendo dañado las bragas que ya no eran de estrel
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32. NO TE CIERRES.
El no de mi abuela fue rotundo y yo no esperaba aquella negativa a vivir con nosotros, al principio la pelea duró casi dos horas dentro de la habitación del hospital, se negó a salir de allí si debía vivir con nosotros. —Abuela, no es necesario. —No tengo razones para vivir con ustedes dos. —¿Entonces con quién vas a vivir? —Sola. —Sabes que es imposible, requieren de cuidados especiales. —Yo puedo. —Señora —intervino Ivar, ya muy cansado—, Valeska y yo hicimos todo para que usted esté cómoda. —Y lo agradezco, pero no quiero ser una carga para ustedes. —Le aseguro que no será una carga, todo está listo —la insistencia de Ivar por convencer a mi abuela, me ayudó a relajarme un poco. Pero ella no cedía en nada. —Ustedes están recién casados y no creo que sea prudente que yo... —Tenemos dos enfermeras, una cocinera y una persona encargada de la limpieza, ni usted ni Valeska se deben preocupar por nada —¿en qué momento Ivar contrató a todo ese personal? Lo miré sorprendida por l
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33. VIVIENDO JUNTOS.
—¿Y de tu padre? ¿Lograste despedirte de él? —sentí como el nudo de mi garganta, doloroso, bajo a mi estómago y mi piel se puso fría enseguida, había algo en su pregunta y en su mirada que no me gusto. —Bueno eso fue diferente, fue un accidente.Nos quedamos en silencio, había más dolor en nosotros dos y nuestros pasados del necesario para dos personas tan jóvenes.—Señor, debemos partir —nos advirtió el conductor.—Si, gracias.Ivar pasó su brazo por mi cintura y me dejó caminar delante de él, hasta que escuchamos un grito.—¡Valeska! ¡Valeska! —ambos giramos y vi venir corriendo al hombre que un día fue un chico y trabajaba para mi abuela como su contador personal.—Nick, qué alegría verte —le saludé cuando ya estaba junto a nosotros dos. —Estaba... trabajando y casi no logro llegar a despedirme, vine a visitar a tu abuela casi todos los días, pero nunca estabas —Ivar tomó mi mano, aunque su brazo ya rodeaba mi cintura. Era increíblemente territorial.—Es que estaba en...—Mucho
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34. ¿ENAMORADO?
—Joshua, debe ser una broma —no tenía ganas de discutir con él. —No.—Cho, por favor —dije mirándolo mientras yo fumaba como loco. —No me hace caso —me contestó el asiático mientras terminaba de beber una cerveza. —Es la única manera, Ivar.—No, ya te dije que te puedo dar el dinero y...—¡No quiero el dinero de tu familia! —grito Joshua molesto y rojo de ira. —No es de mi familia, es mío del que he ahorrado con el tiempo —mentí, pero a medias. —Entiendo si ninguno me quiere ayudar, pero yo debo...—No debes, esto lo haces porque eres terco y bruto —Cho se puso de pie, ese hombre era grande, casi tanto como yo—. Prefieres ponernos a todos en riesgo, que aceptar una mano amiga. ¿Y sabes por qué lo haces?, porque sabes perfectamente que no te diremos que no. Ni este salvaje de Ivar, ni yo te vamos a dejar solo nunca.—Cho, por favor, no... —le estaba suplicando a Cho, pero Joshua no daba su brazo a torcer.—No Joshua, te he amado desde el principio, te he respetado y acompañado, cu
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35. LA ÚLTIMA PELEA.
Me abrace a su cintura cuando mi cuerpo casi desnudo tocó el colchón. —Llegas tarde —yo la creía dormida. —Joshua —ella sabía a lo que me refería. —Ivar, ya te dije que no es necesario que regreses, ahora gano un poco más y mantendré las alacenas llenas, pagaré las cuentas de la casa y... —¡Ey! nena, no es necesario —acallar sus palabras con un beso y un mordisco en ese hermoso cuello. —Promételo —dijo mientras sabía que estaba mirando al horizonte. —¿Qué? —Que no volverás a pelear, que no te pondrás en riesgo. —Valeska, yo... —Prometelo —su cuerpo se puso sobre el mío y aunque estábamos a oscuras allí en la habitación, podía ver el brillo de sus ojos. Brillo que se podría confundir con unos ojos aguados. —Te lo prometo, no volveré nunca —sellé aquella falsa promesa con un beso. Sus pequeños brazos me rodearon de una forma tierna y sutil, era como si no estuviese conmigo, era más bien que estaba dentro de mi, toda ella estaba invadiendo cada rincón, cada célula de mi ser
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36. EL MIEDO Y EL TERROR.
Mis pies andaban de aquí para allá, algo me decía que Ivar no iba a estar bien, que no debía ir y que yo no debí haber dejado que se marchará de casa. —¿Por qué no lo buscas? —La voz de mi abuela en la habitación me sacó de mis peores pensamientos. —Porque va a creer que soy una celosa. —O que estas preocupada por su bienestar. —Abuela, yo creo que... —¿Qué? —¿Qué es lo que crees Valeska? Que tal vez Ivar salga herido, que lo maten, que sus ojos se apaguen, que tenga que verlo lleno de sangre, que su corazón deje de latir como lo hizo el de Joshua, que Mr Cho no llegue a tiempo. Que la vida juntos haya sido demasiado corta. Que Ivar se fuera para siempre de mi lado. Tenía miedo de todo y de nada, porque lo más probable es que Ivar estuviese tranquilo visitando a Joshua que continuaba recuperándose y yo solamente estuviese haciendo un show dramático e innecesario. —No creo que sea bueno ir a interrumpir su reunión con sus amigos. —No lo vas a interrumpir. —Abuela... —se sent
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37. CUANDO INVOCAN AL DIABLO.
—Le di un calmante, con eso debe dormir al menos por un día completo. —Gracias Cho —salimos de la habitación, en la que Valeska estaba durmiendo, era nuestra habitación. La había llevado a casa luego de mucho pensarlo, era mejor que al despertar se sintiera cómoda y no en un lugar extraño. Su abuela era lo de menos para mi. —Ivar, dijiste... allá cuando enfrentaste a Joshua, dijiste que la amabas, que la amas, que es tu mujer y que... —yo tenía mis ojos fijos en la puerta cerrada— ¿Es eso verdad? —Si —la palabra salió determinantemente de mi boca y yo simplemente lo dejé ser. —La amas, enserio la amas —Cho parecía no dar crédito a mis palabras y a mi afirmación. —Cho, necesito saber quiénes son y dónde están —apreté mis puños con fuerza. —Ivar, son peligrosos, son malos y... —Y se metieron con mi mujer, con lo que yo... —¡Mierd@! De verdad la amas, de verdad estás dispuesto a dejar todo por ella. —Todo, incluyendo mi sangre de ser necesario. Tengo menos de unas horas para en
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38. LA CIUDAD QUE ARDE.
Baje de allí y salí de ese lugar, sabía exactamente lo que ese hijo de puta quería y yo no podía perder más tiempo, los minutos pasaban y tenía que estar junto a Valeska cuando ella abriera los ojos. Necesitaba que supiera que siempre iba a estar a su lado, sobre todo por que sus últimas palabras antes de quedarse dormida me partieron el corazón. "Lo prometiste y me fallaste, tu también me fallaste" Tenía que demostrarle que no le había fallado, que ella era todo y que estaba dispuesto a hacer que el mundo ardiera por su honor. Partimos al otro lado de la ciudad y llegamos al club del que era enemigo el bastardo, aquel que tenía bajo su custodia a los americanos. Entre sin permiso y arrasando con todo, Cho me ayudó en cada paso, golpeamos y lanzamos licor por todo lado y cuando la música se apagó, decidí gritar y clamar por los americanos, todos allí me conocían, pero nadie respondía. Desenfunde el arma y di varios tiros al aire, mientras Cho regaba botellas y botellas de alcohol
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39. LA PRINCESA DEL VILLANO.
—Deberías estar dormida —acaricie su masculino rostro y una lágrima rodó por su mejilla. ¿Por qué lloraba? —Ven aquí, te extraño —no sabía qué más decirle. —No quiero que... No quiero lastimarte, Valeska. Prefiero que descanses. —No puedes hacerlo, no puedes lastimarme y yo no puedo descansar si no estás junto a mi —era extraño sentirme bien y mal al mismo tiempo, mi cabeza estaba pensando muchas cosas a la vez. —Mira cómo estás, prometí algo que no cumplí y… —Fue mi culpa, no debí ir hasta ese lugar —sabía que no era mi culpa, pero no podía evitar sentirme de esa manera. Además del hecho —No puedes culparte, si yo no me hubiese ido, si no me hubiese marchado de tu lado, las cosas... —Lo que está destinado a pasar, pasará —limpió esa última lágrima con brusquedad. —Así no funciona la vida, Valeska —dijo casi molesto. —Para mi ha funcionado así siempre Ivar, si las cosas malas me han de pasar, ellas simplemente pasan y de alguna manera he aprendido a vivir con... —Valesk
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40. UNA TRANSACCIÓN.
—Valeska —la llamé suavemente y sus ojos se abrieron mirándome y sonriéndome. —Ivar —su mejilla aún estaba hinchada, habían pasado dos días desde ese maldito incidente. Su abuela estuvo a punto de asesinarme y tuve que soportar un par de golpes con ese maldito bastón, la vieja tenía fuerza. —Necesito que me escuches —le había dado muchas largas al asunto y mi hermano, Isaken, estaba a punto de colgarme del cuello. —Siempre te escucho, pero tengo sueño —desde el incidente Valeska dormía más que de costumbre, pero entendía que prefería estar encerrada en la habitación sintiéndose segura. Pero sobre todo podía sentir el dolor de las palabras que me había dicho la mañana siguiente de lo sucedido, ella estaba sumergida en la tina de agua tibia, mientras yo la ayudaba a bañarse. —Ivar… —¿Qué necesitas, preciosa? —Yo… quiero que sepas… —no sabía si hablar o guardar silencio. —Puedes decirme lo que quieras —la motivé a hablar. —Anoche, cuando esos hombres… ellos intentaron… tu sab
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