La sonrisa de Ximena al soltar las barras y comenzar a caminar libremente sin ayuda hizo que a Connie se le llenaran los ojos de lágrimas de felicidad. Era maravillosos ver cómo había logrado ya comenzar a caminar sin ayuda y podía moverse sin sentir dolor y sobre todo sin miedo a salir lastimada.—¡Mamita, lo logré! — gritó y corrió hacia los brazos de la mujer que consideraba su madre — ya no me duele nada, ya no siento nada, puedo volver a correr — repetía la niña emocionada de por fin dejar a tras la silla de ruedas y los aparatos ortopédicos.—Gracias Michelle — dijo Connie con sinceridad, pero también con alivio, eso quería decir que finalmente la fisioterapeuta saldría de sus vidas y ella y Gabriel dejarían de discutir por su causa.—Antes que cualquier cosa, soy una profesional — contestó — mi compromiso con Ximena ya está saldado, ese era mi principal motivo para estar aquí, pero no voy a irme tan pronto, ahora sí, una vez que terminé con el trabajo, comenzaré con la verdader
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