Dasha Petrov—Sigue la luz, por favor —pidió el médico con cautela y le obedecí al instante. Luego de que Sergei se fuera de la mansión, Alek había mandando a llamar a un médico para que el mismo me revisara, pues luego de unos minutos acostada en el sofá de la biblioteca, el dolor en mi cabeza se volvió más fuerte y se me hizo imposible seguir fingiendo que todo estaba bien. Así que, Alek molesto conmigo por no decirle lo que estaba pasando, llamó al médico de la familia y este llegó en tiempo record. Me trajeron a la habitación y aquí me hicieron esperar a que llegara, que no se tardó más de 20 minutos en aparecer por la puerta de la habitación con un maletín negro, su característica bata blanca y una sonrisa amable en el rostro. Era un hombre ya mayor, era realmente alto, se veía ya conservado y lo que más llamaba la atención eran sus ojos azules, y, además, tenía las suficientes canas en su cabeza y barba como para calcularle unos 60 años o quizá más. Ya tenía algunos minutos
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