Salvatore se quedó en silencio. Quería decir que sí, pero confiar en las personas no era tan simple para él.Los ojos de Isabella se llenaron de decepción y quiso decir algo para borrar esa expresión de su rostro, pero ya era tarde. —Ya veo —dijo ella con la espalda recta—. Supongo que irte a la cama con alguien no cambia nada —dijo ella con una sonrisa que no llegó a los ojos—. Mi error, no volveré a olvidar que se trata solo de sexo.Isabella se soltó de su agarre y se dio la vuelta. Salvatore la llamó por su nombre y ella se detuvo.—Vamos, no hagamos esperar a nuestro invitado.Ismaele podía esperar por el resto de su vida en lo que a él respectaba. De hecho, esperaba que se aburriera y desapareciera. Sin embargo, Isabella parecía no compartir sus sentimientos. Sin darle tiempo a decir nada más, ella se alejó a pasos apresurados.Salvatore no quería sentarse en la misma mesa que Ismaele, pero no había manera de que lo dejara a solas con Isabella. No tardó en seguirla, la alcan
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