En medio de un blanco amanecer, Bradley despertó con Emma entre sus brazos. Su estómago reclamó por comida, pues ninguno había cenado y sí que habían quemado calorías durante la noche con más de una sesión amorosa.Salió despacio del lecho para evitar despertarla y se acercó al montón de ropa que se había quitado. Mientras metía las piernas en sus pantalones, vislumbró la deliciosa y diminuta tanga de seda negra que Emma había llevado puesta y que tan fácilmente quedó descartada en cuanto pisaron la habitación de la joven. Después de atarse las agujetas de sus zapatos Oxford, dejó de luchar contra la tentación que le representaba la seductora prenda que yacía en el suelo y la atrapó en su mano para guardarla en el bolsillo de su pantalón. Vestido al completo, volvió junto a Emma, se inclinó y la besó en la frente, posando una mano en su rostro con delicadeza. Ella continuó dormida mientras él la miraba con una enamorada sonrisa.Se colocó el abrigo y salió del departamento con la
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