—¿¡Cómo pudiste permitir que nos hicieran esto!?—protestaba Nadia en contra de su esposo. Mihai estaba sentado sobre un sofá, el viejo sofá y del que años atrás había querido deshacerse, pero la verdad no pensó que volvería a ese sitio.Al morir su padre, había vendido la mayor parte de su herencia, las cuales eran propiedades. Casas, departamentos, bodegas y algunos terrenos, todo eso, por supuesto, no tenía mucho valor, no era una cantidad que pudiera competir con lo que valía la empresa familiar, la cual su estúpido padre le había dado a su hermano mayor. Con las ganancias, su familia se había dado algunos lujos innecesarios, viajes, ropa, joyas, pero nada que pudieran conservar, por lo que pronto quedaron en la misma situación. Mihai era un bruto cuando se trataba de trabajo, su padre siempre había deseado que se empleara en algo que él pudiera y supiera hacer bien, pero tal como Dmitry, él era muy bueno en el juego y las apuestas, pero él iba a un nivel que Dmitry no se permitía
Leer más