Hizo un par de movimientos laterales entre sus labios vaginales, haciéndose paso hacia su clítoris, entonces abrió un poco más las piernas para tener más espacio. Metió un dedo dentro de su intimidad para humedecerlo, lo metió un par de veces hasta conseguir lubricarlo, luego lo saco y lo llevo de nuevo hacia la cima de su clítoris, el cual ya estaba lo suficientemente inflamado como para sentirlo y encontrar fácilmente su ubicación. Hizo movimientos circulares sobre él, acariciándolo con ternura, no hacía falta, movimientos desesperantes, no cuando ya estaba demasiado excitada y no era precisamente por lo que estaba haciendo sino por quien estaba haciendo eso, porque sentía su mirada penetrante sobre ella, en sus movimientos, como si su vida dependiera de ello, así lo sintió. Juntó tres dedos, los alzo levemente sobre su zona hinchada y luego comenzó a palpar con ellos su clítoris, estaba tan humedad que su humedad había comenzado a salir y resbalar de ella. El sonido que creaba la
—¿De verdad quieres lastimarme?— se atrevió a preguntar. Dmitry no respondió, solo lo hizo el viento afuera. —No escuche ninguna queja en mi oficina—dijo después de unos segundos. Movió la fusta con lentitud entre la abertura de su cavidad, aún seguía húmeda, pero ya no como antes, el miedo había desaparecido todo rastro de excitación. —No creí que fueras hacer esto—refuto ella, intentando hacer hacia atrás, para reincorporarse y verlo de frente, pero Dmitry la detuvo precisamente con la fusta. —¿Hacer que, preciosa?—dijo él con cierta crueldad, no recordaba la última vez que se había divertido de esa manera, comparando lo que iba a pasarle a Sarah esa noche iba a ser tan excitante que lo que había pasado en Mónaco iba a ser solo un juego de niños—ni siquiera he empezado. —Por favor, Dmitry… —¿Por favor qué?—protesto— fuiste tú quien fue a buscarme, quien forzadamente consumo nuestro matrimonio y quien me obligo a regresar. Solo quiero imponer mi derecho sobre ti como tu esposo, h
Pero lo siguiente, eso sí le causaría cierta molestia a Sarah, pero ella no estaba en condiciones de quejarse, sin embargo, Dmitry se sintió obligado a avisarle, no quería lastimarla. —Relájate—le dijo mientras jugueteaba con su ano, con el plug anal que llevaba en la mano, aunque su secretaria le había llevado uno interactivo, uno que tenía pelo aparentando ser la cola de un zorro blanco, aunque a Dmitry le causó cierta gracia, pues eso penaba de su esposa, que era una zorra, pero no de una mala manera, solo recordó a la chica que había conocido en Mónaco a Nina, la verdad es que la quería de vuelta. Poco a poco lo fue introduciendo, hasta que la cola colgó de entre sus glúteos, como si fuese parte de su cuerpo. Sarah soltó un leve quejido, aunque había intuido que era lo que pasaría, su cuerpo no aceptaba lo que estaba obstruyendo aquella abertura. Al ver que la cola la había dejado un tanto incómoda, Dmitry decidió subir la velocidad del vibrador, eso la distrajo, así que aprovec
Antes de venirse, Dmitry sacó su miembro para que su eyaculacion terminara ahí, sobre la piel desnuda de sus glúteos.Instintivamente gimió, lo que acababa de ocurrir no se comparaba con lo que había pasado en Mónaco, la verdad era mucho mejor.Sarah percibió el calor que emanaba su esperma, se sentía extraño y un tanto asqueroso, pero trató de no pensar en ello, para no vomitar claramente. Se concentró en su propia respiración y tambien en rememorar y guardar para sí misma esa noche. La primera en que Dmitry se atrevía a tomarla, ya no como Nina, sino como su esposa.—Tienes cinco minutos—emitió Dmitry una vez que la última gota de su semen cayó sobre su piel. Metió nuevamente su miembro en el interior de su cremallera y por último ayudó a Sarah a quitarse las esposas.Ella se reincorporo automáticamente, no había pasado mucho tiempo en esa posición, pero por lo tensa que se había puesto al principio, parecía como si hubiese pasado días así.—¿Cinco minutos para qué?—preguntó en voz a
Sarah respiro hondo, llevaba media hora colgada de sus brazos, se había aferrado lo más posible a las esposa. Tomarlas con fuerza era la única forma de poder soportar el dolor, eso y tensar la mandíbula.Dmitry le había introducido el vibrador en el interior de su vagina y entre cada golpe, también había sentido placer. Diez golpes era su límite, sonaba un número bastante pequeño, pero para un cuerpo tan frágil como el suyo, era bastante pedir.Dmitry había sido bastante bueno, eso pensó ya que, había percibido que sus golpes eran suaves controlados, pero aun asi, sabía que su espalda debía estar marcada por sus azotes.—Detente—musito con la respiración entre cortada, pero no fue suficiente sonoro para que él pudiera escucharla, así que terminó proporcionándole un golpe en la espalda que ella ya no pudo tolerar.De la garganta de Sarah salió un grito que desconcertó a Dmitry, por lo que se detuvo en seco mientras observaba como el cuerpo de su esposa intentaba retorcerse del dolor.—
Al irse Dmitry, Sarah se levantó de la bañera. Se seco el cuerpo con aquella toalla seca, comenzando por las piernas, deslizando la tela por la piel de su cuerpo.Las nalgas le dolían y que decir de la espalda. Al mirarse al espejo descubrió que está estaba completamente roja, tenías las marcas del cuero sobre su piel. Dmitry podía ser duro si se lo proponía. Una vez lista, se enredo la toalla alrededor de su cuerpo y salió a la habitación. Dmitry ya había hecho la cama, se había desnudado y se había recostado. Descansaba la cabeza en la almohada, con los ojos cerrados y la respiración tranquila. Ni siquiera aquella increíble semana en Mónaco, Dmitry había estado tan tranquilo como en ese momento. Debido al frío, Sarah intentó buscar algo que ponerse antes de acostarse en la cama, por lo que entendió, Dmitry no se iría esa noche así que no le quedaba más remedio que compartir la cama, solo que no quería recostarse desnuda ya que la tormenta advertía que la noche seria mas que fría.
—¿Olga? —cuestiono Sarah desconcertada. ¿Donde estaba la otra?De pronto, recordó que antes de que se casara con Dmitry, el servicio de la casa era otro y esos hombres y mujeres le eran lean al señor Petrov, es decir su suegro.—¿Y la otra? —por un momento olvido su nombre, esa mujer nunca se había mostrado respetuosa con ella cuando vivía en ese lugar, de hecho siempre la había tratado igual que la familia de Dmitry lo había hecho.—El señor Petrov rescindió de ella antes de que iniciará el servicio—explicó la mujer con una sonrisa en su rostro, parecía feliz de volver aquel lugar.—Entiendo—dijo un tanto desconcertada, quizás ella tenía sus razones para despedirla, pero Dmitry no ¿Cierto?— ¿Sabe a que hora se fue mi esposo?Olga, asintio. —Se fue a las seis de la mañana, dijo que tenía pendientes por resolver, pero antes de irse me pidió que le diera un mensaje—explico OlgaSarah alzó ambas cejas sorprendida y al mismo tiempo curiosa, si bien una noche no era suficiente para hacerlo
Ir de compras era una actividad que tenía mucho tiempo que no realizaba. La última vez había sido aquella tarde en que Alek la había acompañado a surtir la lista de prendas que Natasha le había recomendado para su viaje a Mónaco. Aunque la verdad, toda la ropa que Alek le había patrocinado, eran conjuntos que ella no se pondría en la vida cotidiana. El objetivo había sido seducir y conquistar a Dmitry y claro que lo había logrado gracias a esa ropa y por supuesto los consejos que aquella joven y bella mujer le había dado, ciertamente le debia su felicidad. Llegar en un auto último modelo, con un chofer y varios guardias alrededor, fue para Sarah algo vergonzoso. Todo el mundo la miraba con curiosidad, murmuraban a su alrededor y aunque era demasiado incómodo para ella, de igual forma tuvo que adaptarse porque de negarse a ser vigilada y ordenarles irse de su lado, significaba un regaño seguro por parte de su esposo, así que si quería estar tranquila con él, debia aceptar que esos hom