—¿Recuerdas el hombre del que te hable?—dijo Sarah esperando que Natasha no la hubiese ignorado mientras le contaba sobre él. —Si—dijo ella haciendo memoria—dijiste que estaba dispuesta a aprender de nosotras con tal de tenerlo a tus pies. ¿No lo lograste? —De hecho, esta mañana pensé en ti. En lo mucho que te debo por ayudarme a seducirlo—expreso tomando la mano de Natasha en agradecimiento, ella la miro desconcertada. —¿Lo lograste?—cuestiono impactada, puesto que no se imaginaba que Sarah terminaría de ese modo al conquistar a ese dichoso hombre. —Sí, de hecho, todo lo que me enseñaste funciono bastante bien, más de lo que pensé—se llevó la mano hacia el vientre mientras esbozaba una sonrisa. —¿Estás embarazada?—alzo la voz Natasha llevándose la mano al pecho, no podía creer lo que decía—¿Cómo paso? ¿Qué diablos digo? Claro que sé como paso, pero ¿Realmente quieres un hijo de ese hombre? Sarah asintió y en sus labios se dibujó una sonrisa aún más grande. —Debo aceptar que ese
Después de cenar, Sarah decidió sentarse frente al fuego en la estancia principal. Olga le llevo una taza de leche caliente y un cozonac, un pan dulce tradicional de Rumania que usualmente se consumía aún más en invierno. Con una manta sobre sus piernas, contemplo el fuego dándole pequeños sorbos a su taza. Suspiro al recordar las palabras de su amiga Natasha, tenía razón y eso la hacía sentirse mal consigo misma y claro, con el trato que Dmitry le daba. —Señora—dijo Olga en cierto momento—¿Desea alguna otra cosa? —No, muchas gracias—respondió Sarah con una sonrisa. Olga podía no ser parte de su familia, pero sabia porque Dmitry le había devuelto su empleo, era bastante agradable y te hacía sentir en casa, algo que le hubiese gustado tener al llegar a vivir ahí— puedes retirarte, no creo necesitar nada más. Olga asintió y se dio la vuelta para retirarse. Sarah tenía en cuenta que el turno de los empleados de la casa terminaba más o menos a esa hora su turno y ya era bastante tarde,
Al abrir los ojos, una extraña sensación la invadió, era como una fatiga que había invadido su cuerpo, lo sentía demasiado pesado como para moverlo, parpadeo varias veces, incluso sus ojos se negaban a darle una visión concreta de lo que estaba ocurriendo. Intento no ser presa del pánico, así que para tranquilizarse respiro profundamente y dejo escapar el aire poco a poco para comenzar de nuevo. Hizo un nuevo intento, esta vez su vista le proporciono una imagen nebulosa, veía formas y colores, pero nada concretamente, era como si tuviera una tela encima de sus ojos que no le permitían ver nada. Era de día, eso pensó, había bastante luz, pero no parecía ser la luz del medio día, sino que la luz que iluminaba la habitación era la que alcanza a meterse a la media tarde. Volvió hacer el esfuerzo por aclarar su vista, se sentía demasiado cansada, su cuerpo le rogaba por un poco más de descanso, cerrar los ojos y volver a dormir, pero estaba inquieta, no sabia que pasaba y eso la aterraba.
Cuando Sarah se quedó dormida, Dmitry aprovecho el momento para irse del hospital, debia cambiarse de ropa, había dormido en el hospital, pero no solo por esa razón se iba, sino que necesitaba un tiempo a solas. Se había estado conteniendo por Sarah, uno de los dos debia consolar al otro, pero él de alguna forma también sentía devastado. Si bien aún no había aceptado del todo la existencia de un hijo suyo en el vientre de Sarah. Los últimos días había descubierto que sentía algo más que solo atracción física por ella. Verla llorar le hizo sentir mil emociones, tristeza, ira e impotencia por lo que había sucedido. Al llegar a casa, había descubierto a Sarah ensangrentada al pie de las escaleras, no pensó en culpables hasta que Gerald le entrego las piezas de lo que parecía ser un collar de perlas que también poseía una fina joya rosada que él recordaba muy bien. Su madre había poseído un collar similar que su padre le había obsequiado en algún cumpleaños, pero aquel collar había desa
—Señor—escucho Dmitry en cierto momento, aquella voz femenina le hizo despertar de la tortura autoinfligida que había estado haciendo todo ese tiempo. Horribles pensamientos que él creía que su familia se merecía por haberle robado aquella extraña sensación de ser padre, si bien en un inicio había despreciado la idea, ahora se sentía culpable por no haber añorado aquella criatura como ahora lo hacía. Dmitry levanto la mirada y vio a Olga justo frente a su escritorio, se preguntó el porqué habría pasado sin su consentimiento, pero después de reaccionar que ni siquiera había escuchado sus pasos, seguramente menos hubiese escuchado la puerta e incluso cabía la posibilidad de que en realidad si hubiese tocado, pero al no responderle se había tomado el atrevimiento de entrar. —Sírveme un whiskey—le ordeno sin siquiera escuchar el porqué es que se había presentado en su oficina. Olga, al ver a su señor bastante perturbado realizo la tarea encomendada al instante. Se acercó a la pequeña me
Frente a Sarah estaba una bandeja de comida para ella, tenía una hora esa bandeja ahí, pero no había querido comer absolutamente nada. ¿Cómo podía? Lo miro de reojo, estaba sorprendida de verlo precisamente ahí. Cuando se fue y no volvió, Sarah pensó que ese sería el fin de su relación, pero aunque él había vuelto, eso no garantizaba que se quedaría con ella, tal vez solo sentía lástima. —¿Cómo te sientes?—pregunto Dmitry, pero Sarah no respondió, solo desvío la mirada hacia la ventana. Cerro la puerta y se aproximó justo al sofá al lado de la cama, se sentó e intento tomar la mano de Sarah, ella alejó su mano, Dmitry frunció el ceño y la miro, pero Sarah no se atrevió a devolverle la mirada. Esta vez, Dmitry estiro la mano y obligo a Sarah a tomarle la mano, sin importar que Sarah no lo mirara de frente. Hubo silencio, Dmitry no sabia como abordar lo que había pensado durante todo el camino, pero tenía que decírselo. Afuera se escuchaba el sonido de la ciudad, el sonido de los
—¿Qué haces aquí?—preguntó sorprendida. Dmitry se abrió paso con cierta elegancia y astucia dejando a su prima desconcertada.Ella no sabía nada sobre lo que su madre había hecho, lo único que sabía y tenía entendido era que pronto volvería a París, según lo que su madre le había comentado.—¿Buscas a mi padre? —cuestiono ella al cerrar la puerta, pero Dmitry la ignoró. —¿Y la servidumbre de esta casa? —cuestiono Dmitry, interesado en conocer la precariedad en la que vivían y por lo que estaba viendo era más que obvio que sin su patrocinio, su familia había caído en la desgracia y era ahí donde pretendía dejarlos por haberse metido con Sarah.—P-pues...—dudó, sus padres tenían dinero, pero ya no el suficiente para poder contratar a un servicio de limpieza completo como lo tenía la casa anterior—me parece que estaremos aquí temporalmente así que mis papás dijeron que no era necesario contratar a nadie.—¿Donde esta mi querida tía? —cuestiono enseguida, tenía bastante ganas de matarla,
—Sí, supongo—dijo Jenica tratando de formar una media sonrisa en sus labios, claro que lo que consiguió fue una mueca encorvada que Dmitry interpreto que se trataba de una expresión molesta por tener que atenderlo cuando ya debería estar durmiendo—entonces no me tardo. —Tomate tu tiempo—le expreso con una sonrisa blanca escondiendo en esa expresión la ganas de romperle el hocico a alguien. Jenica salió de la habitación y se encaminó hacia la habitación más lejana para hablar con su padre, el que Dmitry estuviera ahí no debia significar algo bueno ademas de que parecía estar enfadado. Tomo el teléfono fijo y marco una vez, no respondió así que lo hizo de nuevo y sucedió lo mismo, pensó en llamar desde su teléfono móvil. Era usual que su padre no respondiera las llamadas de la casa, sobre todo por su madre, Jenica sabia muy bien que sus padres habían dejado de amarse años atrás, quizás desde que ella era una niña, en casa solía haber discusiones muy a menudo y por ello, siendo más gra