Sarah respiro hondo, llevaba media hora colgada de sus brazos, se había aferrado lo más posible a las esposa. Tomarlas con fuerza era la única forma de poder soportar el dolor, eso y tensar la mandíbula.Dmitry le había introducido el vibrador en el interior de su vagina y entre cada golpe, también había sentido placer. Diez golpes era su límite, sonaba un número bastante pequeño, pero para un cuerpo tan frágil como el suyo, era bastante pedir.Dmitry había sido bastante bueno, eso pensó ya que, había percibido que sus golpes eran suaves controlados, pero aun asi, sabía que su espalda debía estar marcada por sus azotes.—Detente—musito con la respiración entre cortada, pero no fue suficiente sonoro para que él pudiera escucharla, así que terminó proporcionándole un golpe en la espalda que ella ya no pudo tolerar.De la garganta de Sarah salió un grito que desconcertó a Dmitry, por lo que se detuvo en seco mientras observaba como el cuerpo de su esposa intentaba retorcerse del dolor.—
Al irse Dmitry, Sarah se levantó de la bañera. Se seco el cuerpo con aquella toalla seca, comenzando por las piernas, deslizando la tela por la piel de su cuerpo.Las nalgas le dolían y que decir de la espalda. Al mirarse al espejo descubrió que está estaba completamente roja, tenías las marcas del cuero sobre su piel. Dmitry podía ser duro si se lo proponía. Una vez lista, se enredo la toalla alrededor de su cuerpo y salió a la habitación. Dmitry ya había hecho la cama, se había desnudado y se había recostado. Descansaba la cabeza en la almohada, con los ojos cerrados y la respiración tranquila. Ni siquiera aquella increíble semana en Mónaco, Dmitry había estado tan tranquilo como en ese momento. Debido al frío, Sarah intentó buscar algo que ponerse antes de acostarse en la cama, por lo que entendió, Dmitry no se iría esa noche así que no le quedaba más remedio que compartir la cama, solo que no quería recostarse desnuda ya que la tormenta advertía que la noche seria mas que fría.
—¿Olga? —cuestiono Sarah desconcertada. ¿Donde estaba la otra?De pronto, recordó que antes de que se casara con Dmitry, el servicio de la casa era otro y esos hombres y mujeres le eran lean al señor Petrov, es decir su suegro.—¿Y la otra? —por un momento olvido su nombre, esa mujer nunca se había mostrado respetuosa con ella cuando vivía en ese lugar, de hecho siempre la había tratado igual que la familia de Dmitry lo había hecho.—El señor Petrov rescindió de ella antes de que iniciará el servicio—explicó la mujer con una sonrisa en su rostro, parecía feliz de volver aquel lugar.—Entiendo—dijo un tanto desconcertada, quizás ella tenía sus razones para despedirla, pero Dmitry no ¿Cierto?— ¿Sabe a que hora se fue mi esposo?Olga, asintio. —Se fue a las seis de la mañana, dijo que tenía pendientes por resolver, pero antes de irse me pidió que le diera un mensaje—explico OlgaSarah alzó ambas cejas sorprendida y al mismo tiempo curiosa, si bien una noche no era suficiente para hacerlo
Ir de compras era una actividad que tenía mucho tiempo que no realizaba. La última vez había sido aquella tarde en que Alek la había acompañado a surtir la lista de prendas que Natasha le había recomendado para su viaje a Mónaco. Aunque la verdad, toda la ropa que Alek le había patrocinado, eran conjuntos que ella no se pondría en la vida cotidiana. El objetivo había sido seducir y conquistar a Dmitry y claro que lo había logrado gracias a esa ropa y por supuesto los consejos que aquella joven y bella mujer le había dado, ciertamente le debia su felicidad. Llegar en un auto último modelo, con un chofer y varios guardias alrededor, fue para Sarah algo vergonzoso. Todo el mundo la miraba con curiosidad, murmuraban a su alrededor y aunque era demasiado incómodo para ella, de igual forma tuvo que adaptarse porque de negarse a ser vigilada y ordenarles irse de su lado, significaba un regaño seguro por parte de su esposo, así que si quería estar tranquila con él, debia aceptar que esos hom
—¿Recuerdas el hombre del que te hable?—dijo Sarah esperando que Natasha no la hubiese ignorado mientras le contaba sobre él. —Si—dijo ella haciendo memoria—dijiste que estaba dispuesta a aprender de nosotras con tal de tenerlo a tus pies. ¿No lo lograste? —De hecho, esta mañana pensé en ti. En lo mucho que te debo por ayudarme a seducirlo—expreso tomando la mano de Natasha en agradecimiento, ella la miro desconcertada. —¿Lo lograste?—cuestiono impactada, puesto que no se imaginaba que Sarah terminaría de ese modo al conquistar a ese dichoso hombre. —Sí, de hecho, todo lo que me enseñaste funciono bastante bien, más de lo que pensé—se llevó la mano hacia el vientre mientras esbozaba una sonrisa. —¿Estás embarazada?—alzo la voz Natasha llevándose la mano al pecho, no podía creer lo que decía—¿Cómo paso? ¿Qué diablos digo? Claro que sé como paso, pero ¿Realmente quieres un hijo de ese hombre? Sarah asintió y en sus labios se dibujó una sonrisa aún más grande. —Debo aceptar que ese
Después de cenar, Sarah decidió sentarse frente al fuego en la estancia principal. Olga le llevo una taza de leche caliente y un cozonac, un pan dulce tradicional de Rumania que usualmente se consumía aún más en invierno. Con una manta sobre sus piernas, contemplo el fuego dándole pequeños sorbos a su taza. Suspiro al recordar las palabras de su amiga Natasha, tenía razón y eso la hacía sentirse mal consigo misma y claro, con el trato que Dmitry le daba. —Señora—dijo Olga en cierto momento—¿Desea alguna otra cosa? —No, muchas gracias—respondió Sarah con una sonrisa. Olga podía no ser parte de su familia, pero sabia porque Dmitry le había devuelto su empleo, era bastante agradable y te hacía sentir en casa, algo que le hubiese gustado tener al llegar a vivir ahí— puedes retirarte, no creo necesitar nada más. Olga asintió y se dio la vuelta para retirarse. Sarah tenía en cuenta que el turno de los empleados de la casa terminaba más o menos a esa hora su turno y ya era bastante tarde,
Al abrir los ojos, una extraña sensación la invadió, era como una fatiga que había invadido su cuerpo, lo sentía demasiado pesado como para moverlo, parpadeo varias veces, incluso sus ojos se negaban a darle una visión concreta de lo que estaba ocurriendo. Intento no ser presa del pánico, así que para tranquilizarse respiro profundamente y dejo escapar el aire poco a poco para comenzar de nuevo. Hizo un nuevo intento, esta vez su vista le proporciono una imagen nebulosa, veía formas y colores, pero nada concretamente, era como si tuviera una tela encima de sus ojos que no le permitían ver nada. Era de día, eso pensó, había bastante luz, pero no parecía ser la luz del medio día, sino que la luz que iluminaba la habitación era la que alcanza a meterse a la media tarde. Volvió hacer el esfuerzo por aclarar su vista, se sentía demasiado cansada, su cuerpo le rogaba por un poco más de descanso, cerrar los ojos y volver a dormir, pero estaba inquieta, no sabia que pasaba y eso la aterraba.
Cuando Sarah se quedó dormida, Dmitry aprovecho el momento para irse del hospital, debia cambiarse de ropa, había dormido en el hospital, pero no solo por esa razón se iba, sino que necesitaba un tiempo a solas. Se había estado conteniendo por Sarah, uno de los dos debia consolar al otro, pero él de alguna forma también sentía devastado. Si bien aún no había aceptado del todo la existencia de un hijo suyo en el vientre de Sarah. Los últimos días había descubierto que sentía algo más que solo atracción física por ella. Verla llorar le hizo sentir mil emociones, tristeza, ira e impotencia por lo que había sucedido. Al llegar a casa, había descubierto a Sarah ensangrentada al pie de las escaleras, no pensó en culpables hasta que Gerald le entrego las piezas de lo que parecía ser un collar de perlas que también poseía una fina joya rosada que él recordaba muy bien. Su madre había poseído un collar similar que su padre le había obsequiado en algún cumpleaños, pero aquel collar había desa