Ante el presente ruido, solo basto unos minutos para que el eco del caminar de la persona de poder, interrumpiera en el recibidor principal, despojándose de los objetos encima que antes habían servido para protegerlo del sol y el clima montañoso del lugar. La vista centrada de este, ante quien necesitaba ver, choco de inmediato con la persona esperada. –Es bueno regresar al hogar que uno posee ¿No lo crees así cariño? –con una sonrisa, se dirigió a la joven complacido de observarla en perfectas condiciones y sin ninguna herida. –Bienvenido a casa, padre –enfrió los ánimos, saludando con una voz fría y una mirada amenazante. –¡Oh! Mi hija me ha dado la bienvenida. Eso es suficiente para que este hombre pueda morir en paz. –Entonces hazlo –el sonido de las palabras, resonó en el salón que guardaba silencio ante la presencia del hombre. –Aun no –sonrió burlo, observando a los sirvientes al rededor–. Mis queridos ayudantes –se dirigió a ellos –me complace volver al lugar al cual deno
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