Tras ser anunciada por su asistente, Alessandro recibió en su oficina la visita de Analía Caballer, quien como era normal en ella, se veía impactante en su ropa de diseñador y su estilo elegante y aristocrático. La hermosísima mujer, de abundante melena castaña, perfectamente peinada sin un solo cabello fuera de lugar, dejó su costoso bolso sobre la butaca frente al escritorio de Sandro y fue directamente hacia el hombre con los brazos extendidos, a lo cual él respondió con un abrazo.—¿Cuánto tiempo más piensas dejarme en el olvido, sin llamarme ni dar señales de vida, Alessandro Dolciani? —reclamó la joven haciendo gestos con sus preciosos ojos verdes. Aún con sus brazos alrededor del cuello de Sandro, y con su cuerpo pegado al de él como al descuido, mirándolo con coquetería, le hizo un puchero apretando sus labios color borgoña. — Es imperdonable que me tengas en este abandono. Ni siquiera una llamada…no te perdono. Después de haber pasado momentos tan especiales juntos, creo mere
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