Era viernes por la tarde. Sandro y Romma acordaron verse para comer antes de salir para su fin de semana. Vestidos informalmente se encontraron en un pequeño restaurante moderno, y comían conversando cuando, como si fuera un déjà vu, nuevamente tuvieron a su lado a Analía. —Por favor, esto tiene que ser una broma. ¿Realmente me vas a acosar a donde sea que vaya, Analía? No siento el menor deseo de verte o hablar contigo. ¿Te queda claro? — expresó Sandro molesto. —Ni siquiera sabía que vendrías aquí…—hizo una pausa cuando Romma dejó escapar una risita de incredulidad y le lanzó una mirada asesina, luego volvió a ver a Sandro— Me acerqué al verte para decirte que el lunes tengo mi consulta obstétrica, a las dos en punto, y deberías estar conmigo. —Eso no va a ocurrir. Ya te dije mi decisión, y eso no incluye consultas ni nada que tenga que ver contigo. Sólo te falta pedirme que organice la fiesta de revelación de sexo. No pretenderás que me comporte como si fuera un padre fascinado p
Ya de regreso en casa intentaron olvidar lo que no sabían si había ocurrido o no, pero les llevaría tiempo recuperar la comodidad que compartían al estar juntos. Cuando Romma lo miraba, se recriminaba haber invitado a Sandro a su casa de campo. Y Sandro evitaba mirarla a la cara, para no incomodarla más.En los días siguientes, ya con la rutina del trabajo y las ocupaciones con los preparativos de la boda, fueron dejando atrás aquella situación y volvían relativamente a la normalidad.Romma le había confiado a Nicky lo sucedido, y el joven, con su clásica actitud, sólo le dijo: “Eso es cuestión de tiempo que ocurra, si no pasó allí, en cualquier momento pasará. Dos adultos guapos, saludables y hormonales compartiendo la cama, no comprendo por qué aún no lo aceptan.”Eso quedó grabado en la mente de Romma y se prometió mantenerse alerta en el futuro. No había espacio para errores en sus planes, había demasiado en juego.Aquel día Romma fue a encontrarse con Sandro en casa del abuelo pa
El portero del edificio trataba de explicarle a aquel hombre que no podía permitirle acceder sin autorización y que no servía de nada que gritara, amenazara o se violentara, pero nada hacía entrar en razón al enfurecido caballero. Malik habiéndose enterado por los chismes sobre celebridades de que Romma se acababa de mudar con Sandro, decidió ir a buscarla. No le iba a permitir a esa mujer que se burlara de él como lo hizo. Nunca aceptó un compromiso aduciendo su deseo de permanecer soltera y ahora la veía muy feliz con su anillo en la mano, siendo la “adorable” prometida de aquel idiota mujeriego. Y encima lo despreció delante de ese tipo como si fuera cualquier persona. Iba a pagarle haber jugado con él como lo hizo y por eso se decidió a ir a casa de Dolciani, pero ese estúpido portero se lo impedía. Continuó vociferando en la recepción y el vigilante amenazó con llamar a seguridad de continuar con el escándalo. Una bonita mujer se acercaba a la portería cuando escuchó la trifulca
Difícilmente se concentraba Romma en todo lo que se presentaba en esos últimos días antes de la boda y de repente recordó que debía llevar a casa el portafolios con diseños que tenía en su escritorio. Con su llave, abrió la gaveta que no había revisado en algún tiempo por el exceso de ocupaciones y buscó dentro. Por más que revisó todo el archivador, sus portafolios no aparecían, revisó las otras gavetas y tampoco estaban. Su corazón latía desbocado. La mayoría de sus creaciones estaba allí, lo que estaba preparando para una colección especial, mucho de lo que esperaba que conformara los inicios de ROMMA. Y todo había desaparecido. Se suponía que la única que tenía llave de ese mueble era ella. Pero estaba segura de que Leo había tenido que ver con eso, y la iba a escuchar. Salió de su oficina y le preguntó a Mina sobre el asunto. La chica contestó demasiado ambiguamente como para desconocer sobre la situación, lo cual le confirmó a la diseñadora que las manos de Leo están metidas en
Tras el correteo frenético del cortejo, conformado por las hermanas de Romma, los sobrinos de cinco y siete años y Nicky como “hada madrina” de Romma como se hacía llamar, estuvieron listos. Los hombres se vestían en otra habitación cercana, donde su padre y hermano esperaban a que las mujeres terminaran con el ritual de embellecerse y contar chistes de doble sentido mientras tomaban champaña.Tras el susto ante la destrucción del vestido, todos alabaron la iniciativa de Romma y Nicky al tener uno de reserva, tan hermoso como el que fuera destruido.Pero en la cabeza de Romma sólo daban vueltas las personas que podrían haberlo hecho u ordenado hacer. Pero podrían jurar que iría por cada uno de quienes se atrevieron a poner en riesgo su boda. Mientras se arreglaba, todo lo que deseaba era terminar pronto para irse a ver los videos de seguridad. Vaya que les haría pagar lo que hicieron.Rato después, los encargados de maquillaje y peluquería terminaban de trabajar en Romma, quien luc
Romma fue a Monterrey ese día a recoger sus cosas personales en su oficina. No tenía gran cosa, porque no era su naturaleza hacer un nido de ese lugar y ya sin sus portafolios de trabajo, robados por Leo, no había mucho por llevar. Por supuesto, sus memorias portátiles con la música de Queen eran una prioridad para ella junto a algunas fotografías de su familia. Puso en una caja algunas cosas y cuando dio la última mirada al lugar, llamó a su chofer, quien esperaba fuera de la oficina para que se la llevara. Cuando se encontraba ante el escritorio de Mina dejando sus llaves, apareció Leo con su sonrisa de serpiente en el rostro. — ¿Por qué no pude irme sin tener que ver tu asqueroso rostro, Leo? Era tan fácil que no aparecieras por aquí. No esperaba una fiesta de despedida, pero al menos la cortesía de no tener que verte bastaba. —Rommita, te sientes muy poderosa ahora que eres una Dolciani, pero ni eso te va a conseguir sacar del agujero donde te voy a enterrar. Creo que quizás pod
El gran día de ROMMA había llegado. Esa noche se develaría el anuncio en la fachada del edificio delante de todos los invitados que acudirían a la cita misteriosa a la que se les había convocado mediante lujosas tarjetas, sin mayor información que la promesa de un evento exclusivo en la dirección y fecha anunciados. Ya muchos de los invitados recibían atención del personal en la entrada del lugar y se preguntaban de qué se trataba todo eso. Cuando ya la mayoría se había reunido puntualmente como se les había pedido, Romma junto a Alessandro y Nicky acompañados de todo el personal de la empresa, se presentaron ante ellos y aquel locutor famoso encargado de dirigir el evento los anunció, tras un breve discurso de bienvenida. Romma, se presentó ante ellos con un precioso vestido dorado estilo griego que dejaba un hombro descubierto y se ajustaba en un drapeado que acentuaba la esbelta figura y las curvas de la alta joven. El traje que llegaba hasta sus sandalias de delgadísimas tiras d
Ya había transcurrido más una semana desde el lanzamiento de ROMMA y los medios de comunicación no paraban de hablar del acontecimiento. Todos alababan el talento de la joven y bella diseñadora Romma Estévez y le auguraban un gran éxito en el mercado de la moda. La agenda de citas estaba llena por varios meses, porque las celebridades y personalidades de la alta sociedad querían ser de los primeros en recibir los servicios de la nueva casa de modas que prometía un concepto novedoso y elegante, de acuerdo con los gustos de sus clientes. Romma observaba el éxito que estaba teniendo y no podía dejar de pensar en que nunca habría podido hacer eso sin Sandro. Creía en su talento, por supuesto, pero la inversión que hizo su esposo hizo posible que el lanzamiento fuera apoteósico y el apellido Dolciani, sin duda, fue algo que pesó mucho ante los estándares de su clientela. El desfile seguía siendo el tema de moda en los medios de comunicación y en las redes sociales, todo el mundo estaba rea