Franco exhaló con fuerza en cuanto vio a Livia entrar a la capilla del cementerio del brazo de Elías. A decir verdad, no esperaba que fuera, aunque mentiría si dijera que no se sintió bien saber que estaba allí, sin importar que fuese a metros de él. Evitó mirarlos una vez iniciada la liturgia exequial, pero le fue imposible. Cada tanto, sus ojos la buscaban como si no pudiesen escapar de su influjo, como si la única fuente de la paz que necesitaba la tuviese ella. Sin embargo, sabía que no era así. Livia era sinónimo de problemas, caos y para bien de ambos, debían permanecer lejos uno del otro.No le sorprendió para nada ver repleto el lugar pues su tía había sido una mujer con muchas conexiones a pesar de su mal carácter. Sonrió al pensar en que si era verdad lo que muchos creían, debía estarlo maldiciendo en ese momento por someterla a un rito católico, pero se había comprometido en al menos cumplir su promesa de cremarla después. Era un momento extraño para él, pues había perdi
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