CAPITULO 22. Ya no eres un niño
Rámses O´Pherer.—¡Maldición, maldición, maldición.—Ya cálmate, ¿quieres?—¡Que me calme una mierda!. Perdí el puto vuelo.—Habrán otros…—No, no los hay. No hay más cupos por la fecha. Puto San Valentín. ¡Maldición!.—Escucha, Rámses, lo mejor que te pudo haber ocurrido es no haberte subido en ese avión. ¿Crees que Amelia no te notaría distinto?¿Que Fernando o Gabriel no te descubrirían?. Mírate en el estado en que te encuentras, has perdido mucho peso, las ojeras, los ojos.Me giré en mis talones y le di la espalda. Sé que tenía razón pero mi reflejo en el vidrio de la ventana, le dio la razón a Susana. Había perdido muchos kilos, el ritmo de estudio y trabajo era realmente agotador, no comía a las horas y a veces simplemente no lo hacía. Y las ojeras y la cara demacrada… eso era culpa de las putas pastillas. Las pupilas… no tenía ni siquiera como explicarlas.Quería dejarlas, de verdad que sí, pero no veía la forma de poder estudiar y aprobar los exámenes, sin ellas. Era imposible
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