Esa noche, Matt y yo dormimos juntos, pero no hicimos nada. Solo nos acostamos juntos y él me abrazo, no dijo mucho sobre el trato entre mi padre y Julián, del que yo formaba parte. Pero cuando amaneció y desayunamos, se mostró serio. —No puedo creer que hayan negociado contigo —dijo sin probar bocado—. Tú no tenías por qué pagar los errores de tu padre. Le di un sorbo a mi jugo, y después intenté quitarle importancia. —Es cierto, pero, sino lo hacía, mi hermano... —Sabes que él no merece lo qué haces por él, Eli. Con eso, guardé silencio, y me fue imposible no recordar la última visita de mi hermano, y la intervención de Julián. —Aun así, no hay nada que pueda hacer ahora. Además, con ello tú... Él negó. —Yo tengo un empleo y una inversión que no perderé, ¿eso dirás? También le había hablado sobre lo mucho que él había influido en mi decisión de casarme, después de todo, lo había hecho para que Matt no perdiera las acciones que había comprado recientemente. —Matt, mis raz
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