Busqué en mi vestidor hasta encontrar un hermoso vestido de noche. Me encontraba algo emocionada, Julián acababa de llegar, pero me había pedido cenar juntos fuera. Nunca habíamos salido como pareja, y la idea de tomar un poco de aire y dejar de pensar, me sabía tentador. Cuando terminé de vestirme, me coloqué frente al espejo y comencé a recogerme el cabello con unas horquillas de flores. Mientras lo hacía, miré lo bien que se veía el vestido, incluso en mí. Era muy hermoso y atrevido, pero elegante. Al bajar de nuevo a la sala, Julián me miró a detalle antes de esbozar una sonrisa educada, pero sincera. —Te queda muy bien. Perfecto, diría yo. Su cumplido me puso algo roja. —Gracias. El vestido era una prenda larga color hueso, de encaje bordado, y muy seductor. Se ceñía al cuerpo perfectamente, el escote tenía forma de corazón, y en las mangas, unos guantes iguales a la tela del vestido cubrían mis manos del frio. —Sin embargo... Su “pero”, vino acompañado de un acercamiento
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