A veces, la vida podía ser como una persona que tenía dislexia, es decir, podías leer bien las cuatro primeras páginas de un libro, pero al final, las palabras se borraban de tu campo de visión, o peor aún, se te confundían en la mente y tenías que volver hacia atrás para volver a leerlo todo más detenidamente, así una, y otra, y otra vez... Podríamos decir que así se sentía David esa noche en la cama, a su lado, unas espaldas gigantescas dormitaban, podría decirse que le había costado mucho aceptar la proposición de qué tuviese que compartir cama con Mane, por qué aunque quería evitarlo. No podía. En su casa solo había una habitación de invitados, y la estaban ocupando sus padres, luego estaba la de Miguel, la de Gabriela y la de ellos. Aunque todo sea dicho, David había preferido dormir en el sofá y nadie de su familia le había dejado, así que por descarte allí se encontraba, al lado de su esposo. Los nervios se entremezclan con la sensación que se le producía a alguien cuando esta
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