Narra Alondra FerreyraSaliendo del laboratorio, nos fuimos directo a casa de David, la verdad no había sido tan terrible que me sacaran sangre como yo lo pensaba, por algo dicen que tienes que conocer y que vivir las cosas para expresar tu opinión y cómo nunca había pasado por ese proceso, no tenía forma de saber cómo era. De camino a su casa, David me mimaba como sólo él sabía hacerlo y eso me llenaba de amor, de caricias y de suaves besos que me hacían sentir amada, protegida y valorada. Aún no me acostumbraba del todo a eso, pero poco a poco entre más estaba con él, más me iba acostumbrando. Y pensaba que, eso me merecía, que alguien me quisiera tal cual era.–Alondra, ¿Cómo te sientes mi princesa? – Preguntó mi príncipe – Espero ya se te esté pasando la molestia del brazo.–Me siento bien, mi amor, ya no me duele el brazo ¿Tú cómo te sientes?–También bien, mi amor.–Chicos antes de que se me olvide mencionarlo, les aviso que nos iremos hasta el martes a Valle. He conseguido la
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