Narra Alondra FerreyraAl día siguiente siendo miércoles, David me despertaba con tiernos besos. No sé en qué momento lo logró, ni cuánto tiempo le había llevado intentarlo, solo sé que en ese preciso momento cuando desperté y lo vi, él se veía muy guapo. De verdad no exageraba, David era lindo y se veía más lindo por lo tierno que era conmigo, estaba totalmente enamorada de él y no me daba pena admitirlo, me traía cacheteando las banquetas, como se dice coloquialmente.–Mi princesa es casi la una de la tarde. Despierta, mi amor – Me decía mi príncipe – Mi madre me ha dicho que te avise que vendrá Fina a comer con nosotros.–Buenos días mi amor –Respondí adormilada todavía – Perdón dices que ya son tardes ¿Cuál Fina, la de Sal la Fina?No entendía lo que me decía, quería despejar mi mente, pero no podía, de repente David estalló en una carcajada que terminó por despertarme por completo. No le veía yo la gracia, porque no sabía de qué Fina estaba hablando y dije como siempre lo primero
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