Una de esas noches, Alessa tuvo un sueño bastante extraño. En un principio, creyó era una alucinación suya. Pero el sueño se sintió tan vívido. Con su familia, Carla incluida. Y estaba Leonardo, esperándola al final de un pasillo…Se despertó, jadeando pesadamente. ¿Había perdido la razón?“A lo mejor la perdí cuando me enamoré”, pensó con los ojos achicados.Se encontraba en la habitación de Leonardo, todavía era de noche. Leonardo durmió a su lado y tenía la intención de acurrucarse con él para relajarse, dejar ir las dudas con su compañía, cuando su teléfono zumbó sobre la mesita de noche. Apoyó las manos detrás de ella y decidió contestar un rato después.—Hola, cariño, ¿cómo estás?Alessa pegó un brinco del susto y revisó el identificador de llamadas. Sí, era su madre.—¿Ma? ¿Qué pasó? —Frunció el ceño—. Espera, ¿sabes qué hora es?—Una hora que le puedes dedicar a la mujer que te parió, Genevieve. Bueno, aunque pareciera que en tu nueva realidad el resto de la humanidad es inexi
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