Amelia se removió de manera nerviosa, observando al abuelo de Maximiliano que se acercaba a ambos. De inmediato, Maximiliano la tomó por la mano, dejando un beso en la mejilla de la mujer, que casi rió, sabía que no era el momento, pero él recuerdo de como él la había perseguido por la calle, y como casi la habían atropellado, fue demasiado para contenerse, por lo que bajó la cabeza, diciéndose a sí misma que tenía que dejar de ser tan infantil. —Sí, ella es Amelia, mi esposa. —Se sintió extraño decirlo, y escucharlo—. Toma asiento, mi amor. —Maximiliano sujetó a Amelia del brazo, la mujer se encontraba rígida, siempre se había considerado una mala mentirosa, temía que el abuelo de Maximiliano se percatara de que no estaba acostumbrada a ser sujetada por él. —Un gusto, señor… —Había olvidado el apellido de Maximiliano, y tanto el hombre que sostenía su mano, como su abuelo, se percataron—. Un gusto, señor… me llamo Amelia —dijo esta, implorando para que un detalle más no se le olvida
Leer más