—¡Mierda!—logro decir Gil. Las luces de su auto iluminaban, desgraciadamente un cuerpo, al parecer inmóvil. Su excitación, bajo a cero, al igual que su presión arterial.Samantha se levantó de su sitio, se había llevado un golpe en la cabeza gracias a ese inesperado frenado y mientras se levantaba, pensaba en el mejor insulto para reclamar su estupidez, pero al verlo, su expresión era total y absoluta perplejidad, así que dirigió su vista hacia lo que él observaba y al igual que Gil, su rostro palideció al ver a una chica tendida sobre la acera.—¿Qué diablos hiciste?—reclamo Samantha temerosa de que aquella mujer hubiese muerto por aquel golpe. Gil había disminuido la velocidad, no solo por la situación en la que se encontraban, sino porque se trataba de New York, la ciudad donde todo era posible, pero no creyó que solo por desviar tan un segundo la mirada, aquella noche que prometía ser inolvidable, terminaría en tragedia.La mente de Gil, comenzó a idear un plan de contingencia, pa
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