—¿Qué le parece Ginger Bennet?—sugirió su asistente personal, Mason Ford. Un joven apuesto y organizado, el cual llevaba trabajando para él más de tres años.
Al principio había sido demasiado difícil poder congeniar por el simple hecho de que se trataba de un hombre, Gil se había acostumbrado tanto al servicio femenino que la presencia de Mason le resulto un tanto incómoda, pero conforme paso el tiempo se dio cuenta de que era muchísimo más eficiente que una mujer, ya que por alguna razón Mason se había dedicado a cumplir y satisfacer cada orden y capricho suyo y por ello, algún tiempo comenzó a creer que era gay, no era posible que un hombre conociera cuál era su postre favorito y tampoco que le gustaba disfrutarlo cada viernes por la tarde como una pequeña recompensa por su esfuerzo en el trabajo, pero aquel pensamiento desapareció cuando escucho rumores respecto a Mason, en los cuales lo involucraban en uma fiesta que había terminado en un trío con dos secretarias.
—Oh no por favor, cualquiera menos ella, es demasiado caprichosa—revelo Gil recordando las pocas ocasiones en la que había llegado a tratarla.
Ginger era la típica niña rica hija de papi, por lo que estaba sumamente consentida y mimada, era como ver a una niña en el cuerpo de una adulta por lo que ni siquiera podía pensar en ella como posible candidata a convertirse en su esposa.
—¿Más que usted, señor? —bromeo Mason deslizando la pantalla de su tablet para revisar un perfil diferente, uno de los muchos que había preparado para su jefe cuando este le había pedido realizar un informe de exparejas o posibles parejas, no le había explicado el porqué necesitaba con urgencia ese tipo de información, pero sabia que tenía que ver con un posible ascenso.
—Mucho peor que yo—admitió Gil jugando con una liga de color beige, solía utilizarla para poder distraerse un poco del estrés cotidiano, pero al menos en esa ocasión no le había servido de mucho, ya que encontrar esposa no parecía ser una tarea fácil, hasta el momento había rechazado más de quince chicas que pertenecían a su círculo social y que por desgracia ya había pasado por su cama o por la de alguno de sus amigos, necesitaba una que cubriera un perfil distinguido para que lograra impresionar a su padre.
—¿Sofía Campbell?—continuó Mason leyendo el nombre de la siguiente chica.
—Ni pensarlo, ella ha estado en demasiadas camas como para poder contarlas—expuso Gil rechazándola de inmediato, él tenía la mentalidad de que las personas que no se inclinaban por tener una sola pareja sexual, no estaban interesadas en sentar cabeza, así como él, por lo que era mucho más ventajoso encontrar alguien que deseara una familia. Dirigía su vista hacia la ventanilla del auto, estaban próximos a llegar a la oficina.
—Tal vez si me dijera que se supone que es lo que esta buscando, tal vez podría reducir la lista y darle perfiles más adecuados a su búsqueda—declaró Mason bajando la Tablet, un tanto frustrado por no poder complacer a su jefe.
—Realmente ni yo sé que es lo que estoy buscando, solo sé que debe ser el tipo de chica que impresione a mi padre—declaro Gil buscando en su memoria si alguna vez su padre le había mencionado como debia ser su tipo de mujer ideal y aunque su padre no le había exigido como debia ser su futura esposa, él quería que todo saliera perfecto.
—¿Le esta buscando esposa a su padre, señor?—Mason se atrevió a preguntar. Él no era el tipo de asistente al que le interesara meterse en los asuntos privados de su jefe, pero cuando su trabajo se estancaba por la poca información que este le proporcionaba, no tenía más remedio que hacerlo.
—Ojalá, buscarle esposa a mi padre sería mucho más sencillo, pero para mi desgracia, en esa lista podría estar la futura madre de mis hijos—declaro Gil con pereza.
Mason abrió los ojos de par en par, sorprendido por lo que había declarado su jefe. Debia ser una broma, aunque realmente nunca había escuchado a su jefe hacer tal cosa y mucho menos refiriéndose a algo tan serio como lo era encontrar esposa, después de todo, tenía una prueba tangible en las manos, una lista con muchos nombres, perfiles de mujeres hermosas y ricas, pero si lo que él buscaba era una mujer que impresionara a su padre seguramente no la encontraría ahí, por supuesto los cuerpos sexis no faltaban, pero ninguna chica con cerebro.
—¿Piensa casarse, señor?—quiso confirmar.
—No me queda de otra si quiero convertirme en el CEO de la empresa— acepto soltando un suspiro, en ese momento el auto se detuvo frente a la entrada del edificio que tenía su apellido en letras plateadas sobre la fachada. Gil esperó un par de segundos mientras el portero abría su puerta para ayudarlo a salir como todos los días.
Mason salió por su cuenta, rodeo el auto y alcanzo a su jefe mientras este caminaba hacia el interior del edificio. Las personas a su alrededor comenzaron a alejarse para evitar obstaculizar el camino de Gilbert, él no solo era el hijo del dueño de aquel lugar, sino que también era el ejecutivo más cruel e inflexible que existía en la empresa, todo el mundo le temía, era exigente y también estricto en cuanto al trabajo, aunque fuera de las oficinas llevaba una vida libertina, le gustaba disfrutar de su sexualidad, pero no gustaba de tener solo una pareja sexual y por ello era su molestia. ¿Por qué debia abstenerse de algo tan natural como lo era el sexo, solo por el matrimonio?
—Necesito que te hagas cargo de este asunto—solícito Gil mientras se situaba frente al ascensor. Mason se apresuró a presionar el botón.
—¿Señor?—pregunto Mason un tanto confundido.
—Encárgate de buscar a la mejor chica de todo New York, debe ser inteligente, elocuente, refinada, pero sobre todo inteligente, aunque no me molestaría que fuese realmente bella, no obstante sé que no voy a conseguir inteligencia y belleza en el mismo cuerpo, pero se vale soñar ¿No?—bromeo. En ese momento las puertas del elevador se abrieron permitiendo la entrada a los usuarios, pero aunque había espacio suficiente para que al menos unas siete personas ingresaran, Gil fue el único que entro, nadie se atrevía a robar ni siquiera un centímetro de su espacio personal, porque las consecuencias podía ser terribles.
—Si la chica es inteligente. ¿No cree que evitara a toda costa meterse con un hombre como usted?—bromeo Mason, pero en aquella broma había un poco de verdad, cualquier chica con cerebro seguramente evitaría a un tipo como Gil, exceptuando el dinero, el buen parecido y la influencias, Gil era lo que solía llamarse un arrogante espanta viejas.
Sabia coquetear, seducir e incluso como llevar a cualquier chica bella a la cama tan solo una hora después de haberla conocido, era fácil impresionar a las chicas hermosas con sus flamantes autos y también con su espectacular departamento, después de ver semejante prospecto, las chicas no solían dejarlo tan fácilmente, por esa razón, era conocido por ser un mujeriego, pero en su lista de conquistas no había ni una sola chica que cumpliera los estándares que ahora pedía.
—Al contrario, Mason, si es inteligente querrá tener un hombre como yo—sonrió confiado un segundo antes de que las puertas se cerraran.
Mason se quedó ahí un segundo más, pensando en donde rayos encontraría una mujer, lo bastante refinada como para saber comportarse en su círculo social, lo bastante hermosa para tentarlo y claro, lo bastante inteligente, sin olvidar la paciencia para poder soportar a un hombre como Gilbert Goldsmith. Miro su tableta electrónica y la alzo para mirar nuevamente la lista, pero no para buscar entre esos nombres a la posible candidata, sino para borrar la lista.
La chica que su jefe buscaba no era una que pudiera encontrar en el banco de un bar o un antro y mucho menos en un círculo social como el suyo donde la mayoría de mujeres solían depender de un hombre, ya fuese su marido o su padre, Gil buscaba una mujer independiente, ágil, quizás igual de ingeniosa que él, pero tal vez la respuesta estaba en una biblioteca o una universidad o tal vez el senado donde ese tipo de mujeres abundaban, sin embargo, el problema era como convencer a una chica así ¿Acaso debia empezar a redactar un contrato para lograr su cometido?
Ellie Milton caminaba con prisa por el callejón mientras se quitaba el abrigo que llevaba encima, ya no tenía tiempo para llegar al camerino, así que solo le quedaba comenzar a desvestirse mientras llegaba, no era la primera vez que le pasaba, pero nunca se había animado a quitarse la ropa en la calle, eso solo lo hacía en el club.Era bailarina en un centro nocturno, tenía su propio cubículo sobre la pared para que los clientes pudieran observarla y ella pudiera moverse sin temor a que ningún loco la atacara como había escuchado que les llegaba a ocurrir a las bailarinas titulares, las que tenían su propio show sobre el escenario, pero Ellie no pensaba llegar más allá de donde se encontraba.Ella solo se desempeñaba como bailarina exótica porque necesitaba el dinero para pagar las cuentas, los servicios de gas, luz y por supuesto, su cuenta universitaria, ella estudiaba enfermería, pero después del primer semestre, se dio cuenta de que sola, no podría pagar la universidad por lo que
Gil admiraba la vista, pero no la que ofrecía el rascacielos en el que se encontraba, sino las curvas de una chica que llevaba puesto un vestido negro largo, aquella mujer debia saber que sus curvas atraían al ojo masculino en busca de una conquista, pero en medio de aquella cena distinguida, nadie se atrevía acercarse, solo a observarla.—¿Quién es esa chica?—pregunto Gil a su mejor amigo Bruce Glen, él se desempeñaba como abogado en una firma prestigiosa de New York y al igual que Gil, era un mujeriego con aires de grandeza que ya había pasado por diferentes camas y hoteles.—Mmm—medito mientras buscaba en su cabeza el nombre de la chica—me parece que se llama Samatha Dunn o Duff, la verdad no lo recuerdo.—¿No lo recuerdas?—pregunto Gil un tanto escéptico, era una mujer increíblemente sexi, cabello castaño, delgada, alta y esa era la descripción del tipo de chica que solía frecuentar—¿O no me quieres decir? ¿La estas apartando para ti?—No, claro que no—expreso Bruce burlándose de
—¡Mierda!—logro decir Gil. Las luces de su auto iluminaban, desgraciadamente un cuerpo, al parecer inmóvil. Su excitación, bajo a cero, al igual que su presión arterial.Samantha se levantó de su sitio, se había llevado un golpe en la cabeza gracias a ese inesperado frenado y mientras se levantaba, pensaba en el mejor insulto para reclamar su estupidez, pero al verlo, su expresión era total y absoluta perplejidad, así que dirigió su vista hacia lo que él observaba y al igual que Gil, su rostro palideció al ver a una chica tendida sobre la acera.—¿Qué diablos hiciste?—reclamo Samantha temerosa de que aquella mujer hubiese muerto por aquel golpe. Gil había disminuido la velocidad, no solo por la situación en la que se encontraban, sino porque se trataba de New York, la ciudad donde todo era posible, pero no creyó que solo por desviar tan un segundo la mirada, aquella noche que prometía ser inolvidable, terminaría en tragedia.La mente de Gil, comenzó a idear un plan de contingencia, pa
Los ojos de Gil se iluminaron cuando la chica movió todo su cuerpo, al menos desde su perspectiva, podía descartar el peor de los casos, por haber tomado su cuerpo sin pensar en las consecuencias. Otro poco de su alma volvió a su cuerpo, pero aun así estaba preocupado.—¿En dónde estoy?—pregunto Elllie. Su voz se escuchó débil y cansada—¿Quiénes son ustedes?El Doctor Archer, apenas escucho la voz de la chica, se dispuso a hacerle un chequeo para verificar su sentido de la orientación, sus signos vitales, así como buscar otra herida superficial además de la que tenía en la frente.—¿Recuerdas tu nombre?—cuestiono el doctor por protocolo— ¿Qué edad tienes?—Mi nombre es...—logro decir, se sentía un tanto cansada y aturdida, pero se dispuso a responder las preguntas que aquel hombre le hacía— Ellie...Milton.—¿Cuántos años tienes Ellie?—pregunto el médico para averiguar si el golpe le había provocado una lesión cerebral traumática que afectara sus funciones motrices así como las cogniti
—Precisamente, no estaba pensando—se excusó Gil sentando sobre uno de los sofás más cercanos a él, coloco sus codos sobre sus rodillas para poder apoyar su cabeza. Su cerebro recién empezaba a reaccionar—solo no quería... perder la presidencia ejecutiva de la empresa.—¿Acaso tu padre piensa jubilarse?—cuestiono el doctor Archer mientras sus vagos recuerdos le traían a la mente, que aquel puesto pertenecía al padre de Gil, el hombre que por muchos años había sido su amigo.—Eso quería—menciono Gil hablando como si ya lo hubiese perdido todo, solo pensaba que si su padre se enteraba de lo que había hecho, si aquella chica que descansaba en su cama lo demandaba, perdería toda credibilidad con su padre, él se enojaría lo suficiente para olvidar su acuerdo y probablemente solo para fastidiarlo, le daría la presidencia a alguien más.—Imagino que pasaría a tus manos ¿No es así?—cuestiono el doctor sintiendo un poco de lástima por él. Gil no era el tipo de persona que pasara por encima de l
—¿Todas?—cuestiono Mason alzando las cejas, sorprendido, nunca había pasado algo como eso, Gil era muy responsable en cuanto al trabajo, pero su intuición le dijo que la situación debia ser muy grave para que él decidiera no ir.—¿No me escuchaste?—cuestiono Gil un tanto exasperado. Necesitaba un café para volver a sus cinco sentidos, para pensar con claridad, uno bien cargado.—Lo escuché perfectamente señor, pero. ¿Y qué hay con la reunión con los Johnson?—le recordó, el grupo Jhonsonn se trataba de una compañía que ya estaba en la bancarrota, pero justo antes de quebrar, la milicia había invertido con ellos, para la construcción de un par de submarinos que no necesitaba de tripulación, este únicamente se conducía manualmente desde la superficie, pero ahora que no tenía el presupuesto ni la infraestructura, muchas compañías había tratado de cazar la dueño para absorber la empresa y obtener ese contrato que valía millones.Se decía que los Jhonsonn estaban buscando quien les diera el
Gil trataba de ocultar su rostro con una revista de chismes de la semana pasada, él intuía que sus lentes oscuros y la gorra que llevaba puesta, además de la gabardina color caqui no eran suficientes para ocultar su rostro. No creía que nadie lo reconociera porque su padre era un gran benefactor de aquel sitio, por lo tanto, él también era conocido, sin embargo, los médicos que lo conocían no estaban por ahí, era de madrugada así que la mayoría estaban en casa durmiendo.Quienes atendían las emergencias eran los médicos generales, enfermeras y algunos ginecólogos de planta que debían atender partos programados y otros cuantos de imprevisto. Gil estaba sentado en la sala de espera junto a otros hombres que también andaban por ahí, pero no por la misma razón que había traído a Gil, ellos esperaban a sus esposas y a sus próximos hijos.Todos tenían rostros espantosos, de sueño, cansancio y también nerviosismo, por ello Gil pasaba por inadvertido, todos estaban perdidos en sus propios pen
—Me parece que soy lo bastante maduro para hacerme cargo de este asunto—protesto Gil manteniendo la calma sobre su asiento, se cruzó de piernas e incluso coloco su brazo sobre la codera como solía hacerlo al negociar con clientes un tanto difíciles, pero su actitud solo le demostró al doctor Archer que en realidad iba a hacer todo lo contrario.—Mi solución es lo más maduro y responsable posible que puedes hacer—lo contradijo el médico levantándose de su lugar, rodeo el escritorio y con la cabeza, le indico a Gil que lo siguiera, pero al menos mientras el amigo de su padre caminaba hasta la puerta, se quedó sobre su lugar meditando la opción, si no lo obedecía, se lo diría a su padre y no podía permitirlo.Se levantó de su sitio al no tener otra opción y lo siguió hasta la puerta donde él lo estaba esperando e incluso se estaba ofreciendo para abrir la puerta, además de que le mostró una sonrisa triunfal cuando Gil paso por el marco.—Creo que si me dejaras contratar un par de enferme