Contrato de Amor
Contrato de Amor
Por: M.T
Prefacio

—Gil—escuchó una voz masculina muy cerca de él, demasiado cerca, por lo que retiro su mano de su frente para poder observar de donde provenía y al hacerlo se encontró con el rostro de su progenitor.

—¿Qué sucede? —dijo perezoso con la intención de volver colocar su mano sobre su cabeza para poder cerrar los ojos y tratar de conciliar el sueño sobre su sofá de piel que había mandado a realizar a la medida y por supuesto, ortopédico para cuidar que sus músculos y articulaciones no se atrofiaran solo por dormir de vez en cuando en su sofá cuando llegaba exhausto de algún viaje y prefería reposar ahí que en su cama.

—Debemos hablar—le exigió su padre frunciendo el ceño, esa expresión lo hizo detenerse, era claro que detrás de ese severo gesto había alguna intención diabólica—no puedes seguir viviendo de esta forma.

—¿De qué hablas?—cuestiono sin comprender a que se refería su padre.

—A esto—indico abriendo sus brazos para mostrarle a su hijo su entorno, pero cuando Gil miro de reojo solo vio una habitación limpia y bien ordenada, muy amplia y que tal vez tenía la misma longitud que una casa promedio.

—No me gusta tener nada fuera de su lugar—manifestó creyendo que hablaba de su obsesión por la limpieza, luego giro sobre su eje para acomodarse de una vez por todas para volver a dormir.

—No seas imbécil—bramo su padre arrojándole un cojín del sofá frente a él. Esta vez Gil frunció el ceño por la audacia de su padre, claramente no iba a ponerse a discutir con él por aquella insignificancia, pero de haber sido otro seguramente aquel acto habría sellado su destino.

Finalmente, opto por sentarse de manera correcta, su padre no iba a dejarlo tranquilo si seguía manteniendo la misma posición, de hecho su padre tenía la misma actitud que mantenía en una reunión de negocios, se mostraba arrogante y serio. No estaba seguro, pero intuían que tal vez él estaba a punto de proponerle algún convenio o algo así.

—¿Quieres por favor ser más específico? —se llevó la mano a la cabeza, sentarse de una forma tan abrupta le había ocasionado un ligero mareo.

Su padre dejó escapar un suspiro decepcionado, ladeo la cabeza un par de veces antes de sentarse frente a su hijo, el cual ni siquiera parecía entender lo que decía o mejor dicho no quería entender.

—Treinta y cinco años, Gil—asevero su padre recordándole su edad. Él alzó la mirada una vez que se recuperó del mareo, la expresión que tenía el rostro de su progenitor era de desaprobación, pero no entendía que era lo que molestaba a su padre, pensó en su departamento, su obsesión por la limpieza y el orden o quizás, las constantes fiestas a las que asistía, pero él no le veía nada de malo en ello.

—Sí, creo que eso es lo que dice mi identificación—confirmo él levantándose de su lugar para dirigirse hacia la barra del bar privado que disponía en su hogar, abrió la botella que contenía un poco de Whiskey y lo vertió en un vaso de vidrio para tomar un primer sorbo.

—Quieres tomar esto en serio, por favor—le solicito, un tanto molesto con la actitud de su hijo o al menos eso pensó. Habían tenido esa conversación mil veces y en cada una de ellas, Gil seguía manteniendo la misma postura, sin embargo, en esa ocasión no iba a permitir que se saliera con la suya.

—No sé de qué hablas, es más ni siquiera sé como entraste a este lugar sin hacer ruido—le recrimino Gil girándose hacia él.

—¿Acaso no recuerdas que este edificio me pertenece?—bramo su padre alzando la ceja, a veces era una molestia tratar con su propio hijo.

—Corrección, es propiedad de la empresa—interpuso Gil dando un segundo trago a su bebida.

—En la cual soy el dueño del sesenta por ciento de las inversiones—contradijo su padre levantándose de su lugar, todo indicaba que comenzarían a pelear como siempre sucedía cada vez que ambos hablaban.

—Bien, eres el dueño. ¿Pero qué tiene que ver eso conmigo y que irrumpas en mi casa?—cuestiono Gil molesto después de terminarse la bebida con un último trago.

—Más de lo que crees y de lo que te gustaría—revelo su padre volviendo a su lugar— ¿Acaso no te das cuenta de lo viejo que estoy?

—¡Ah! ¿Así que estás pasando por alguna etapa de edad?—se burló Gil dejando el vaso sobre la barra para volver a su sofá favorito—¿Andropausia?

—¿Vas a escucharme o no?—replico su padre tratando de controlar su ira, después de todo había entrado a su departamento con la intención de solucionar ese inconveniente, no se iba a ir de ahí hasta obtener lo que quería, por lo que acomodo su espalda contra el respaldo del sillón y coloco su codo sobre el brazo del sofá.

—Te escucho—dijo finalmente Gil soltando un suspiro.

Estaba cansado, había ido a una fiesta la noche anterior y a la mañana siguiente había tenido que ir a la oficina como director general de la compañía Goldsmith Corp, por lo que no había tenido tiempo de descansar hasta ese momento, instante que su padre había arruinado con su presencia.

—Creo que eres lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que ya no soy tan joven, tengo sesenta años, debo jubilarme, pero no quiero hacerlo sabiendo que en casa no me espera nadie—admitió con cierto pesar.

Hacía diecinueve años que había fallecido la madre de Gil, por supuesto, después de perder al amor de su vida intento enfocarse en los negocios para olvidar el dolor que le provocaba su perdida, por supuesto, intento tener otra pareja que lo entendiera y lo apoyara, aunque quizás por su dinero termino atrayendo jóvenes que solo buscaban beneficiarse de él, así que al final había terminado solo. Él sabia que ya no tenía ninguna esperanza en el amor, al menos no el de una mujer, pero si ansiaba poder tener familia, una que solo Gil, al ser su único hijo podía brindarle, él deseaba tener nietos que pudiera mal criar y consentir, pero el único problema era Gil. 

Él no tenía ningún interés en establecerse y tener una familia, su padre pensaba que era por su causa, había sido un terrible ejemplo a seguir por los múltiples escándalos de amoríos en los que había estado involucrado y quizás por su obsesión por el trabajo. Aunque había conseguido forjar un imperio, realmente todos esos años nunca había encontrado la felicidad y lo único que había conseguido fue que su primogénito, el cual había concebido con el amor de su vida, se distanciara de él y le perdiera el poco respeto que podía tenerle.

Sabia que debia arreglar esa situación a como diera lugar, no podía permitir que su hijo envejeciera y terminara arrepintiéndose de no tener nada más que dinero, ya que este no podía comprar realmente la felicidad, facilitaba la vida, claro, pero no te daba el amor y mucho menos hijos o nietos.

—¿Así que todo esto es por la dirección ejecutiva?—cuestiono Gil un tanto emocionado, había pasado los últimos cinco años anhelando que su padre finalmente lo nombrara como CEO de la empresa, cosa que no había sucedido aunque los demás accionistas le apoyaban.

—No, Gil—alzo la voz y no solo eso, también frunció el ceño, harto de que su hijo hiciera de lado las cosas que realmente importaban en la vida— es tiempo de que tengas tu propia familia, una esposa e hijos, tienes que darle a nuestro imperio un sucesor.

Gil arrugó la frente y se levantó de su lugar dándole la espalda a su padre, luego negó con la cabeza y soltó una pequeña risita.

—Por favor no sigas más con eso, te dije que no estoy preparado mentalmente para una familia, además es mi vida y mi decisión tomar esposa o no—impugno Gil cruzándose de brazos.

—Sabia que dirías una estupidez como esa—manifestó su padre con una actitud muy serena, algo que sorprendió a Gil— y por ello he venido a ofrecerte algo que no podrás rechazar.

Gil giró sobre su eje para ver a su padre, pero este había avanzado hacia la barra del bar, pero a diferencia de Gil, quien se confirmaba con un Whiskey barato, él tomó una copa y una botella de vino de Borgoña que su hijo había comprado en una subasta en Londres que databa de 1850.

—¿Qué diablos haces?—le recrimino Gil, al ver como su padre descorchaba sin esfuerzo la botella y echaba a la basura medio millón de dólares.

Su padre no respondió, de hecho, disfruto con mucho placer su expresión de desconcierto, ese era el tipo de gestos que lograba colocar en las caras de sus clientes y socios al hacer negocios y, ya que Gil no parecía entender de motivos para formar su propia familia, debia forzarlo a hacerlo.

—Te propongo un trato, uno que no podrás rechazar, Gilbert.—dijo vertiendo un poco de vino y como si se tratara de un Sommelier coloco la copa cerca de su nariz para poder disfrutar de la esencia que emanaba, luego meneo la copa para mezclar el contenido y después de eso probar un primer sorbo.

—¿Un trato?—repitió Gil aproximándose hacia la barra. No esperaba que su padre fuese a tener una actitud como esa solo para cumplir sus caprichos, pero al menos estaba hablando en un idioma que él podía comprender, el idioma de los negocios.

—Excelente cosecha—expreso el señor Albert Goldsmith, no había probado un vino como ese en toda su vida y supuso que lo que había bailado sobre sus papilas gustativas solo pocos lo podían disfrutas, así que era afortunado, aunque no tanto por tener que recurrir al soborno para conseguir lo que más anhelaba, una familia.

—¿Qué propones?—insistió Gil interesado, pero para él no había nada en el mundo que le hiciera salir corriendo a conseguir una esposa.

—En cuatro meses será el aniversario de la empresa, creo que es el tiempo suficiente para que te comprometas con alguien o al menos que consigas embarazar a alguien—explico mientras tomaba una copa extra para ofrecerla a Gil.

—¿Qué obtendré de todo esto?—dijo él tomando la copa que su padre había empujado en su dirección. Tenía pensado abrirla en una reunión de comité, para que los accionista de que interviniera y terminaran de convencer a su padre de dejar la presidencia de una vez por todas.

—Lo que tanto anhelas hijo, te daré la presidencia ejecutiva y te nombraré CEO en el aniversario de empresa, pero solo si me das lo que he pedido desde hace cinco años, de lo contrario, tendras que matarme para obtenerla y creeme, es mas facil que embaraces a una mujer que salir de prision por homicidio—asevero su padre, convencido que su trato era la mejor opcion.

Gil se quedo atonito, la presidencia era la cuspide de su carrera, pero durante mucho tiempo habia creido que era algo que solo lograria una vez que muriera su padre porque no parecia tener ganas de irse a disfrutar de lo que le quedaba de vida, no podia creer que podia conseguirlo con algo tan simple como casarse o mucho mejor, embarazar a una mujer solo para cumplir el sueño de su padre, el cual era ser abuelo.

—¿Eso es todo?—cuestiono Gil, pero su emocion lo traiciono, por lo que su padre vio una sonrisa sobre sus labios que demostraban que habia caido en el anzuelo,  justo como se hacia en los negocios—¿Esposa o embarazo?

—Si, pero yo te aconsejo que sea "Esposa y embarazo" o me tendras en la oficina todos los dias para supervisar tu progreso como CEO, despues de todo seguire siendo accionista y no creo que nadie me cierre las puertas de mi propia empresa, mucho menos tu ¿No es asi?

—Esposa y embarazo ¿Esta bien asi?—reitero Gilbert, tratando de controlar sus emociones, tal y como si se tratara de un negocio.

—Claro, pero solo si es un trato—dijo su padre extendiendo su mano hacia él para cerrar ese acuerdo de palabra. Gil la miro un segundo, pero no dudo en tomarla, despues de todo. ¿Que tan dificil podria ser contraer nupcias y embarzar a su mujer?

Su padre sonrio complacido por haber logrado convencer a su hijo de cambiar de opinion respecto al matrimonio, pero no podia cantar victoria hasta ver que Gilbert cumpliera con su parte del trato, no obstante, no podia fiarse de que cumpliera con el tiempo estimado, ya que casarse no era un juego y mucho menos tener un hijo, asi que por mucho que lo deseara, Gilbert iba a tener muchas trabas para lograr conseguir lo que él pedia, sin embargo, la diversion de ese acuerdo radicaba en la experiencia que su hijo tendria al lograr su cometido.

Ya estaba ansioso por saber como lo cambiaria el tener una esposa, si maduraria o seria el mismo imbecil de siempre, pero quedaba esperar a ver los resultados.

—A tu salud—expreso levantando su copa para celebrar. Gilbert alzo su copa confiado y mostrando una ligera sonrisa, casi al igual que su padre—por tu futura esposa e hijos, que dios se apiade de ellos.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo