―Pero ¡qué poco romántico que eres! ―le digo algo enfadada―y si me lo preguntas, si la razón por la cual quieres estar conmigo es que quieres liberar tu estrés, pues, no, muchas gracias―le señalo, mientras me incorporo en la cama y él me mira y suspira.―Está bien, comprendo―se limita a decirme―sin embargo, no me negarás el que te pueda abrazar, después de todo, me he esforzado por complacerte―me recuerda todo frustrado.―Sí―le respondo y respiro profundo.Pero, en lugar de colocarse detrás de mí y abrazarme por la cintura como suele ser su costumbre, se coloca de lado y frente con frente, mientras contempla mi cara y me pasa una mano por la sien, al tiempo que sus ojos azul cobalto se sienten cálidos.―A propósito, mañana te voy a dar otra sorpresa―me indica y yo quedo ceñuda.―La última vez que me ibas a dar una sorpresa, terminé en la estación de policía, así que espero que esta vez sepas bien lo que me vas a dar―le digo, entre sarcástica y molesta.―No, corazón, no hay más sorpres
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