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Todos los capítulos de Una cita con el CEO : Capítulo 61 - Capítulo 70
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Tercer libro: Capítulo 4.
CAPÍTULO 4: DE RODILLAS.Las amenazas de Leonardo, no salían de la cabeza de Emma. No había podido conciliar, ni siquiera un instante de paz, no importaba lo que Liam le dijera, no importaba las promesas que su esposo le hiciera, no podía sacarse del corazón aquel oscuro presagio de que Leonardo haría todo lo posible por arruinar su vida, así como él creía, ella se la había arruinado a él, pero Emma no había hecho nada, más que huir de alguien que acabaría con ella tarde o temprano.El silencio de aquella noche, era uno escalofriante, al asomarse por la ventana e intentar mirar al cielo, este lucía mucho más oscuro de lo regular, como si de repente, todas las estrellas habían muerto. Solo la intervención de Emma había evitado que Liam moliera a golpes a Leonardo, el rubio le había dicho que era una zorra, y que le arruinaría la vida, luego se había ido sin regresar, de aquello había transcurrido casi un mes. Podía decir que todo se encontraba en una relativa calma, pero no sabía que t
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Tercer libro: Capítulo 5.
CAPÍTULO 5: RECUPERARTE.El café era el único amigo que había hecho en aquel lugar. Había perdido la cuenta de las noches que había durado sin dormir, sabía que aquello le había demasiado mal a su cerebro, pero a Leonardo no podría importarle menos. Lo único que le importaba en aquellos instantes, era tener la información adecuada al respecto de aquella familia a la que destruiría de la manera que fuese.Había averiguado el sitio a donde Liam trabajaba, la escuela de su hija —cada vez que pensaba en Liliana, la llamaba "la hija de Liam", en realidad no le importaba que ella fuera su hija, no quería nada con aquella mocosa, solo sabía que aquel era el medio más viable para ejercer su plan—, también sabía los horarios en los que Emma estaba sola. El investigador privado que había contratado, lo había ayudado a adentrarse en las conversaciones telefónicas de Liam y Emma, en cada una de las conversaciones de ambos. Haber escuchado como se profesaban amor, había sido más amargo que la muer
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Tercer libro: Capítulo 6.
CAPÍTULO 6: AVENTÓN.La impotencia que Leonardo había experimentado al no poder partirle el rostro a Liam, era una que todavía seguía quemándolo profundamente por dentro, pero había valido la pena y lo sabía, todo por recolectar información que demostrara que Liam era un sujeto peligroso.Leonardo estacionó su auto, saliendo de este al mismo compás en el que sacaba su teléfono, marcando el número del hombre que lo estaba ayudando a recolectar y falsificar la información que destruiría el amor de Emma y el de Liam.—Espero que lo hayas capturado bien, el maldito imbécil me golpeó demasiado fuerte.Leonardo abrió la puerta de su departamento, dándole un portazo; pronto no estaría solo en aquel sitio, pronto ella estaría con él, se lo juraba a sí mismo, en menos de un parpadeo, la tendría acostada en su cama, besando sus labios, necesitaba que aquello ocurriera, necesitaba que aquello se apurara, no soportaba la ausencia de Emma, no podía esperar para arrancarle de los ojos el amor que e
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Tercer libro: Capítulo 7.
CAPÍTULO 7: PROPUESTA INACEPTABLE. Leonardo sabía que la razón por la que le había pedido a Emma que aceptara aquel aventón, no era por el simple placer de ahorrarle el camino, entre sus intenciones, había algo más que sus labios buscaban revelar de manera desesperada, no sabía demasiado bien si debía hacerlo en ese preciso momento, o si tenía que esperar un poco más, pero no se creía capaz de contenerlo por mucho más tiempo. —Sé que amas a tu nuestra hija mucho, Emma. —La mujer le miró por el rabillo del ojo, tragando saliva, no podía tomarse el lujo de decirle que Liliana no era nada de él, menos cuando ambos estaban solos ahí—. Sé que te dolerá perderla; especialmente cuando estoy a nada de conseguir esos papeles que van a quitártela y dañarán la reputación de tu marido. —Él sonrió, para luego continuar hablando antes de que ella pudiese decir algo—. Nadie querrá contratar a un abusador de niños, Emma. —Liam no abusó a nadie, Liam no ha hecho nada d-de eso y lo s-sabes —murmuró e
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Tercer libro: Capítulo 8.
CAPÍTULO 8: SATISFACCIÓN.La satisfacción que Leonardo había sentido al recibir la noticia de que Liam se encontraba hospitalizado, era una que no podía compararse de ninguna manera; había salido con rapidez hacia la casa de Emma, porque quería ser él que viera de manera directa como la mujer se sumergía en pánico cuando recibiera aquella noticia.Sus uñas cortas colisionaban con el volante de manera lenta, en espera de que Emma saliera de la casa, convertida en una bola de miedo y perplejidad.Una sonrisa cargada de placer se marcó en su rostro cuando aquello sucedió.La puerta de la casa de Emma fue abierta con tanta hosquedad, que incluso desde la distancia que los separaba, él fue capaz de escuchar el impacto que aquello había provocado.Temblores se vieron en sus piernas, llanto se vio en su rostro.Él apretó su sonrisa, mordiendo sus labios.—Llora, llora —susurró, meneando sus piernas de manera lenta.La mujer tenía entre sus manos un teléfono, lo marcó, llamando a alguien.Leo
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Tercer libro: Capítulo 9.
Emma depositó el beso más dulce en la frente de Liam, sonriéndole con amor, aunque él no podía verla.Había transcurrido una semana completa desde que él había caído postrado en cama, semana en la que ella había tomado la decisión de enviar a Liliana hacia donde Sofía, pues sabía que no podía mantenerse a cargo de la niña, y de Liam al mismo tiempo, pero no podía dejar a su esposo abandonado allí tampoco, a la suerte, así que con una mentira había engatusado a la pequeña, convenciéndola de pasar varios días en donde su "tía Sofía", aunque Liliana había llorado, diciendo que no quería ausentarse en la escuela; si lloraba de aquella manera por no abandonar la escuela, Emma no podía evitar preguntarse como lloraría si Leonardo se la arrancaba de los brazos.La preocupación le llegaba en olas fuertes, pues temía que Leonardo supiera que ella había enviado a la pequeña a otro estado, algo le decía que el hombre pasaba gran parte del tiempo espiándola, solo eso explicaría que él supiera cos
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Tercer libro: Capítulo 10.
CAPÍTULO 10: DOS MIL.«Todo esto lo hago para evitarle sufrimiento a mi familia», pensaba Emma, aquel pensamiento había sido la única cosa que le había permitido soportar hacerlo cinco veces con aquel hombre, al que no se dignó en mirar ni siquiera por un instante, pero era mucho peor sentirlo en su interior, escuchar sus gemidos en sus oídos, se lavaría hasta arrancarse la piel después de aquello.Emma apretó su mandíbula cuando una débil mordida se aposó sobre su hombro.—Cinco —susurró él, dejándose caer sobre la mujer, que tragó el nudo que tenía en su garganta.Las piernas de la mujer temblaron cuando intentó sentarse, su respiración era sacudida, él había acabado con ella.Se abrazó a sí misma, con asco de su propio cuerpo.Le dio la espalda para derramar unas cuantas lágrimas.—¿Te dolió? —Él se aproximó a ella, besando su cuello por la espalda; no le había dolido, pero el asco que había sentido había sido un indescriptible, quería arrancarse los ojos cada vez que veía como Leo
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Tercer libro: Capítulo 11.
Los dedos de Leonardo seguían clavados en su piel, aunque ella no se encontraba ni siquiera despierta, pero en sus pesadillas, todavía era capaz de sentir el toque del hombre, incluso allí, era incapaz de creer que en cierto punto de su vida, amaba aquellos dedos postrados sobre su cuerpo, sobre su cabello, sobre su rostro.Emma se meneó apenas, luego de gritar hasta que la voz se le había roto, había caído dormida por un profundo cansancio, no había podido resistir un poco más si quiera, se había abrazado a sí misma, y solo pensando en Liam, se había sumergido sin quererlo en el mundo de los sueños.La puerta fue abierta de manera suave por Leonardo, Emma tenía unas cuantas horas allí, pero había dejado de gritar, aquel era el indicador que ella se había quedado dormida, o quizás solo se había rendido de luchar por aquel día. Todo aquello había sido demasiado espontaneo, no planeaba encerrarla allí, lo único que había querido, era proponerle que ella se fuera con él en aquel viaje qu
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Tercer libro: Capítulo 12.
En ocasiones, la miraba sin proporcionarle crédito a sus ojos; embelesado por completo de su preciosura tan abundante.La colocó con cuidado sobre la cama, dejando un beso sobre aquellos labios que tenían el poder de volverlo loco con tan solo un toque, con tan solo una palabra.Había comprado para ella, una pijama, aunque no con aquellos planes, según él creía, en aquellos instantes, ellos se encontrarían viajando lejos de aquel estado, pero en vista de que aquello no sucedería, la había usado en esos momentos, bañándola para luego vestirla con ella.La dulzura que irradiaba Emma dormida, era una que no se podía comparar con absolutamente nada, sentía unos profundos deseos de solo dormirse a su lado y que no fueran despertados más, o que tras despertar de su largo sueño, ella cambiara de opinión. Él daría todo para que ella cambiara de opinión."Sí, me quedaré contigo y olvidaré a Liam", aquellas palabras podían devolverle la cordura a Leonardo White.El rubio caminó hacia el otro ex
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Tercer libro: Capítulo 13.
Lo primero que la atacó, fue un fuerte dolor de cabeza, tan violento, que Emma consiguió sentarse sobre la cama solo después de intentarlo por unos cinco minutos; sentía que su cráneo había sido martillado y no podía en duda que algo así hubiese tenido lugar, porque solo eso explicaría el malestar tan profundo que la atacaba en un instante así.La mujer jadeó en voz alta algo que ni siquiera ella misma comprendió, todavía se encontraba algo poseída por el desmayo, supo que no tenía alguna fuerza cuando intentó colocarse de pie y sus extremidades se convirtieron en dos débiles fideos.Los ojos todavía borrosos de Emma se posaron sobre el rubio hombre en toalla que se dirigía hacia ella.—Mi amor, despertaste. —Ella sintió un beso en sus labios, luego otro en su cuello, apenas elevó sus manos, intentando abofetearlo—. Estás un poco débil aún, dormiste demasiado, no pensé que te haría tan buen efecto.Otro beso se posó sobre los labios de Emma, quien sentía como el cólera le daba latigaz
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