CAPÍTULO FINAL: MI PRECIOSA EMMA. El tiempo continuó su acarreo, con la misma rapidez con la que él se alejó para siempre de aquella mujer que lo enloquecía, que lo poseía con solo una sencilla mirada. Cuando ella le vio irse, no creyó que lo hiciera para siempre. El temor de que Leonardo White algún día regresara, permanecía vivo en su corazón. Permaneció vivo hasta que llegaron las semanas, luego los meses y con estos, los años. Jamás había visto de nuevo aquella cabellera rubia, aquellos ojos color océano tempestuoso, jamás había escuchado aquella voz, jamás había vuelto a saber nada de Leonardo White, el hombre que con una mirada le mostró la mucha miseria que podía cargar un hombre. Doce años habían transcurrido desde aquella oscura tarde en la que él se había ido sin retorno. No había sabido nada de él, ni siquiera en los periódicos. Él se había desvanecido, como el humo de un cigarro. De vez en cuando, solo se encontraba presente en sus pensamientos. Lo había odiado, por al m
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