CAPÍTULO 7: PROPUESTA INACEPTABLE. Leonardo sabía que la razón por la que le había pedido a Emma que aceptara aquel aventón, no era por el simple placer de ahorrarle el camino, entre sus intenciones, había algo más que sus labios buscaban revelar de manera desesperada, no sabía demasiado bien si debía hacerlo en ese preciso momento, o si tenía que esperar un poco más, pero no se creía capaz de contenerlo por mucho más tiempo. —Sé que amas a tu nuestra hija mucho, Emma. —La mujer le miró por el rabillo del ojo, tragando saliva, no podía tomarse el lujo de decirle que Liliana no era nada de él, menos cuando ambos estaban solos ahí—. Sé que te dolerá perderla; especialmente cuando estoy a nada de conseguir esos papeles que van a quitártela y dañarán la reputación de tu marido. —Él sonrió, para luego continuar hablando antes de que ella pudiese decir algo—. Nadie querrá contratar a un abusador de niños, Emma. —Liam no abusó a nadie, Liam no ha hecho nada d-de eso y lo s-sabes —murmuró e
CAPÍTULO 8: SATISFACCIÓN.La satisfacción que Leonardo había sentido al recibir la noticia de que Liam se encontraba hospitalizado, era una que no podía compararse de ninguna manera; había salido con rapidez hacia la casa de Emma, porque quería ser él que viera de manera directa como la mujer se sumergía en pánico cuando recibiera aquella noticia.Sus uñas cortas colisionaban con el volante de manera lenta, en espera de que Emma saliera de la casa, convertida en una bola de miedo y perplejidad.Una sonrisa cargada de placer se marcó en su rostro cuando aquello sucedió.La puerta de la casa de Emma fue abierta con tanta hosquedad, que incluso desde la distancia que los separaba, él fue capaz de escuchar el impacto que aquello había provocado.Temblores se vieron en sus piernas, llanto se vio en su rostro.Él apretó su sonrisa, mordiendo sus labios.—Llora, llora —susurró, meneando sus piernas de manera lenta.La mujer tenía entre sus manos un teléfono, lo marcó, llamando a alguien.Leo
Emma depositó el beso más dulce en la frente de Liam, sonriéndole con amor, aunque él no podía verla.Había transcurrido una semana completa desde que él había caído postrado en cama, semana en la que ella había tomado la decisión de enviar a Liliana hacia donde Sofía, pues sabía que no podía mantenerse a cargo de la niña, y de Liam al mismo tiempo, pero no podía dejar a su esposo abandonado allí tampoco, a la suerte, así que con una mentira había engatusado a la pequeña, convenciéndola de pasar varios días en donde su "tía Sofía", aunque Liliana había llorado, diciendo que no quería ausentarse en la escuela; si lloraba de aquella manera por no abandonar la escuela, Emma no podía evitar preguntarse como lloraría si Leonardo se la arrancaba de los brazos.La preocupación le llegaba en olas fuertes, pues temía que Leonardo supiera que ella había enviado a la pequeña a otro estado, algo le decía que el hombre pasaba gran parte del tiempo espiándola, solo eso explicaría que él supiera cos
CAPÍTULO 10: DOS MIL.«Todo esto lo hago para evitarle sufrimiento a mi familia», pensaba Emma, aquel pensamiento había sido la única cosa que le había permitido soportar hacerlo cinco veces con aquel hombre, al que no se dignó en mirar ni siquiera por un instante, pero era mucho peor sentirlo en su interior, escuchar sus gemidos en sus oídos, se lavaría hasta arrancarse la piel después de aquello.Emma apretó su mandíbula cuando una débil mordida se aposó sobre su hombro.—Cinco —susurró él, dejándose caer sobre la mujer, que tragó el nudo que tenía en su garganta.Las piernas de la mujer temblaron cuando intentó sentarse, su respiración era sacudida, él había acabado con ella.Se abrazó a sí misma, con asco de su propio cuerpo.Le dio la espalda para derramar unas cuantas lágrimas.—¿Te dolió? —Él se aproximó a ella, besando su cuello por la espalda; no le había dolido, pero el asco que había sentido había sido un indescriptible, quería arrancarse los ojos cada vez que veía como Leo
Los dedos de Leonardo seguían clavados en su piel, aunque ella no se encontraba ni siquiera despierta, pero en sus pesadillas, todavía era capaz de sentir el toque del hombre, incluso allí, era incapaz de creer que en cierto punto de su vida, amaba aquellos dedos postrados sobre su cuerpo, sobre su cabello, sobre su rostro.Emma se meneó apenas, luego de gritar hasta que la voz se le había roto, había caído dormida por un profundo cansancio, no había podido resistir un poco más si quiera, se había abrazado a sí misma, y solo pensando en Liam, se había sumergido sin quererlo en el mundo de los sueños.La puerta fue abierta de manera suave por Leonardo, Emma tenía unas cuantas horas allí, pero había dejado de gritar, aquel era el indicador que ella se había quedado dormida, o quizás solo se había rendido de luchar por aquel día. Todo aquello había sido demasiado espontaneo, no planeaba encerrarla allí, lo único que había querido, era proponerle que ella se fuera con él en aquel viaje qu
En ocasiones, la miraba sin proporcionarle crédito a sus ojos; embelesado por completo de su preciosura tan abundante.La colocó con cuidado sobre la cama, dejando un beso sobre aquellos labios que tenían el poder de volverlo loco con tan solo un toque, con tan solo una palabra.Había comprado para ella, una pijama, aunque no con aquellos planes, según él creía, en aquellos instantes, ellos se encontrarían viajando lejos de aquel estado, pero en vista de que aquello no sucedería, la había usado en esos momentos, bañándola para luego vestirla con ella.La dulzura que irradiaba Emma dormida, era una que no se podía comparar con absolutamente nada, sentía unos profundos deseos de solo dormirse a su lado y que no fueran despertados más, o que tras despertar de su largo sueño, ella cambiara de opinión. Él daría todo para que ella cambiara de opinión."Sí, me quedaré contigo y olvidaré a Liam", aquellas palabras podían devolverle la cordura a Leonardo White.El rubio caminó hacia el otro ex
Lo primero que la atacó, fue un fuerte dolor de cabeza, tan violento, que Emma consiguió sentarse sobre la cama solo después de intentarlo por unos cinco minutos; sentía que su cráneo había sido martillado y no podía en duda que algo así hubiese tenido lugar, porque solo eso explicaría el malestar tan profundo que la atacaba en un instante así.La mujer jadeó en voz alta algo que ni siquiera ella misma comprendió, todavía se encontraba algo poseída por el desmayo, supo que no tenía alguna fuerza cuando intentó colocarse de pie y sus extremidades se convirtieron en dos débiles fideos.Los ojos todavía borrosos de Emma se posaron sobre el rubio hombre en toalla que se dirigía hacia ella.—Mi amor, despertaste. —Ella sintió un beso en sus labios, luego otro en su cuello, apenas elevó sus manos, intentando abofetearlo—. Estás un poco débil aún, dormiste demasiado, no pensé que te haría tan buen efecto.Otro beso se posó sobre los labios de Emma, quien sentía como el cólera le daba latigaz
Intentó correr lo más rápido que sus extremidades se lo permitieron, pero no fue lo suficiente como para superar a un hombre que, más allá de su estado físico, contaba con la motivación de vivir en su fantasía de tenerla allí con él, así que antes de que ella pudiera correr demasiado lejos, sintió como unas fuertes manos la sujetaban por el estómago, arrastrándola de regreso al lugar en el que había estado encerrada por más de veinticuatro horas.Leonardo colocó su mano sobre los labios de Emma, silenciando sus gritos y regresándola hacia el apartamento, en donde, una vez allí, la arrojó al suelo, lastimándola, arrancándole las llaves de las manos.De un fuerte estruendo cerró la puerta. Uno tan violento que todas las extremidades de Emma se cubrieron de miedo ante aquel rubio con sus ojos sumergidos en cólera y dolor. Había sido lo suficiente ingenuo como para creer que esos besos voluntarios habían sido por amor, porque ella había querido hacerlo.Emma se paró del suelo con premura,