—Hasta pronto hada, nos vemos afuera. — menciona la gitana haciendo una clase de reverencia, enfundada en el horrible trozo de tela anaranjado, por fin dejaría de ser una calabaza, pensó la joven mientras movía su mano en señal de despedida. —Apuesto apenas salgas tendrás un nuevo hombre muriendo por uno de tus bailes y cientos de mujeres creyendo tus cuentos de la quiromancia. —¿Y tú hada? — inquiere en ese tono burlón, mientras danzaba entre las rejas. —Voy a casarme. —Responde con seguridad la pequeña, mientras imaginaba su vestido de novia con gran ilusión, al fin se convertiría en la esposa del amor de su vida. —¿Debería sentirme celosa? Tu y yo somos el dúo perfecto. Dudo que ese novio tuyo sea lo suficientemente bueno para ti, tus manos me lo han dicho. —La pequeña pelirroja sintió una punzada en su pecho, todo ese tiempo se aferró a la idea de que así era, solo debía salir de ese espantoso lugar, él estaría allí como se lo juro desde que ingresó. Además, la gitana solo usa
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