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Todos los capítulos de No me busques : Capítulo 11 - Capítulo 20
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𝓣𝓮𝓻𝓬𝓮𝓻 𝓭í𝓪
Me desperté en una cama que no era mía, sin zapatos y arropada. «¿Cómo llegué aquí?», me pregunté. Miré a mi lado y estaba sola. Me sentí perdida y desorientada. Lo único que recordaba es que me había quedado dormida en el sofá, escuchando la melodía de una guitarra.Me levanté y recorrí la habitación. En una esquina habían tres guitarras, un piano y varios instrumentos que no conocía.Salí del dormitorio y entré a otro en búsqueda del guapo y sexi cantante, pero no estaba. Me llamó la atención una fotografía muy bonita de un pequeño que estaba en el escritorio de lo que parecía ser su oficina.Me acerqué y observé con ternura.«¿Será él de niño?», pensé mientras analizaba cada una de las facciones. —¡Hola, bonita! Es mi hijo. Tiene tres años y su nombre es Nathaniel, pero le decimos Nathe. —Tomó la fotografía y la miró con ternura. —¡¿Tienes un hijo?, ¿eres casado?! —exclamé, preocupada.De inmediato, retrocedió y se explicó:—No pienses tonterías. Estoy divorciado. Todo terminó
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸
Me dolía la cabeza y no sabía dónde estaba. Intentaba abrir los ojos, pero era imposible. Mi cuerpo estaba inmóvil. Me rendí y regresé a un profundo sueño.Cuando desperté, noté que me encontraba en una habitación desconocida. Todo era tan blanco y pulcro que se sentía frío. Caminé hacia la ventana y en el exterior habían muchas personas paseando en los jardines.Me miré a mi misma. Estaba con una camisa de dormir y sin ropa interior. Me sentía desnuda y perdida.¿Qué hacía en ese lugar? ¿Todo fue un sueño? No obstante, era imposible. La noche anterior yo me encontraba con Andrés asumiendo que debía regresar con él.—Hola, Emilia —dijo Andrés mientras me miraba cruzado de brazos y apoyado en una pared, esperando el momento para hacerme sentir aún más confundida.Escuché su voz y me dio un escalofrío intenso. Él estaba ahí, era real y nada había sido un sueño.—Andrés, ¿qué es lo que hago aquí? ¿Dónde estoy? —pregunté mientras retrocedía asustada alejándome de él.—Estás haciendo el tr
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𝓒𝓾𝓲𝓭𝓪𝓭𝓸
Sabía el nombre de la clínica. Tenía que llevar a cabo un plan y para eso necesitaba un celular con internet. Era complicado, pero era la única opción que tenía. Si lograba hacerle llegar a Nicholas un mensaje por redes sociales quizá podría ayudarme a salir.Haría una fotografía y crearía una cuenta en Instagram. En algún momento me comentó que era la red social que más utilizaba y en algunos momentos se daba el tiempo de leer.Llamé a la enfermera con el timbre. De inmediato llegó a mi dormitorio.—Hola, me dieron ganas de dibujar. ¿Me podrías traer un lápiz, una hoja, pinceles, acuarelas o lo que tengas a mano, por favor? —Hice un gesto de súplica.Si algo bueno tenía esa clínica es que, si me portaba bien, conseguía todo lo que necesitaba, por lo mismo tenía que irme con cuidado, ya que un paso mal hecho me dejaría sin oportunidades. La enfermera me llevó lo solicitado.Dibujé un barco, muchas estrellas, un hombre y una mujer.Al hombre le hice una guitarra roja y a la mujer un v
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𝓑𝓲𝓮𝓷𝓿𝓮𝓷𝓲𝓭𝓪
—Emilia, su novio viene por usted. —Ecuché decir a la enfermera mientras entraba a mi habitación. —Muchas gracias.Tenía mis maletas listas, me habían avisado en la mañana que mi alta estaba autorizada y que irían por mí. Sabía que llegar nuevamente a esa casa sería un castigo eterno, pero también tenía claro que era la única forma de salir de la clínica.Vi a Andrés firmando mi alta psiquiátrica. Me saludó con un cálido beso en la boca. Se veía feliz y muy relajado, en algún momento pensé que tenía ánimos de cambiar. Intenté poner cara de alegría para ocultar mi preocupación y me encaminé por el pasillo a la salida del hospital.Me despedí de todo el personal que me atendió durante mi proceso. Tenía que admitir que, a pesar de todo, la atención fue muy buena, me trataron con mucho cariño.Estaba saliendo por la puerta delantera cuando frente a frente lo vi a él y a dos hombres gigantes que lo acompañaban. No podía creerlo, era Nicholas. Vestido con una sudadera, pantalón de depor
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𝓤𝓷 𝓹𝓪𝓼𝓸 𝓪𝓽𝓻á𝓼
Nos encontrábamos sentados en el avión privado. Nunca había estado en uno. Los lujos que pueden adquirir los famosos son impresionantes.El personal de Nicholas me ayudó a ponerme cómoda en uno de los asientos. Nos esperaba un largo viaje.—Em, tenemos mucho tiempo para conversar, me gustaría saber de ti y cómo es que fuiste a caer en las manos de ese idiota —dijo mientras se acomodaba en el asiento y abrochaba su cinturón. Su mirada se endurecía cada vez que hablaba de él. —No es una larga historia, la verdad. Mis padres fallecieron cuando yo tenía dieciocho años, me dejaron algo de dinero, pero no lo suficiente para vivir, así que tuve que buscar trabajo. —Suspiré—. Llegué a uno de los restaurantes de Andrés, quién me abrió las puertas. Eso es todo. Las cosas se fueron dando.Me tomó de las manos y acarició mis nudillos. La situación no era cómoda, me sentía como un cachorro rescatado de la calle. —¿Y tú ? ¿Cómo supiste lo que estaba pasando conmigo? —pregunté, frunciendo el ceño
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𝓕𝓾𝓮𝓰𝓸
Desperté en mi cama con Nicholas a un lado, asumí que no me invitó a la suya por el pequeño.«Podría despertar así todos los días», pensé al sentir que Nicolás besaba mi espalda y mis hombros. Era la mejor sensacion que podria haber sentido.Estábamos felices disfrutando del uno y del otro hasta que sentimos al pequeño.—¡Papi! —Caminaba por el pasillo.Rápidamente Nicholas se levantó y vistió con lo que encontró.—Nos vemos en el desayuno, bonita. —Me besó y se levantó de la cama.—No me quiero levantar —reclamé, atrayéndolo hacia mí.—Podemos estar acostados todo el día, yo feliz me presto para eso, pero la madre de Nathe viene por él en un rato.—No me digas. —Hice un mohín.—Sí te digo. Nos vemos en el desayuno. —Me dio una palmada en el culo, un beso en los labios y se levantó a hacer lo suyo.Entré a la ducha, disfruté el agua tibia, me vestí y fui a tomar desayuno con el rubio sexi.Entré al comedor y no vi a Nicholas, recordé que estábamos solos con el pequeño y la niñera, así
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𝓔𝓵 𝓵𝓵𝓪𝓶𝓪𝓭𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓶𝓾𝓮𝓻𝓽𝓮
Desperté en la cama de mi rubio y no lo encontré a mi lado. Me levanté, tomé mis cosas y fui a la ducha.Bajé las escaleras y la mesa del desayuno estaba servida. Toda la casa patas para arriba con el servicio que no había ido el fin de semana.Ordené un poco y me senté a su lado. Estaba tan concentrado en su celular que demoró en darse cuenta de que yo había llegado. Levantó la cara y me sonrió. —Buenos días. —Se acercó y me dio un tierno beso.—Buenos días, rubio favorito. —Lo miré embobada por lo sexi que se veía esa mañana. —¿Rubio favorito? ¿Acaso hay otro? —preguntó, frunciendo el ceño. —No, por supuesto que no. —Reí.Tomamos desayuno conversando de lo que es la agenda del día, él se veía guapísimo con ropa deportiva, listo para ir a lo suyo.—Es hora, vamos, tienes cita con el doctor y yo mi ensayo en un rato —dijo, mirando su reloj de pulsera. —¿No me acompañaras? —Hice un puchero. —Me encantaría hacerlo, pero no puedo. Te llevarán y luego te recogerán, cuando estés lista
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𝓔𝓵 𝓭𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓽𝓪𝓻
Desperté en el hospital, asustada y desorientada. Traté de moverme pero era imposible con el dolor que sentía. Se me vino a la cabeza la peor escena que había vivido desde que conocía a Andrés. Toqué el timbre para llamar a la enfermera de inmediato. Necesitaba saber cómo estaba mi bebé y Nicholas.—Señorita Emilia, me alegro de que despertara —susurró la enfermera, mientras entraba en la habitación. —¿Cómo está mi bebé? —pregunté, preocupada. —Por favor, cálmese, no es momento de que se altere. —Acarició mi mano.—Solo dígame si sigue vivo —pedí, esperando una respuesta positiva, pero no fue así. —No había ningún bebé, señorita. Usted no estaba embarazada —dijo.¿Cómo podía ser eso posible si ayer el doctor me dijo lo contrario? ¿Será que todo fue planeado por Alexandra?No sabía qué pensar o decir. Ayer había pasado todo el día creyendo que estaba embarazada de Andrés y resulta que no lo estuve. ¿Andrés sabía que era mentira y por eso no le importó dispararme en el estómago o r
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓽𝓸𝓻𝓷𝓸
Terminó el concierto y personal de la productora me preguntó si quería ir al camerino de Nicholas para acompañarlo. Me llevaron y con un beso apasionado me recibió.—Fue muy lindo lo que hiciste. —Lo abracé. —La noche aún no termina —respondió, mientras bebía agua. —No quiero que acabe.Permanecimos abrazados sin decir nada. A los segundos nos abrieron la puerta del camerino y vi a mi italiano favorito.—¡Felicidades! —exclamó.Me acerqué a Rentado y con un fuerte abrazo le agradecí por toda su preocupación.El italiano abrió una botella de champagne y brindamos por el futuro que nos esperaba.—Emilia, espero ser yo quien te ayude con tu vestido de novia —dijo, cruzándose de brazos mientras esperaba una respuesta. —Eso es obvio —contesté.—Déjame hacer mi trabajo, no quiero verte en esos lugares espantosos de nuevo. Para eso me pagan. A todo esto, Nicholas, ¿viste cómo te la deje hoy?—Está hermosa. —Me miró, sonriendo. —Espera a ver lo que trae bajo el vestido. —Movió las cejas d
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𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪
Desperté con los ojos hinchados de tanto llorar. Nicholas, estaba a mi lado viendo sus redes sociales.—Hola, bonita, ¿cómo dormiste? —Me dio un dulce beso en los labios. —Mejor de lo que esperaba. —Me senté en la cama y me tapé la cara con las manos para que no me llegara luz a los ojos—. ¿Y el pequeño?—Vino Alexandra a buscarlo temprano. Llegó en la madrugada de sus vacaciones.No tenía ánimo para nada, ni siquiera me interesaba saber si habían hablado sobre lo ocurrido en Cuba. Nicholas se levantó y a los diez minutos llegó con el desayuno y otro bonito ramo de flores. Me alegraba las mañanas con sus lindos detalles.Teníamos reunión con su agente y posterior a eso con el abogado.Sabía que lo ocurrido no había sido accidente, fue un aviso.Almorzamos y a los veinte minutos llegó quien manejaba la carrera de mi rubio. Vimos las fechas disponibles para el matrimonio por la iglesia y recién Nicholas en un año tenía espacio. Maritza dejaría agendado para primavera.Mi celular empez
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