Estábamos en el avión. Nicholas no sabía que Renato regresaba conmigo.No me sentía bien, el vuelo fue realmente una eternidad. En ese momento solo pensé en que debería haber comprado un asiento en el baño, ya que estuve todo el viaje devolviendo la comida.Me sentía débil, pero nada impediría que pudiera reencontrarme con el futuro padre de mi hijo.Llegamos a Rio de Janeiro a las seis de la tarde y nos fuimos directamente al lugar en donde había quedado Renato de retomar su trabajo.A las ocho el espectáculo había empezado, escuchar su voz hacía que me sintiera mejor.Maritza, la agente, me abrazó, no podía creer lo que estaba viendo.—Emilia, regresaste.—Espero no tener que irme nuevamente.Me llevaron al camarín, ahí podía ver el concierto en la pantalla. Estaba nerviosa, nadie me aseguraba de que él estuviera soltero o aún enamorado de mí. Así que, psicológicamente, me preparé para lo peor.—Em, estas muy pálida, ¿necesitas algo —preguntó Renato.—Solo agua, estoy mareada y sien
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