Volvía al país que tantos recuerdos amargos me traía. Casada, enamorada y con un bebé en camino. Nicholas me consiguió hora con un buen médico para ir a ver cómo estaba el bebé. Por mi parte llamé a una agente inmobiliaria para vender todo lo que me quedaba, solo teníamos que concretar una reunión e ir a los lugares. Personalmente había dilatado mi regreso a la casa de Andrés, pero era el momento de ir para desligarme de todo lo que tuviese que ver con ese pasado. El dinero de esa venta lo quería para ayudar a alguna fundación, yo ya no necesitaba más. El avión estaba a punto de despegar, seguridad llegó a avisar que todo estaba revisado y que incluso los mecánicos del avión habían dado el okey para despegar. Notaba muy tenso a Nicholas, pero intentaba ocultarlo. —Amor, ¿estás seguro de irnos a Chile por un tiempo? —pregunté, pensando en que no era necesario hacer un viaje tan apresurado. —Sí. Tenemos que alejarnos. Ya tengo agentes privados investigando y la verdad es que todo
La llave me abriría la puerta de un baúl antiguo que estaba de decoración. En ella había millones de fotografías y documentos. Descubrí que sus padres estaban vivos, nunca habían muerto como él contaba y que seguían viviendo en Inglaterra. Tomé un álbum de fotos, sin pensar lo que podría encontrar, empecé a hojear las páginas para ver las fotografías. Me llamó la atención de que en muchas de ellas de cuando él era pequeño aparecía un niño igual al hijo de Alexandra y Nicholas.Eran idénticos. Traté de pensar que eso era solo coincidencia, pero era demasiada. Algo en mi seguía diciendo que tenía que continuar con mi investigación. Me metí en Google desde mi teléfono y empecé a buscar fotografías del cantante famoso cuando pequeño. Encontré muchas. Era un hecho. Ellos se conocían desde niños y obviamente había mucho qué explicar.El mundo se me vino abajo, nunca me di cuenta de que todo esto estaba seguramente planeado. Necesitaba más pruebas, aunque la fotografía era una bastante c
—Em, tenemos que conversar. Deja que te explique —rogó, mientras se acercaba. —Por supuesto que lo harás, no quiero mentiras, no te atrevas a decir una. Y tampoco omitas detalles. Quiero respuestas. Estaba desarmado por dentro, podía notarlo. Esto era algo que él no esperaba y mucho menos que yo fuese tan fría frente al tema. Tenía ganas de abrazarlo, estaba enamorada, pero no podía permitirme nuevamente que me faltasen el respeto. Nos estábamos mirando frente a frente y empezó con su historia:—Andrés y yo fuimos amigos desde pequeños. Nos conocimos en Inglaterra. Mi padre trabajó por muchos años con el suyo. Los fines de semana nos juntábamos y pasábamos horas jugando. Con los años, mi padre y mi madre se divorciaron y me fui a vivir con ella a EE. UU, lugar donde yo nací al igual que ellos. Siempre seguimos en contacto y viéndonos en veranos cuando yo viajaba a ver a mi padre.»Un día él me llamó desesperado, pidiendo ayuda para encontrarte. Yo justo había estado en Orlando dand
Las luces volvieron y de inmediato me solté de los brazos de Nicholas. —Esto no está bien. Tenemos que averiguar quién nos está acosando —dije, mirando hacia todos lados.Nicholas tomó el teléfono y nuevamente llamó al jefe de seguridad. No vieron nada. Como conclusión, creyeron que había sido solo un corte común.Estaba asustada. El mensaje no podía ser solo coincidencia. No había nada extraño, así que le dije a Nicholas que me iría a descansar. Me sentía mareada y muy confundida. —Em, no te dejaré sola. Menos con las sospechas de que anda alguien merodeando. —No hay nadie, tienes que estar tranquilo, solo fue coincidencia. —Caminé, hasta las escaleras.—Déjame ir a dejarte a la habitación, yo dormiré en el sofá. No me excluyas de esto, no lo voy a permitir. Estoy consciente de que te mentí, pero escucha; jamás, te juro que jamás hice algo que te hiciera daño. —Nicholas, dame tiempo.—Te lo voy a dar, pero por el momento, hay una loca o un loco por ahí, jugando bromas bien pesad
La miré a los ojos, esperando que me dijera algo, pero ella solo me apuntaba con el arma. —Paulina, pensé que estabas muerta.—Lo estoy —dijo, sin quitarme la mirada y apuntando.Su aspecto era desaliñado, se notaba que el cabello no lo lavaba hace tiempo. Parecía un zombie. Mas delgada que nunca, ojerosa y muy pálida. Su mirada intentaba decirme algo, pero no sabía qué era.—¿Por qué haces esto? —pregunté, acercándome poco a poco con las manos en alto. —Por él...—¿Por quién? ¿Andrés? No me respondió.—Paulina, tú no eres así, yo te conozco. ¿Fue Andrés quien te obligó a hacer esto?Mi pregunta la desconcertó, se notaba que estaba muy confundida y claramente no tenía ni la más mínima idea de qué hacer. El arma hizo un sonido, el típico de cuando la bala se pone en su posición para salir. Estaba aterrada, pero no podía morir sin saber la verdad.—Entrégame el arma, conversemos. Puedo ayudarte. No hagas cosas que te harán más daño. ¿Estás sola en casa? —Estiré la mano para que me e
Ambos nos levantamos de las reposeras y vestimos. Estábamos siendo espiados y ni idea de algún sospechoso con tanta gente poniendo cámaras por la casa. Pensábamos que todo había terminado, pero no, eso estaba recién comenzando. Renato venía entrando a la casa con más gente aún, a renovar nuestros closets. Gracias a que los ventanales de la casa estaban abiertos, podíamos escuchar su inigualable voz desde la piscina. —¿Dónde está la bella y la bestia? —preguntó, en voz alta. De inmediato le respondieron que estábamos en la piscina y salió a saludar. —Amiga, bella. Divina como siempre. Tanto tiempo sin verte. Tú estás cada día más linda. No puedo decir lo mismo de ti, Nicholas —dijo, mirando a mi rubio—. Si me aumentaras el sueldo, podría recomendarte a algunas personas para que te arreglen unas arruguitas que te están saliendo. ¿Qué les pasa a los dos? ¿Vieron a un muerto o qué? ¿No me van a saludar? —culminó.—Hola, Renato, qué agradable sorpresa —dije mientras lo abrazaba. —¿Ve
Seguramente él o la acosadora, sabía dónde estaba Nicholas, últimamente sabía todo. Por eso decidí responder a su mensaje:«¿Sabes dónde está Nicholas?»«Buscándome...»«¿Dónde?»«Ponte un lindo vestido y tacones. Te envío mi ubicación.»Rápidamente me vestí con uno de los nuevos vestidos que me había dejado Renato. Lamentablemente no tenían casi nada de tela, pero no era el momento de regodearme, me puse el primero que encontré: negro, muy ajustado, con escote en V y lentejuelas. También saqué unos tacones y me fui, tan rápido como el flujo vehicular me dejó hacerlo. Las Vegas es una ciudad que está prendida veinticuatro horas, no hay un momento en donde pueda encontrar menos tráfico. A la media hora ya estaba en la dirección que me habían enviado. Era la casa particular de alguien, enorme, seguramente de algún millonario.Me acerqué y toqué el timbre.Me abrió un hombre muy alto, vestido solo con un bóxer. Un modelo Calvin Klein lo dejaba pequeño con lo guapo que era. Grandes ojo
Siempre pensé que mis padres eran buenas personas, pero ese día me di cuenta de que de ellos no aprendí ni lo que es ser una familia y menos lo que es respetarla.Mi reacción frente al hombre que abrió la puerta no fue la que siempre imaginé o la de cualquier hija que no vio a su papá hace años. Presentía que había algo oscuro en todo eso y que muchas de las cosas que me estaban pasando eran el resultado de malas decisiones de él.Se acercó para abrazarme, pero no pude responderle. De inmediato tomó distancia. Nicholas me miró a los ojos y me dijo:—Em, los dejo, tienen mucho de qué hablar.—No, Nicolás, por favor, no. Te necesito ahora.Mis ojos sacaron a lagrimear, sabía que el discurso que se venía era algo difícil de digerir. No quería mentiras y era obvio que Nicholas tenía la historia completa. No podía creer que después de años llorando, estaba parado frente a mí como si nada.—Bien, papá, empieza a hablar. Quiero todos los detalles, no más mentiras.—Emilia, lo lamento mucho.