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Todos los capítulos de Aullido de medianoche : Capítulo 131 - Capítulo 140
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Lejos de todos
La mañana los había encontrado desnudos y enredados en una cálida manta, Regina se abrazaba ligeramente a la almohada sobre la cuál descansaba y el joven de cabello rubio se abrazaba a ella, brindándole el calor, la protección y la comodidad suficientes para no quererse levantar aun cuando tenía casi cinco minutos despierta, entrelazó sus dedos con los del rubio luego de acariciar su brazo.Suspiró en silencio… ¿qué sentía realmente por él? ¿Hasta dónde podrían llegar juntos?Su pecho quiso apretarse ante la duda y negó en silencio, últimamente pensar mucho en lo que ellos tenían, no la hacía sentir muy bien.—Será mejor levantarme— se aconsejó en un murmullo.Enderezó su cuerpo y volteó a ver al buró que se encontraba del otro lado de la cama… faltaban cinco minutos para las siete de la mañana, la luz del sol todavía no atravesaba la cortina del balcón, por lo que supuso que sería un día gris; bajó su mirada al rubio que parecía dormir casi profundamente… Regina se tomó unos segundos
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Complicaciones
—¿Qué? –—Las llaves de su auto— repitió por tercera vez un hombre al ofrecerle el objeto — El señor Giovanni me ordenó traerlo a esta dirección — dijo y confirmó que era el lugar correcto —… ¿es usted Martinelli Regina? — terminó por preguntar ante el asombro de la joven.—S-si… soy yo, pero… ¿qué le hicieron a mi auto? — preguntó con sorpresa al salir a la calle y verlo.—Hicimos lo que pudimos — confesó el hombre con pinta de mecánico — Realmente es un auto antiguo… descontinuado, insistimos al joven que sería mejor sustituirlo por un modelo reciente, pero él insistió reparar este — confesó el hombre.Regina entonces lo volteó a ver y mientras él le estiraba la mano para que tomara las llaves, ella observó en el uniforme beige de trabajo, la impresión del nombre de la empresa de Giovanni en la parte de la chaqueta del hombre.—¿Él pidió que lo repararan? – cuestiono Regina casi al borde de las lágrimas.El hombre asintió — no dará problemas en mucho tiempo, se le hicieron algunos a
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Perderla
—¡Shh! Cierra la boca, Alma— se quejó Jane al ver a la pelicorta atendiendo una llamada en medio de la función.—Ah, cállate— mencionó la otra al arrojarle un puñado de palomitas hacia atrás, lugar donde ella se había sentado.—Señoritas, nos van a echar— comentó con una sonrisa nerviosa Anthony mientras evadía las palomitas que Alma volvía a arrojar.—Entonces dejen de molestarme— habló la joven que sostenía el móvil en su hombro y oreja, al mismo tiempo que comía palomitas y prestaba atención a la enorme pantalla.Regina volteó a verla con asco —¿cómo puedes comer mientras a esos hombres les sacan los intestinos? — preguntó y casi pálida regresó la vista a la pantalla, donde justo en ese momento, uno de los chicos, coprotagonistas, se escondía del asesino y claramente podía verse que iba a ser capturado.—¿Estás bien? — preguntó el pelinegro que se había sentado a un costado de Regina, en los asientos de la orilla de esa sala.Regina asintió no muy convencida —no es mi género favori
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Ella misma
Regina bajó la mirada, su mirada expresiva y generalmente alegre, ahora se frustró distante, casi sombría.“Él dijo que me amaba” recordó preocupada la joven, una sensación caliente y dolorosa le apretó el pecho; sus ojos temblaron y una sensación extraña le erizó la piel al mismo tiempo.—¡Señorita! – la voz de una mujer entrada en años la hizo alzar su vista.—¿Eh? – mencionó al verla mientras la misma le entregaba un embace de leche.La mujer sonrió —También me cobra esto, por favor— le dijo insistiendo para que lo tomara.Regina vio extrañada a la mujer y al embace por un segundo, luego respingó —L-lo siento— se disculpó— ¿Algo más? – le preguntó al marcar el producto.La mujer negó sin borrar su sonrisa —Eso es lo único— dijo y comenzó a escarbar en su bolso buscando su cartera luego de ver el total de su compra en la pantalla del computador -. Si me permite un consejo, cariño, intenta no distraerte tanto, otros clientes podrían molestarse y causar problemas en tu trabajo, y no q
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Amores
Casi una hora después, Regina suspiró cansadamente mientras entraba a su casa, sus ojos rodaron por la sala, la cocina y el comedor al seguir de pie frente a la puerta cerrada.-… Otra vez no está— mencionó para ella misma.Las lámparas de los burós estaban encendidas, iluminando cálidamente la sala, la luz de la cocina alcanzaba a iluminar también el comedor, dando una sensación acogedora al encontrarse todo en perfecto orden, pero faltaba él.—Últimamente llega bastante tarde— mencionó Regina al colgar sus llaves y colocarse la mano en el cuello para relajar sus músculos mientras entraba; dijo esto, sin ser consciente que se acostumbraba a una vida en pareja con el joven rubio de fríos ojos azules.Estaba a punto de subir las escaleras para terminar una de las tareas que no alcanzó a realizar, cuando escuchó la puerta del coche del rubio cerrarse en la calle…, volteó a ver sabiendo que no tardaría en entrar.Los ojos azules del chico de cabello rubio se fijaron en ella al apenas cer
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Color de rosa
El rubio le sujetó las caderas mientras alzaba suavemente las de él para obligarla a subir y bajar sobre su masculinidad, los dedos de Regina volvían blanquecina su piel morena al presionarse con fuerza sobre ella, mientras sus senos mojados subían y bajaban al seguir siendo penetrada por él.Giovanni atrajo su espalda y la forzó a pegarse a su pecho, las respiraciones jadeantes de ambos chocaron y sus miradas se encontraron, y mientras Giovanni la miraba ahora hacia arriba, nunca dejó de moverla sobre él, provocándose y provocándole placer a la joven, que lo veía hacia abajo y con el ceño fruncido en una lenta agonía que le hablaba de un profundo sentir dirigido hacia él…El agua salpicaba y llegaba incluso a derramarse, mientras el sonido del cristalino y tibio líquido acallaba el sonido de sus sexos compenetrándose… Regina gimió una vez más, llenando con su voz esa pequeña habitación al alzar una de sus manos a acariciar el rostro del rubio … Dios, lo quería tanto… acercó sus labio
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Sembrando dudas
—¿Qué harás hoy? – preguntó el rubio mientras terminaba de ajustarse una elegante corbata al estar parado entre la sala y el comedor, aquellas palabras de Regina, aquella noche anterior, aun mantenían su corazón caliente.Regina permaneció recargada en el comedor al terminar de recorrerlo de pies a cabeza con la mirada, se sentía feliz, tan dichosa como nunca antes.—Terminar mis deberes y en un rato más vendrán las chicas a visitarme— mencionó al alzar su vista a los ojos azules del joven que le sonrió arrogantemente… ¿qué haría un chico como Giovanni poniendo sus ojos en ella desde un principio? … en ocasiones como esa, viéndolo lucir como todo un futuro empresario y ella vistiendo ridículamente su tonta pijama de ositos, sentía que no había razón para que eso hubiera ocurrido.—¿Qué piensas? – la voz del rubio la distrajo.—Nada— mencionó al girarse y fijar su mirada en cualquier parte del comedor.—Probablemente llegue tarde— le dijo el rubio que metió sus manos a los bolsillos de
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Amor aceptado
—¿Te has imaginado lo que sintió cuando perdió todo y se vio sólo a los doce años? – volvió a hablar la mujer al verla dudar.—Ah… - mencionó Regina y sus ojos se aguaron… Asintió… sí, se lo había imaginado muchas veces.—Seguro te preguntarás por qué no volví— volvió a mencionar y Regina desvió la vista incómoda -… Por cobardía. No merecía a mi hijo— dijo y sonrió con ironía -… creí que estaría mejor con mi hermana y su familia, después sólo cuando él lo creyó conveniente.—Pero él…-Perder. Fui una estúpida— interrumpió al creer saber lo que diría -. Eso ya no lo puedo cambiar… pero al menos espero hacer algo por él y por ti.Regina la vio a la cara, sus castaños ojos todavía estaban aguados.—Si no lo amas, díselo— suplicó fríamente la mujer al forzarse a controlar sus emociones—. Díselo y déjalo.—¿Qué? – mencionó Regina casi sin aliento… había intentado dejarlo, lo consideró realmente, pero siempre se rendía en su intento… lo quería demasiado o tal vez era egoísta y no quería hac
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Juegos
—¿Estás bien? – preguntó extrañado el rubio al ver a Regina caminar con prisa del comedor a la cocina, a la mañana siguiente.—Ajá… sólo tengo algo de prisa, ¿tienes hambre? – preguntó la joven que ya se encontró vistiendo unos sencillos leggins oscuros y una blusa morada de manga larga que se ajustaba en su cadera y marcaba las curvas de su cuerpo, no le diría de la visita de su madre ni de toda la basura que le arrojo encima sobre que debía dejarlo.—No— respondió secamente el rubio al verla regresar.Regina le dedicó una sonrisa forzada y quiso pasarlo de largo para salir e ir a la universidad.—¿Qué pasa contigo, Regina? – preguntó el rubio al alargar su brazo y tomarla de la cintura para no dejarla seguir avanzando.Ella se vio inmovilizada y lo vio de medio lado… estaba temblando por dentro.—Nada… ya te lo dije, estoy bien— dijo y desvió su vista al permanecer, ambos, de pie sobre el pasillo.—Mientes— mencionó al girarla y obligarla a verlo, su mirada era seria —¿Qué ocurre? –
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Entre tragos
Los ojos fríos azules y molestos del rubio se mantenían pendientes de cada movimiento de Regina y el idiota de Giancarlo… él había regresado a la trabajo para buscarla al concluir que se había comportado como un idiota, luego de haber partido al salir antes; no seguir molesto con ella y lo que menos esperó fue encontrarla con ese imbécil, pero ella, lo había rechazado a todas luces, incluso, el idiota moreno parecía demasiado disgustado.Sonrió al ver el auto de la pelinegra abandonar el lugar sin notarlo.—Veo que no pierdes el tiempo, ¿qué se siente hacer el ridículo al casi correr tras ella? – habló el ojiazul al caminar con pasos firmes pero lentos al pelinegro que todavía le daba la espalda.Giancarlo sonrió de medio lado… los había estado viendo.—¿Celoso? A mí no me molesta seguirla, ella lo hizo antes, mucho tiempo conmigo — alardeó y molestó al rubio que endureció sus facciones al detenerse a un par de pasos de él.La mirada fría de Giovanni se encontró con la retadora del pe
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