Era viernes por la noche, exactamente las diez, cuando Samara estaba en la terraza de su habitación, mientras apretaba la chaqueta en su pecho. El cielo se veía hermosamente estrellado, y había una luna radiante. Ella tomó un suspiro cansino, mientras cerró sus ojos. Le dolía incluso la piel, todo su cuerpo tenía este efecto que describían las drogas en internet, cuando la persona intentaba alejarse de ellas, y se declaraba inmersamente, necesitaba incluso de mirar a ese cínico que no dejaba sus pensamientos en paz. En el siguiente minuto, pudo notar como sus padres estaban saliendo de la casona, ella misma les había preparado una cena en un restaurante prestigioso de New York, porque habían tenido unas peleas fuertes por su causa, y cuando Sophie se giró hacia ella para hacer un ademán con la mano parta despedirla, Samara le envió un beso con la mano, entre tanto Michael sonrió antes el gesto. No iba a permitir que, con su llegada, y con todos los problemas que se había presentado
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