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Todos los capítulos de El corazón del Alfa: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31. Adam
Las chicas de la aldea curaron a Adam, pero aún así él sentía como si el infierno se hubiera desatado en su cuerpo. La espalda le dolía, y notaba como la fiebre devoraba su cuerpo. Se tumbó en la cama de la habitación en la que lo dejaron, y se durmió. En su sueño, mientras las hierbas con la que le habían curado la espalda hacían efecto, vio a Sarah. En cierto modo su propio cuerpo sabía que estaba teniendo una alucinación, pero aún así se sintió feliz de verla. Llevaba el largo cabello cayendo en ondas por la espalda, y casi parecía que flotaba. Iba vestida con una falda vaporosa, larga, que le cubría hasta los pies, de color blanco; y en la parte de arriba llevaba un top que parecía hecho a mano, también en color blanco. La vio observarlo, y sonreír con ese rostro suyo que siempre le trasmitía paz, y él también sonrió. - Sarah, te dije que no vinieras, pero aquí estás. - Ya sabes que no soy obediente, Adam, además, te echaba de menos; han sido muchos días sin vernos. - Si,
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Capítulo 32. Sarah
Sarah ya estaba dando vueltas en el garaje cuando las mujeres llegaron de su interrumpida tarde de compras. Las vio alarmadas, algunas demasiado pálidas, y Sarah comprendió que aquello era justo lo que Kara había intentado evitar, lamentablemente, no le había quedado otra opción aparte de avisarlas, porque las constantes vitales de Adam seguían siendo malas, y todo indicaba que había sufrido alguna clase de ataque.El resto de miembros del grupo seguían estables, y Sarah no supo qué pensar acerca de ello, sabía que su padre no lo toleraba, pero seguramente, si estuvieran atacando a su hijo pequeño, pediría a sus hombres que lo ayudaran ¿o se atrevería a dejarlo a su suerte?Kara fue la primera en bajarse del vehículo, con éste casi en marcha, dejando la puerta abierta, y las bolsas en el suelo, y se acercó corriendo hasta donde ella se encontraba.- Muéstrame los datos que aparecen en la pantalla.- Kara, los he comprobado, te aseguro que las constantes vitales de Adam están en rojo,
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Capítulo 33. Miles
Miles caminó inquieto por el cuarto que le había asignado su socio Lubián en la casa. Caminaba rodeando la cama, y volvía a repetir el proceso. Llevaba ya varios días esperando a que su manada apareciera en aquel sucio agujero, y lo rescatara. Si ellos no aparecían pronto, Miles estaba seguro de que era hombre muerto, en esos mismos instantes guardaba un secreto que de salir a la luz, lo convertiría en un fiambre. Se detuvo frente a la mesita de noche, donde encontró el diario en el que anotaba todas las transacciones, y lo ojeó sin prestarle verdadera atención. Realmente, su cabeza solo daba vueltas a como había acabado metido en aquel lío, que superaba todos los líos en los que se había enredado a lo largo de su vida. Y de pronto lo supo, se había embarcado en aquel trabajo de vender y distribuir drogas porque su propia manada lo comparaba con su hermano, y él siempre salía perdiendo. Por supuesto, no lo hacían en su presencia, o de haber sido así, su padre habría expulsado al
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Capítulo 34. Adam
Cuando amaenció el día siguiente, Adam se sentía finalmente recuperado; de hecho, incluso se sentía más fuerte que antes, y pronto se dio cuenta de que era debido a que había eliminado las drogas de su organismo. Su espalda estaba más recuperada, aunque aún notaba las heridas, y su lobo interior volvía a rugir en su interior. Adam supuso que le habían admistrado las drogas con las comidas, pero al haber estado separado del resto de su grupo el día anterior, seguramente se olvidaron de echarlas en su comida.Salió al exterior, y observó la aldea con nuevos ojos, ahora todo le parecía más brillante, y tenía ganas de encontrar a Lubián, y no le costó, estaba a pocos metros de la casa en la que él había pasado el día anterior recuperándose. El hombre le tendió la mano, y Adam se la estrechó.- Lobingston, me alegro de su mejoría.- Los cuidados de las chicas que envió ayer a mi cuarto han sido de un valor inestimable.- Mandé a las mejores curanderas, bien lo merece, lo que hizo ayer, de
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Capítulo 35. Miles
Miles estaba colocando sus cosas en una bolsa de viaje, y pensando que esa noche, cuando estuviera en su propio cuarto se tomaría una buena copa de whisky, cuando Bella entró como una furia en la habitación. Cerró de un portazo, y Miles no pudo salvo admirar los exhuberante se pechos que sobresalían del vestido de color fucsia que llevaba puesto.Desde que la había preñado, estaba más esbelta, con los pechos henchidos, las caderas más llenas, y eso lo ponía a tope. Iba a echar mucho de menos a la fierecilla de Bella cuando volviera a casa. Allí no podía permitirse los mismos excesos, y tenía que esconderse para tener sexo extra marital.- Bella, que grata sorpresa.- ¡CANALLA!Bella tenía las mejillas encendidas por la ira, el pelo enredado, y las manos apretadas en dos puños, a través de los que intentaba canalizar toda su ira.- ¿Pero qué te ocurre, pequeña?- He oido que te vas. Tus amigos están ya recogiéndolo todo, hablan animadamente, y mi propio padre me ha confirmado que re
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Capítulo 36. Sarah
Aquella mañana, Kara y Sarah se habían puesto sus trajes de vendedoras a domicilio, habían cogido el coche en el más estricto silencio, y habían conducido hasta las puertas de la aldea en la que vieron el maltrecho rastro vital de Adam por última vez.- ¿Estás preparada?- dijo Kara, abriendo la boca por primera vez en toda la mañana.- No lo sé, a decir verdad estoy aterrorizada.- respondió Sarah asustada y sintiéndose un poco mal, pues odiaba tener miedo en un momento como ese.Kara le apretó la mano en un movimiento que ella ni siquiera vio llegar, y de pronto, se sintió mucho más reconfortada, porque se dio cuenta de que aquella mujer la apreciaba de verdad.- Es normal tener miedo, pero tenemos un plan, y estoy segura de que todo va a salir bien.Se bajaron del coche, cogieron los voluminosos maletines cargados de productos de belleza que habían preparado poco tiempo antes, y comenzaron a caminar en dirección a las rejas que cerraban la entrada al pueblo. Era una enorme valla de l
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Capítulo 37. Adam
Adam se miró las manos cubiertas de sangre, y sintió como si no fuera él mismo, como si fuera un espectador de aquella horrible situación. Intentaba presionar la herida abierta del pecho de su hermano, pero de nada servía, y una voz en su interior se lo gritaba.- ¿POR QUÉ?La voz de Adam fue un grito furioso que ni siquiera fue totalmente inteligible, porque sintió como su lobo enfurecía y se hacía con el control de su cuerpo. Se convirtió a toda prisa, sin preocuparse por el reguero de ropas desgarradas que dejó cuando su cuerpo cambió de forma, y vio claramente como los ojos de todos los presentes se abrían con estupor. Todos, salvo Lubián que seguía llorando como si ni siquiera hubiera visto que un lobo se había materializado ante él.- ¡MÁTAME!- gritó el narcotraficante con la voz embargada de dolor.- Es lo justo, he matado a tu hermano, mátame tú a mi.Adam no era capaz de pensar, así que actuó, corrió con la velocidad de un animal herido, y se abalanzó contrá Lubián que cayó c
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Capítulo 38. Sarah
Sarah sintió la llegada de Adam antes siquiera de verlo físicamente; sintió una gran fuerza que la atraía, obligándola a mirar en dirección al lugar en el que justo en ese momento, pudo ver a Adam. Se cubría con una especie de sábana vieja, y Sarah lo miró interrogante. Kara, al observar que Sarah miraba fijamente entre la gente, se giró, y se quedó atónita al ver a su hijo, allí de frente, pero fue la primera en reaccionar; mucho antes que Sarah, que se quedó quieta, como si sus pies hubieran sido pegados al suelo.- ¿Qué llevas puesto?Adam la miró con extrañeza, y ninguna de las dos mujeres entendió su mirada, parecía casi… compasiva, como si le suscitara pena el hecho de verlas allí. Les hizo señas para que se alejaran unos pasos de la revuelta, mientras Lubián y su padre seguían enzarzados en una brutal pelea que empezaba a dejar marcas en ambos contendientes.- ¡Madre! ¿Qué demonios hacéis vosotras dos aquí? ¿Cuándo habéis llegado?- El receptor vital mostraba señales preocupan
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Capítulo 39. Sarah
El camino hasta el aeropuerto en el que estaba el avión guardado fue el más penoso que Sarah hubiera hecho nunca. Los hombres que velaban por la seguridad del Alfa de la manada y de Adam cargaron con el cuerpo de Miles, que iba envuelto en una sábana blanca. Sarah imaginó que alguien en el pueblo debía de haber tenido la delicadeza de limpiarlo, porque la sábana que lo cubría estaba inmaculadamente blanca.El camino lo hicieron en silencio, todos mirando al frente, con las palabras secas en la garganta después de la experiencia por la que acababan de pasar. Kara y Sarah dejaron allí todos los cosméticos que habían llevado, y las mujeres del pueblo ni siquiera se molestaron en pedirles explicaciones. A Sarah le parcía sumamente trágico el desenlace que habían tenido las cosas, y aunque necesitaba comprender lo que había ocurrido, era consciente de que Adam no se sentía con fuerzas para hablar sobre todo lo sucedido.Llegaron hasta el aeródromo, y aunque todos eran conscientes de que s
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Capítulo 41. Sarah
La rabia que había inundado a Sarah cuando Adam le pidió que sustituyera a Brook como acompañante del cuerpo inerte de su hermano se esfumó en cuanto el chorro de agua caliente golpeó su cuerpo.Dejó que el agua se llevara su sudor, su cansancio y sus lágrimas, que aunque no se había atrevido a derramarlas en todo el día, por si acaso Adam pensaba que exageraba en su reacción, las sentía en sus ojos. Lloró varios minutos, y luego se serenó, y comenzó a enjabonarse como hacía habitualmente.Pero su llanto no pasó inadvertido, porque Sarah sintió como Adam entraba en el cuarto de baño, colando con él una ola de frío que chocaba con el vapor que emergía del chorro de agua.- ¿Por qué lloras, Sarah?La voz de Adam era tranquila, y por algún motivo, Sarah no sintió que la juzgara, como ella había temido; así que decidió sincerarse.- por todo lo sucedido hoy, por tu madre, por tu manada, por ti…Adam no respondió, simplemente se desnudó y entró en la ducha con ella; no era un lugar muy esp
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