Un par de días después, Maritza fue dada de alta. En el departamento de Nelson, la esperaba Ulises, quien la apretó en un abrazo y luego la besó con profundidad, no le importó que estuviera su mamá, ni su hermano, ni la familia de ella.―Te extrañé tanto, condesa, tanto ―le dijo, emocionado, cuando la soltó―. Quería ir a verte, pero no me lo permitían, el lugar era de alta seguridad, no cualquiera entraba, querían estar seguros de que no había peligro para ti, al fin y al cabo, esa explosión fue para asesinarte a ti y el tipo que lo hizo seguía prófugo.―Sí, a lo que llegan algunas personas por ambición, pero bueno, nada que hacer, aquí estoy, vivita y coleando, como dicen en mi país.―Con que estés viva me conformo, mi bella condesa.La volvió a besar.―Tengo que saludar a
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