(Narra Seth)Se acurrucó pegada a la pared, todavía temblando y estando indefensa. Claro que no me provocaba nada de pena, ella no era una persona a la cual yo pudiera compadecer. Estuve a punto de matar también a Felipe, si seguía interponiéndose en mi camino.Él soltó una maldición cuando rasgué su brazo izquierdo.—Demonios, Seth, solo quiero interrogarla. —dijo, buscando que me tranquilizara. —Debe decirnos donde se encuentra su esposo. Felipe ordenó a sus soldados que la inmovilizaran y me habló en voz baja, para que nadie más pudiera oírlo.—Tranquilo, podrás matarla cuando nos diga lo que sabe, no servirá de nada haber llegado hasta aquí si perdemos la paciencia cuando más lo necesitamos. —sus palabras intentaban llegar a aplacar mi ira.Estaba actuando irracional, claro que lo sabía, pero no había un modo en específico de cambiarlo. Mi instinto desatado de lobo me hacía querer vengarme por sobre todas las cosas. Busqué pensar en Maya, en mis hijos, ellos me darían la fuerza q
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