La caballería la tuvo rodeada en unos segundos, dejándola sin escapatoria y también sin aire. Uno de los hombres arrojó uno de los caballos sobre ella y cayó directo al suelo, oprimiéndole el pecho y quitándole el aire de golpe. El caballero lanzó una sonrisa, arrojándole una carta con brusquedad.—Mira, esto envía tu esposo. —dijo mientras estallaba una carcajada general, tal como en la fiesta.—¡La condesa salió de su escondite! —gritaba uno, haciendo muecas sarcásticas.Eva quería huir, el golpe no la detuvo y se puso de pie, otro caballero la tomó por la espalda, inmovilizándola.—No te irás tan fácil, chica. —sonrió, lo había visto antes, se llamaba Valiant, era de los hombres de Daren, cuando todavía vivía. —¡Suéltame! —gritó Eva, comenzaba a desesperarse, intentando morder el brazo del guardia, la armadura le imposibilitaba zafarse.—¡Por favor! ¿Vas a pedir que dejemos ir, cuando el rey puso una recompensa de casi dos millones por tu cabeza?Al oír eso, la joven palideció, er
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